16

422 61 25
                                    

—Nunca se lo he contado a nadie —dijo—. Al menos, no todo.

—Tal vez ése sea el problema.

—Tal vez.

—La pasada primavera, me quedé hasta tarde en el instituto —comenzó Richie—, cosa que hacía con frecuencia. El instituto del que yo estaba al cargo tenía tres mil alumnos.

—Derry tiene unos tres mil habitantes —dijo Eddie sorprendido.

—Y la mayoría se comportan mejor que los alumnos de instituto de Los Ángeles.

—Apuesto a que sí.

—Gran parte de mi trabajo era papeleo. La otra parte era la disciplina. A mí me pasaban la pelota. Desde mi despacho, los chicos problemáticos eran enviados directamente a la cárcel.

—Supongo que los agravios iban más allá de interrumpir las clases y hacer guerras de comida.

—Más bien acuchillar a la gente y comenzar revueltas. La mayoría de los alumnos no se tomaba la expulsión como algo personal. Realmente no querían estar allí.

—La mayoría —repitió Eddie—. ¿Pero qué hay de los otros?

—Muchos adolescentes sí querían estar en el instituto, pero no podían controlar sus impulsos.

—¿Qué tipo de impulsos?

—Drogas, sexo, violencia patológica.

—¿Y por qué lo hiciste?

—Se me daba bien —contestó—, y me gustaba.

—¿Cómo pudiste?

—Algunos de aquellos chicos tenían oportunidades. Yo les daba un lugar en el que poder aprender. Para algunos, el instituto era el único lugar seguro que tenían, y quería asegurarme de que siguiera así. Los chicos se merecen una escuela segura.

Eddie le apretó los dedos con fuerza. Aquello era agradable; hablar en mitad de la noche mientras la lluvia golpeaba la ventana, los dos agarrados de la mano. Nunca antes lo habían hecho. ¿Y por qué no?

Porque por entonces eran adolescentes y no pensaban más que en estar desnudos.

—De modo que... —dijo Eddie—, ¿cuál fue el pequeño vándalo que te atacó?

—Tenía dieciséis años —contestó Richie apartando la mano.

—Lo suficientemente mayor como para saber lo que hacía.

—Tal vez —dijo Richie. En el caso de Lucas, seguía sin estar seguro.

—De modo que te quedaste trabajando hasta tarde y...

—Sí. No me di cuenta de lo tarde que era. Era el unico que quedaba allí.

—¿No había seguridad ni conserje?

—Lucas mató al conserje. Un hombre mayor y agradable llamado Benito. No creo que pretendiera matarlo. Le dio con demasiada fuerza.

—¿Y el guardia de seguridad?

—Lucas también le dio, pero no demasiado fuerte.

Gracias a Dios, o Lucas Watson habría conseguido matarlo.

—Yo... —Richie se detuvo, y tuvo que tragar saliva varias veces para poder seguir—. Recogí mis cosas y me dirigí hacia la puerta del aparcamiento de profesores. Tenía un walkie talkie, e intenté avisar al de seguridad. Siempre le decía que me vigilara mientras estaba en el coche y hasta que saliera del aparcamiento. Al final no me sirvió de ayuda. Lucas ya estaba en el instituto.

Otro papá para Jack Dylan[Reddie]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora