VII

13 3 0
                                    

Laura está en problemas otra vez. Y más que eso, no hay más novedad que las tortuosidades (palabra aprendida hace poco), que he pasado en la escuela.

Nadie me quiere, esa es la verdad. Y no hay más que eso.

Tengo que usar lentes, eso lo sÈ cada vez que me levanto para ver mejor lo que está escrito en la pizarra, pero no quiero. Ahora no es solo ese hecho, sino que hay un detalle con mis labios. No sé qué ven de anormal en ellos mis compañeros, pero es un gran problema, aparentemente. Dicen que son muy grandes, que parezco un pato, que soy muy fea, que nadie quiere a las niñas feas. Pregunté a Laura y dijo que toda yo es un gigantesco horror. Cosa que me escandalizó. Pero por lo que sé, no puedo cambiar mis labios, ni cómo me veo, porque así nací. Si hay alguna pócima, lo desconozco. Pero no creo en ese cuento que leyó hoy la maestra, de ese sapo que con un beso se convirtió en principe.

Sigo con ese miedo maloliente. 

Un niño grande de mi salón quiso bajarme los pantalones en el baño. No sé cómo diablos, -expresión aprendida también.-, entró, sin que nadie lo viera, al baño de las niñas. Pero sentí que el corazón me iba a explotar dentro del cuerpo por el susto y sentí también ese sudor frío y terrible. Pero siempre me paralizó. No grito como una loca. Es horroroso. Y espantoso. Es como si no fuera capaz de reaccionar . Esta vez le apartaba la mano con fuerza. Le golpeé tan fuerte que el dorso de la mano le quedó tan rojo como un tomate. Pero no desistió ni se inmutó, seguía con ese color escarlata en los ojos como si no viera más que  una presa; hasta la quinta vez, me parece, que salí como pude del baño y corrí hasta la oficina de la directora (amiga de mamá). Pero me lamento de haber ido allí, no debí, debí haber sabido que los adultos no son de gran ayuda para mí. Esa tosca mujer terminó dándome una fuerte bofetada y el niño monstruo, saliéndose con la suya. ¿Está mal lo que hice? ¿Tenía que haberme dejado tocar?

Llamaron a mamá, y como lo esperaba solo de mi madre, ella sí actuó, pero ahora todos se alejan mí  en clase. Y los recreos son más solitarios que antes. No todo es malo, me parece. En la escuela hay biblioteca, y  está el segundo libro de las aventuras de la linda Alicia. Ya quisiera ser como ella y cada vez que pasa estas cosas, atravesar el espejo y no saber de niños malos, de esa manía que hay por tocarme, crueles hermanas, ni lentes por usar.

Extraño a Jessie. A Mathew y a su amorosa mami, que prepara un rico café con leche.

No sé cuándo nos vendrán a visitar. Pero no lo quiero de todos modos. No es bonito aquí. Mamá tiene que ir a la ciudad a veces. Y luce cansada. Ya tengo edad,-me dijo.-para lavar mi propia ropa, y no soy muy buena en ello por ahora. Pero dice que tenemos que ayudarla, porque ella no puede con todo.

No me gusta quedarme en el departamento sola con Laura. Pasa casi siempre. Pero es muy aburrido y malo.

Nuestros vecinos son raros, y ruidosos. En la puerta de al lado hay una familia que siempre están discutiendo. Tiene dos hijos que son grandes como Laura, así que  tampoco tengo con quién jugar. En la puerta a la izquierda, hay una pareja, con una bebé de meses. Y hace pocos días, el hombre casi mata a golpes a la pobre mujer. Mamá intervino. Ella es tan fuerte como un hombre y rápida.

Pero Laura ya no juega conmigo. Ya tiene otras cosas que hacer, y otras personas con las que puede pasar el tiempo. No me gusta jugar sola, así que casi no lo hago. Prefiero a los únicos amigos que tengo. Ellos si me entretienen. Y mamá dice que ellos son mejores porque la televisión pudrirá mi mente.

Quiero que mamá me dé cariño. Siempre está ocupada. Cada vez que regreso de la escuela, quiero esconderme bajo sus faldas multicolor. Ella si sabe tratarme. Y temo que en algún momento se acabe. Que mamá cambie. O que se vaya y me deje. O que muera. En mis pesadillas desaparece, muere trágicamente, se esfuma y tengo miedo de estar sola, de quedarme aquí, de tener solo a Laura y me digo que si eso llega a pasar, debo acompañar a mamá.

Lo que ocultan algunos ojosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora