Capítulo 4

213 38 3
                                    

Rosé se encontraba saliendo de su habitación, lucía un precioso vestido de día, ligero, cómodo y el cual le llegaba hasta los tobillos; las mangas de aquel vestido cubrían sus delgados y larguchos brazos, el color de la prenda derivaba del largo linaje de los blancos, podían notarse también delgadas líneas azules, de igual manera habían ciertos detalles sencillos que lo hacía lucir elegante, era cómodo y eso es lo único que le importaba a la rubia, pues  este le permitía moverse con agilidad, de igual  modo era favorable para cabalgar; había recogido su cabello en forma de moño, sin embargo algún que otro mechón salía del peinado, pero esto no impedía que ella luciera hermosa.

Bajó la escalinata y se dirigió al comedor, tenía un gran apetito, podía sentir el hambre de los tres días que estuvo en cama o eso es lo que ella pensaba, cuando llegó a la mesa tomó una de las rebanadas de pan que se encontraban en el centro del mueble y la llevó a su boca, se sentó en una de las 8 sillas y llamó a una doncella.
Una muchacha delgada que apenas pasaba de los veinte, llegó  a su llamado, hizo una reverencia y esperó a que la rubia hablara.

—Por favor puedes traerme el almuerzo.
—Enseguida Lady Rosé— De inmediato la muchacha se dirigió a la cocina para después volver con una bandeja, en la cual traía el té, colocó la vajilla en la mesa y se retiró para ir por el plato principal.

Poco más de media hora que la joven doncella había llevado el plato, Rosé se encontraba ya terminando su almuerzo cuando escuchó que llamaban a la puerta, enseguida se escucharon los pasos del mayordomo el cual se dirigía a abrir.
—Buenos días Thomas—saludaron Lisa y Jennie.
—Buenos días Lady Jennie, buenos días Lady Lisa—Dijo el hombre mientras abría la puerta para que las muchachas pasarán.
—¿Dónde está ella? —preguntó de inmediato la pelirroja, en su voz podía escucharse la ansiedad que estaba sintiendo, necesitaba escuchar de los propios labios de la rubia, que se encontraba bien.

El hombre sabía que Lisa se refería a Rosé, pues sabía de la gran amistad que había entre estas dos, ya que prácticamente él junto a la ama de llaves criaron a la rubia una vez que los señores Park perdieran la vida en un trágico accidente de embarcación que se dirigía a Australia.

—Cálmese Lady Lisa, la señora al parecer ya está bien, ella se encuentra ahora mismo almorzando en el comedor, si gusta puedo decirle que se encuentran aquí— dijo aquel hombre.
—No es necesario Thomas, ya estoy aquí— Tanto las chicas como el mayordomo voltearon a ver a la rubia, quién venía con una radiante sonrisa la cual se debía a la presencia de su querida amiga,  ahora mismo Rosé tenía la necesidad de abrazarla y preguntarle sobre lo qué estaba pasando, ya que Lisa era la única persona en la que podía confiar en ese momento.
—¡Chaeyoungna!— corrió la pelirroja a abrazarla, estaba feliz de ver a la rubia ahí de pie, la quería como si fuera su propia hermana, a pesar de que su relación no había iniciado bien, puesto que en su adolescencia el odio era el único sentimiento que sentía la una por la otra sin embargo, fue en una extraña situación en donde se dieron cuenta que podía existir una amistad entre ambas, desde aquel incidente ambas se volvieron inseparables.
—¿Cómo estás? ¿Estás bien? ¿Cómo es que ya estás de pie? ¿Por qué no te encuentras en la cama reposando? ¿El doctor dijo que ya podías salir de la cama?—lanzó la preguntas Lisa una vez que ya tenía a Rosé entre sus brazos dándole un fuerte apretón, dejando a la rubia un poco mareada por la falta de aire.
—¡Basta Lisa!— Soltó las palabras con dificultad, —¡Me estás apretando mucho!— trató de hablar más fuerte sin embargo esta última hizo caso omiso de lo que decía su amiga.
—¡Amor! Suéltala, no ves que asfixias a Rosie— se acercó Jennie a su esposa sacudiendo los hombros de esta última para que dejara respirar a la rubia.

