XII

9 2 0
                                    

Laura se ha ido de casa.
Sí.

Sigo temiendo que mamá pierda el bebé que descansa dentro de su barriga abultada.

Mi hermanito no. Él no. Llévate a Laura, a mí hermanito no.

Todo a ocurrido en semanas pero siento que a pasado tan rápido como horas que asombrosamente se hacen cortas. Demasiado cortas. Parpadeas . Ya es de noche y debes hacer la cena.

Laura y mi madre han peleado. Gritado. Han soltado insultos como lanzar cuchillos al aire y esperar a ver a  quien se le clava en el cráneo. Cada uno se fue a la cama , luego de horas, con los ojos llenos de ira humosa. Mi madre a vuelto a arrastrar a esa Laura iracunda  por los largos cabellos castaños. No sé si se lo merezca. Aún así, no creo que nadie deba ejercer esa violencia con nadie. Tuve miedo de que Laura golpeara, sin quererlo, a mamá en su panza y adiós hermanito.

Lo que sí deseaba es que todo terminara de una vez porque todos estábamos cansados en casa. Matt tenía una mirada de delirio interno, de ojos acuosos, de lejanía como remedio cuando me acerqué a él para darle un abrazo. No lo aceptó. Mamá actuaba de una manera desconocida para mí, se le notaba la rabia arrastrada en cada palabra que su boca soltaba , sus ojos acuarela han perdido toda clase de brillo. Y ya no poseen la hermosura de antes. (me pregunto si en mis ojos cafés se nota la tristeza tanto como a ella se le nota la frustración). Predomina ese color que no me gusta , ese amarillo limón que aparece solo cuando está burbujeando irá hasta por los oídos. (como ese día que le aventó a Laura un estante muy pesado y cayó en mi espalda. No estoy segura, pero supongo que mamá no sabía lo que hacía. Estaba cegada). Pero ya Laura no está. Se fue anoche , dejando sobre la mesa una hoja a rayas, llena de palabras dolorosas.

Sabía que esto iba a pasar. No estaba cien por ciento segura. Pero lo presentía. Laura había actuado muy raro los últimos tres días . Y las sensaciones que te causan los presentimientos son tan desagradables como una descarga de adrenalina sin previo aviso.

Después que Laura llevara a ese chico a casa, obvio que las cosas empeoraron. Me obligó a permanecer en el cuarto de mamá por bastante tiempo.  Cuando salí, no estaban. Se escuchaba la ducha. Sentí un asco impacible en la boca del estómago. En nuestro cuarto había un olor muy peculiar y nuevo. Me dieron náuseas. Lo hicieron en mi cama. Lo sabía. Estaba más que segura. Pero todo debía permanecer en secreto. Shhh, ni pienses siquiera en abrir tu detestable boca porque te moleré a golpes.

Luego, ese otro chico. Con el que escapó. El desastre total. Explosión. ¡Boom! Yo recibo los horrendos restos y me manchan mi pijama favorita.

Mis brazos aún tienen moretones. Me recuerdo de ellos cada vez que, al restregarme con jabón, paso mi mano sobre alguno. Morados, verdes. Me duele. Aguanté todo lo que pude este tiempo los golpes agigantados de ella, de ese ser malvado con los ojos de demonio. Veía la rabia ciega, más grande que una grúa, en sus ojos rayados. Y sentí pena por Laura. Nunca se lo he dicho. Nunca se me ocurrió decirle que ella me causa pena, mucha pena. Desde su ida, la casa está solitaria.  Mamá vive confinada en su cuarto. Casi no la veo. Solo para comer. Se irrita muy de prisa. Matt trabaja todo el día. Solo tengo la presencia de la tele y los libros. No falta mucho para que nazca mi hermanito. Y me he ofrecido de niñera .

Estoy de vacaciones pero no quiero volver jamás a la escuela. Antes que Laura se fuera de casa volví a perder la calma. Fui yo quien molió a patadas a otro niño estúpido e irritante. Espero que no llegue a enterarse. Me pegaría. Y no me gusta cuando lo hace.

No sé cómo sentirme respecto a mi hermana. Tengo divididos mis sentimientos. Me siento mal por sentir alivio. Pero tengo un desagradable sabor en la boca, como un presagio, de que las cosas no irán de viento en popa. ¿Extraño a Laura? No podría decir que sí, pero tampoco un rotundo no. O creo, más bien, que extrano cualquier presencia en casa porque todo se ha vuelto muy claro, nítido y espantosamente verdadero: estoy completamente sola. La habitación está vacía . La cama de al lado nadie más la volverá a ocupar. Y tengo que acostumbrarme a contar solo con la negrura por las noches. Nadie se quejará de mis gritos despertando de una horrible pesadilla y me gritará en cambio, que me calle, que está tratando de dormir.  Solo me tengo a mi , los objetos inanimados y yo de nuevo. Y se escurre por la rendija de la puerta y las pequeñas aberturas un líquido espeso de soledad, que mancha el piso y se lo come luego. ¿Ese líquido aparecerá en mis iris y reemplazará el color? ¿Lucirán como los ojos de mi padre, con una negrura culpable y vacío impetuoso?

Mis pesadillas no han disminuido. Se han vuelto más constantes y sangran. Veo los hermosos ojos de mi madre borboteando sangre. Mis manos tienen sangre seca. Estoy llena de ella. Huele muy mal. Estoy sola en un callejón , con mamá recostada, sin vida, en la pared, mirándome, ojos sin vida, la cosa roja se escurre desde los rincones. El sudor frío persiste toda la noche, volviendo mi piel pesada, pegajosa con  un hedor a miedo pululando constantemente.

Y ahora ¿qué sigue? Porque creo que no estoy preparada.

Lo que ocultan algunos ojosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora