A tu lado

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Capítulo siete


Recuerdo la noche exacta en la que pasó todo. Recuerdo tu voz a través del teléfono, suplicando que perdón te perdonara, que me amabas, que lo sentías. 

Lamento no haber comprendido nada en ese entonces y no haber podido decirte que te perdonaba, que siempre lo haría, porque mi amor no era egoísta, porque te amaba tanto que te hubiera dejado ir sin siquiera pensarlo. 

Pero te perdono, sea donde se que estés, te perdono de todo corazón, y deseo que hayas logrado encontrar toda la tranquilidad que te fuiste buscando. 

No te voy a mentir; pasé mucho tiempo llorando tu partida, seguía culpándome y llena de millones de "y si...", fue un proceso largo, y muchísimas visitas a la psicóloga para lograr perdonarte de verdad, para lograr ver que en muchos sentidos era lo mejor para ti, que te estabas ahogando en vida. 

Duré tantos años sin poder hablar de ti, de nuestra historia, de lo que pasó. No era capaz ni de formular un pensamiento consistente respecto a eso, por eso decidí escribirlo, porque de alguna manera necesitaba soltarlo, dejar de mantenerlo tan sólo en mi memoria, pues el recuerdo se estaba comenzando a volver borroso, y nuestra historia es algo que vale la pena inmortalizar, tú eres algo que vale la pena inmortalizar. 

Me encantaría reencontrarme contigo algún día, tú tomando un frappé, y yo una malteada de fresa. Me encantaría poder decirte viéndote a los ojos, a esos ojos que se grabaron en mi memoria y que por más que me esfuerce no podré olvidar jamás, que te perdono, que te entiendo, y que sigo estando como años atrás estuve; comprensiva y a tu lado.

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