¿Amor? Cuestionó Rosé mirando a Jennie ¿por qué la llamó así?  Se preguntó (Le pareció extraño el adjetivo que utilizó aquella mujer para dirigirse a Lisa) Sintió un pinchazo en su corazón.
—¿Lisa?—le quitó su mirada a la castaña para posarla en Lisa quien tenía unas lágrimas rodando por sus mejillas, Rosé sonrió por el gesto de la pelirroja, sintió ternura al verla de esa manera—Lisaya, estoy bien, mírame, no tengo ningún rasguño— susurró la rubia mientras daba pequeñas palmaditas en la cabeza de su amiga.
Jennie le dedicó una mirada a Rosé y  pudo notar  en aquel rostro una expresión que la dejó confundida y con una semilla de un sentimiento que creía haber secado hace mucho tiempo, apretó sus ojos y sacudió su cabeza para tratar de borrar esos pensamientos, Vamos Kim ellas solo son amigas fue el último pensamiento de consuelo que tuvo antes de que un fuerte ruido la distrajera, volteó para ver qué es lo que provocaba aquel sonido y vió a Jisoo quien bajaba la escalinata con rapidez.

—Jisoo, cuidado no te vayas a... ¡Jisoo!- gritó Jennie y corrió hacia las escaleras; al escuchar el gritó de su esposa de inmediato Lisa soltó a Rosé y se giró para ver qué es lo que estaba pasando.
—¡Jisoo! ¿Estás bien?— se acercó la castaña, para ver a la chica que ahora se encontraba tirada en el suelo boca arriba.
—¡Jisoo!—corrió Lisa hacia Jennie y la pelinegra.
—HAHAHAHA— estalló en risa la pelinegra        —HAAHAHA Hola chicas— miró los dos pares de ojos que parecían confundidos y preocupados a la vez.
—¡Dejen de mirarme así, quieren! Estoy bien solo fueron unos cuantos escalones—dijo Jisoo mientras trataba de levantarse.
—¿Segura que estas bien?—habló Jennie mientras tiraba de su brazo para ayudarla, Jisoo asintió, —Hahahaha—empezó a reír la castaña —fue muy—Jisoo le echó una mirada de enfado —¡Jennie, basta! Sabes que una dama que pertenece a la alta sociedad no debe de carcajearse de esa manera— la castaña se calló y miró a Jisoo, al darse cuenta de lo que dijo, ambas empezaron a reír.
—¡Rosé!— gritó la pelirroja mirando a su esposa y a su amiga reír como dos chiflados—¡Rosé!— volvió a gritar Lisa a la rubia que al parecer no se había movido de su lugar, se le hacía extraña la reacción de su amiga—Rosé, ¿Qué pasa? No ves que tu amadísima esposa acaba de caer de las es...
—¡Basta!— cortó la rubia, Jisoo y Jennie pararon de reír y miraron a Rosé —¡Ella no es mi esposa, Lisa!— gritó.
—¡¿Qué?!—Gritó Lisa—¡¿De qué estás hablando?! Jisoo y tú están casadas—habló mientras pasaba su mirada de la rubia a la pelinegra.
—No—Dijo Rosé, su voz sonaba serena, sin embargo, sus sentimientos eran todo lo contrario, enderezó sus hombros, se cruzó de brazos y se dirigió hacia donde estaban las tres chicas.
—¡Qué demonios Rosé!  por qué estás diciendo esas cosas— Lisa estaba confundida al igual que Jennie la cual se encontraba mirando a Jisoo pero esta última solo guardaba silencio.
—Lisa, mi querida amiga—dijo mientras extendía su mano para acariciar la mejilla de la pelirroja —¿Acaso no me conoces?— dijo mientras lentamente acercaba su rostro al de Lisa —¡Rosé!— Saltó Jennie y se colocó a lado de su esposa —¿Qué demonios sucede contigo?—su voz sonaba molesta y un poco sorprendida —¡Qué crees que estás intentando hacer!— apretaba el brazo de Lisa la cual por la acción pareció estar en shock.
La rubia dió un paso hacia atrás y una sonrisa se formó en sus labios al ver la cara furiosa de Jennie.
—¿No era obvio?— dijo mientras colocaba sus manos detrás de su espalda, echó una última mirada a Jisoo quien ahora se mantenía sostenida del barandal mirando hacia el suelo, sin embargo al sentir la mirada de Rosé levantó su vista y sus ojos se encontraron, la pelinegra notó la ausencia de amor en la mirada de su esposa, ya no estaba aquel brillo con el que se iluminaban sus ojos cuando la pillaba mirándola, estos ya no parecían reflejar un sentimiento de afecto, solo veía los ojos de alguien que parecía extraño, lejano, solo veía frialdad,  lo cual hizo ventear el corazón de Jisoo y con ese sentimiento que apretujaba su corazón la vió alejarse.

Vuelve A Mi ~Chaesoo / Jenlisa~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora