Labios frappé

79 2 0
                                    

Capítulo uno

Fui una artista apasionada con su arte, buscaba inspiración en cada una de las esquinas y me ahogaba en ella, para luego emerger y plasmar de una forma tan pasional lo que sentí.

Todo era inspiración en aquel entonces, el pájaro que deleitaba a las personas del parque con su melodía, la brisa que abrazaba mi cuerpo y lo hacía estremecer, las escazas gotas de lluvia que golpeaban mi rostro para comenzar a formar parte de él temporalmente, la luna, el cielo, el mar, la planta de mi abuela Marta y la verdad es que todo aquello tangible y no tangible.

Pero todo artista tiene su musa, Buñuel tenía a Catherine Deneuve, Edgar Steiche a Lee Miller, Dalí a su esposa Gala, y yo... yo la tenía a ella.

Conocida como la chica de labios frappé, pues sus labios sabían exclusivamente a ese tipo de café. 

Y cuando la conocí, tomaba un frappé.

Cuando la enamoré, tomaba un frappé.

Cuando dormimos juntas, tomaba un frappé.

Cuando discutimos por primera vez, tomaba un frappé. 

Y cuando rompimos nuestros corazones, tomaba un frappé.

Todas mis primeras veces en algo estuvieron acompañadas por ella, y un frappé. 

Desde entonces el sabor de esa dichosa bebida se grabó en mi memoria como si de cualquier poema de Shakespeare se tratara. Desde entonces me sorprendo a mí misma escribiendo desde el alma lo mucho que me gusta el contraste que hacían sus labios con el sabor del café, y desde entonces me niego a probar uno de esos de nuevo, si no es de su boca.

Sanación Donde viven las historias. Descúbrelo ahora