Lo miré sin poder creerlo, y corrí a abrazarlo. Rodeé su cuello mis brazos e hice puntitas de pie. Masajeó mi espalda, y sin quererlo, mis lágrimas salieron y un sollozo se escapó de mi boca haciendo que Zabdiel me mire extrañado.
-No princesa, no llores- Secó mis lágrimas con una tierna sonrisa en su rostro.
-Lo siento- Susurré.
-Tampoco lo sientas, no tienes por qué hacerlo- Acarició mis mejillas.
-Está bien, lo siento- Sonrió y me besó -Dios mío, cuanto extrañaba esto- Dije volviéndome a refugiar en sus brazos.
Volvió a besarme. Se sentía tan bien, pero nos tuvimos que separar por falta de aire, y me refugié en su pecho, porque mi altura era perfecta para eso.
Zabdiel tomó mi mochila y me condujo a su coche. Caminó hacia la parte del asiento del acompañante y abrió la puerta.
-Tranquilo, puedo hacerlo sola- Besé su mejilla. Se subió al asiento del conductor y me miró.
-Te amo- Me sonrió y coloqué una mano en su mejilla para besarlo.
Introdujo su lengua en mi boca y sonreí por eso. Estuvimos segundos así, hasta que Zabdiel bajó sus manos hasta mi camisa que era parte de mi uniforme escolar. Soltó dos botones de esta y me separé suavemente.
-Zab...- Suspiré y el rodó los ojos.
-Bien- Volvió su vista al frente y acomodé mi camisa con un poco de arrepentimiento. Encendió el carro y comenzó a conducir. Bajé mi vista y abrí mi boca un par de calles después.
-Lo siento, es solo que no me siento lista todavía- Zabdiel me miró, puso una mano en mi muslo y volvió su mirada a la carretera.
-Discúlpame a mí por ser tan hormonado, entiendo que no te sientas lista, no planeo que te sientas incómoda- Acaricié su mano como agradeciendo que me entendiera.
Bajamos del carro, y él tomó mi mochila antes de ingresar al edificio.
-¡Zabdiel!- Me quejé.
-Cállate, déjame ser caballeroso por una vez- Tomó mi mano y reí por su respuesta.
Entramos al penthouse de el novio de mi mamá, (un hombre rico pero simpático) luego de un corto viaje en ascensor, y mamá salió de la cocina con una mueca en su rostro que no expresaba más que desagrado con la presencia de Zabdiel.
-Hola hija- Mamá quiso besar mi cabeza, pero me alejé -¿Qué te sucede?- Tomé la mano de Zabdiel para que entendiera a lo que me refería, y subí las escaleras con él detrás mío, mientras mis ojos se aguaban.
Cerré la puerta de mi habitación y rompí en llanto, aunque odiase llorar en frente de las personas. Zabdiel no tardó en refugiarme en sus brazos y masajeó mi espalda para que me calmara.
-Lo siento...- Susurré.
-Oh cielo, no pidas perdón por todo- Besó mi frente.
-Tengo que hacerlo, me duele ver como mamá luego de ocho meses de noviazgo todavía no te acepta- Sollocé y me besó para que me callara.
-Es la primera vez que me conoce en persona amor, tienes que entenderla- Se encogió de hombros -Los dos primeros meses lo nuestro estuvo oculto y luego me conoció vía Skype porque no estaba aquí por mi gira...- Reí al recordarlo. Me miró y tragué saliva al ver sus hermosos ojos cafés. Me besó lentamente y le correspondí.
Nos acomodamos en la cama, y nos sacamos las zapatillas con nuestros mismos pies para no tener que hacer mayores esfuerzos.
Dormimos toda la tarde abrazados y calentitos.
...
Me desperté por unas caricias en mi pelo, y una suave voz proveniente de Zabdiel, que me cantaba al oído. Me di vuelta y lo abracé, pero luego me levanté, sabiendo que si Zabdiel seguía haciendo eso, me dormiría. Me metí en mi baño, hice mis necesidades y volví.
Zabdiel volvió a acariciar mi pelo y a cantarme al oído. Por poco me dormía otra vez, de no ser porque alguien abrió la puerta.
-¡Zab!- Paolo (el novio de mamá) y él chocaron puños -¿Cuándo llegaste?
-Esta mañana- Habló Zabdiel -Vine a ver a Wendy- Me miró con una sonrisa.
-Par de enamorados...- Nos miró sonriendo -Tu mamá y yo iremos a comer afuera, tienen la cocina libre, y también las habitaciones- Sonrió tratando de que captaramos su indirecta -Da igual. Los veo luego- Iba saliendo de la habitación, pero se volvió -Piensa rápido- Le arrojó algo a Zabdiel, y se fue de una vez por todas.
Comenzamos a reírnos en cuanto notamos que era un condón, y me levanté de la cama. Comencé a cambiarme dándole la espalda a Zabdiel, y me coloqué una sudadera que era suya, pero que tenía en casa hacía tiempo, que me llegaba hasta las rodillas, por lo que no me preocupé en ponerme ni siquiera un pantalón corto debajo.
-Ya escuchaste a Paolo, tenemos casa sola- Extendí mi mano hacia él -Vamos.
Bajamos las escaleras y nos metimos en la cocina. Luego de una guerra de harina y de besos, pudimos terminar por fin la pizza.
Nos sentamos en el sofá a ver películas con palomitas y refrescos.
El resto de la velada fue tranquila. Risas, charlas, caricias y más fue parte de nuestra noche. Realmente, Zabdiel era perfecto y era muchísimo más de lo que yo podría pedir.
Acomodamos y limpiamos todo en la cocina, y subimos a mi cuarto para dormir nuevamente, pero no podía sacarme de la cabeza lo que había pasado en el auto.
-Zab...- Apoyé mis codos en la cama y bajó su celular para escucharme -Quiero hacerlo- Lo miré mordiendo mi labio inferior.
-Que me haya tomado ese atrevimiento esta mañana no significa que te esté obligando amor, no quiero que te sientas así, no es el plan- Acarició mis mejillas con la parte dorsal de su mano -Tampoco que Paolo nos haya dado un condón- Se encogió de hombros y sonreí.
-Zab... Estoy segura de esto... Yo sé que no me voy a arrepentir de tener mi primera vez contigo porque sé que va a ser especial y perfecto solo porque es contigo con quien lo hago. Tu eres el primer novio que tengo, fuiste mi primer beso, y todo fue perfecto...- Bajé mi mirada avergonzada y Zabdiel tomó mi mentón y me obligó a que lo mirara.
-¿Si sabes que no te obligo?- Me acerqué un poco más.
-Nunca lo harías- Suspiró, y desvió su vista de mí mientras pasaba su lengua por su labio inferior, lo cual hacía siempre que pensaba.
-Le daremos un buen uso a esto entonces- Dijo sacando el condón y sonreí.