X

9 3 0
                                    


Declaro que he llegado a mi límite.

Sí, como logras leer, libreta gris.

Me he cansado de siempre lucir simpática para agradar y tener amigos en la escuela, cuando no funciona ni funcionará. Esto es lo que tengo: me rindo y si eso implica que para siempre estaré sin amigos reales, pues, no tengo de otra. Pero me he cansado. Seguiré con mis libros.

Sé que mamá no le agradó tener que asistir al llamado de la directora por mi abrupto comportamiento, pero en mi defensa, nunca le he hecho mal a nadie para merecer ser llamada "puta". Sé que es una ofensa gigante, aunque no sepa con exactitud qué significa. Pero a ese niño que tomé sin compasión por el cuello de la camisa y pegué con todas mis fuerzas su cabeza gigante y molesta contra la pizarra, se lo buscó. De mi parte, parece ser un cambio bastante radical, puesto que naturalmente soy tranquila, y bastante paciente con este tipo de cosas. No soy agresiva. Pero no sé qué me ocurrió, solo sentí una rabia que vino de pronto sobre mí, y fue como si me cegara de pronto y alguien más controlara mi cuerpo sin permiso, y causara todo aquello, y por eso me llevaron a la oficina de la directora. No estoy orgullosa de lo que hice. Y sé que mamá tampoco lo está. Aunque agradezco inmensamente su defensa hacia mi. Y no tuve muchos problemas después de eso. Mi maestra es muy buena.

No me disculpé con ese niño grotesco por lo que le hice, y por eso llamaron a mi madre. Pero qué más da. Siento una rabia todavía. Me enfurece que las personas malas hagan daño a otras y no tienen mayores consecuencias, y las buenas, al menor movimiento en defensa propia, ya todos saltan sobre ellas, y se apresuran a arrojarla al foso de leones, a gritar como dementes que merecen castigo. Es totalmente injusto. Pero ya he dado mi opinión sobre el mundo en una ocasión, ¿cierto? Las cosas no han cambiado en estos largos y agotadores meses, (que han sido muchos).

Creo que la rabia que siento prevalecerá. Lo intuyo. Y es que, ¿cómo podría cambiar con el mundo cayéndose a pedazos como edificio azotado por terremoto y las personas meciendo con las brío las placas de las tierra, para disfrutar del desastre inminente? Sí, disfrutan. No cambian. Prefieren deleitarse en el desastre. En la miseria. ¿Por qué? Lo ignoro por completo, pero sí creo que la fábrica de la fórmula de ignorancia creada está batiendo unos cuantos records, y saturará los mejores mercados.

En cuanto a los demás, me parece que Laura tiene una obsesión con querer atención, y no es que sea malo recibir atención, lo malo es cómo se pide ésta. Y la atención que ella quiere no es la que recibe, lamentablemente. Sé que los adultos son complicados y mi opinión sobre los adolescentes, es que es más fácil arrastrar a una mula. Ya va a saltar Laura a decir que me calle, que yo no sé nada, que cierre mi horrible y gigante boca de pato y vaya a comprarle golosinas a la tienda, sino le dirá a mamá que no lavé los platos hoy, después del almuerzo. Mi hermana es una dulzura.

No hablo mucho con mamá porque está muy ocupada desde que se casó. De Papi Matt no tengo ninguna queja, claro. Solo que es algo distante. Y lo entiendo. Saltó de ser soltero a ser esposo y padre sustituto de dos niñas, una bastante rebelde, y la otra, completamente ignorada por el mundo y la sociedad, y de un varón ausente que se ocupa de hacer desastres por allí, lejos de mamá.

Sigo con mis únicos amigos. Y no tengo mayor entretenimiento que ellos, la televisión para ver películas y documentales interesantes, y Chispa, nuestra perrita. Lo demás es parte de la rutina: sobrevivir en la escuela, ser de buen agrado a Laura (una vez a la semana, tal vez), y poder respirar tranquila por cinco minutos más o menos, con su buen trato, jugar con Chispa, hacer los deberes de la escuela, los de la casa, y eso es todo.

He conocido a otros niños aunque nos vemos dos veces por semana. Juego hasta lo razonable, pero no quiero arriesgarme mucho. Una de ellas, que me parece menos agraciada que yo (aunque suene muy cruel), no le agrado. Motivo: desconocido. Pero a pesar que no me parece nada agraciada, no la he tratado mal ni mucho menos, sino que ella lo ha hecho conmigo. Y me ha hecho concluir otra cosa: que seas bonita, o que tengas dinero, o seas feo, o pobre, no significa que tratarás a los demás de manera determinada. Todo depende de ti, y cómo quieras tratar a otros. A los que te agradan, y los que no. Las circunstancias que tengas no es excusa. 

Lo que ocultan algunos ojosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora