IX

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Jessie ha asistido a la boda de mamá. Lucía mayor con esa camisa de papá. La boda, por supuesto, a sido hermosa. Dí los anillos con aquella niña que escribí hace bastante tiempo. Se llama Venus, -Vee, como le llamo yo- y ahora es mi prima (mi primera prima de verdad) , y la mami de Mathew es ahora mi abuela, (la única abuela que tengo, porque la madre de mamá nunca le ha gustado que le llamemos abuela, y ella tiene su propia vida), y lo que más me contenta es que Mathew ya es mi papá. 

La casa a la que nos hemos mudado los cuatro está en otro pueblo. Más lejos de la ciudad que en donde estábamos antes. Aunque el pueblo es más decente que el anterior; es un avance.

No faltan muchos meses para que las clases comiencen, y claro que no digo nada a mamá pero si de mi dependiera, no iría. Nuevos compañeros, el no saber cómo me tratarán, y la maestra que tendré; ¿será buena?

He sido buena en las matemáticas y literatura. Acabo antes que los demás y escribo muy aprisa. Estoy más avanzada que la mayorÌa de mi edad, y eso puede causar que me cataloguen como un fenómeno, como he visto en ciertas películas donde hay chicos muy listos, o que la maestra se termine exasperando (palabra aprendida en una película, y que me resultó difícil de pronunciar durante los primeros quince minutos luego de escucharla), y no le guste yo. Sería terrible y triste para mí, por supuesto.

Pero he comprendido que no todos le caen bien a todos. Esa es otra verdad que me cuesta aceptar, aunque sí la entiendo. Por regla básica, todos deberíamos llevarnos bien, por algo uno de los valores que nos enseñan es la tolerancia, pero no todos los humanos tienen la capacidad de demostrar ese valor. Porque este mundo está más viejo, más tosco, y más egoísta. Y las personas salen igual, como si fuera una fórmula previamente preparada y que vierten en los cerebros abiertos de la sociedad. ¿Son palabras y conclusiones muy por encima de la capacidad de entendimiento de una niña entrando a la pubertad? No lo creo. Si los demás no lo ven, es porque les falta nuevos anteojos. Yo sé lo que veo. Y lo que concluye mi joven mente es que nunca habrá más gente buena que mala en un mundo así, sino todo lo contrario. 

Lo que ocultan algunos ojosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora