˗ˏˋ ☪️ ˎˊ˗ XI.

3.2K 274 310
                                    

    Eran alrededor de las cinco de la mañana. Ya era una costumbre para los dos desvelarse hablando, estando abrazados diciendo estupideces o contando cosas que les estresaban. El celular el ojiazul comenzó a vibrar, lo estaban llamando. Si el morocho fuera celoso ya de hubiera muerto por desconfiado, sabía que su querido Manuel recibía varios mensajes al día de personas interesadas en él, o de sus amigos que siempre lo buscaban para salir. Pero algo pasó esta vez.

–Ni se te ocurra atender.– Estaban cómodos, acostados y abrazados con el cuerpo entrelazados. Se regalaban suaves y tiernos besos. Manuel hizo caso omiso a su orden y se estiró para tomar aquél celular tan molesto. –¿Yo hablo en chino?– Tomó el brazo que buscaba el teléfono celular he hizo que lo apoyara en la cama, dejando José sobre el mayor con cara de pocos amigos.

–Puede ser una emergencia, nadie llama a esta hora.– Se intentó soltar pero el de ojos negros besó su cuello dando pequeñas mordida. –J-José...– Se estremeció, al carajo con el otro, si se estaba muriendo que se la aguantara. –Como quieras, mi rey. Oww, estás celoso.~–

–¿Qué?, ¡No!– Intentó parecer avergonzado, enojado o algo parecido con una emoción fuerte. –Callate, vos.–

–Tu mirada dice otra cosa. ¿Quién es el que te está matando?– Preguntó curioso, mordiendo su labio inferior.

–... Todos. Me están matando todos los que tienen el privilegio le de estar con vos, Rivadavia, Ezcurra, Güemes, e incluso me hierve la sangre ver como cualquiera se te queda mirando.– Esto lo dejó sin cuidado.

Manuel prefirió no hablar. ❝Sos bueno mintiendo, pero estoy seguro que algo más te está carcomiendo por dentro.❞ Besó sus labios. –¿Y qué vas a hacer?, ¿Me vas a reclamar como tuyo?~–

–No, sabés que no soy así de tóxico...– Se alejó de él dandole la espalda, el bonaerense lo abrazó. –¿Te diste cuenta...?–

–¿De que le estás mandando cualquiera para poder escapar de contarme lo que te pasa? Sí.–

–... Te conté que me arrepentí de irme a Córdoba a estudiar, ¿no?– Un sonido se afirmación salió de la garganta de Belgrano. –Me tengo que ir igual, en casa casi le matan. Se lo conté a Azuduy, no me reprochó... Pero Bolivar, agh. Lo odio, aún no sé en qué momento comencé a juntarme con ese arrogante... Rosas ni siquiera me dirigió la palabra, solo se alejó y se fue.– Hizo una pausa para no llorar. –Si me voy, me quedo sin nada, familia, amigos, sin vos...–

–Ya, José...– Besó su hombro abrazandolo con fuerza, no podrían hacer nada. –La idea de escaparse no me parece tan mala...–

–¿Con qué plata? Mi vieja no me apoya, quiere verme como un gran abogado.– Sabía que su pareja quería estudiar eso, así que dijo que no era para ofenderlo. –Pero me interesa entrar en una carrera militar... ¿Me imaginas yendo a recuperar las Malvinas?– Rió melancólico.

–¿No era que allá en Córdoba había una carrera que te gusta?–

–Manuel.– Dijo enojado y se giró para verlo, apesar de no lograrlo por la oscuridad. –Si supieras las de mentiras que digo al día para intentar de quedar bien o justificar mis errores e incluso los de los demás, creeme que me dejarías.–

–Bobo...– Lo abrazó escondiendo el rostro en su pecho. –De todas las que decís, te suelo detectar una o dos... A mí no me tenés que inventar cosas...–

Besó su cabeza, realmente no quería decir nada. Solamente siguió regalándole mimos a su amado. –... La idea de irnos al carajo de acá no me desagrada tanto ahora...–

–¡Nos vamos al norte!–

–Tenés una obsesión por ir ahí. Pero no me molestaría... ¿Vos sí dejarías a tus padres y amigos por mí?–

–José, hace como un año que todo me importa un carajo. Lo único que quería era tu atención, además, Güemes tiene familia en Salta, puedo verlo sin problema... Es el único con el que realmente me molestaría perder contacto. Rivadavia, ¿vos pensás que me alegra seguir viendolo? Era mi amigo pero cambió completamente, yo... Yo ya no quiero estar con él. Ahora, ¿quién me queda? Moreno, mi primo Castelli, Saavedra, Paso. Hace tiempo que no me junto con ellos, intercambiamos un par de palabras y listo... Decime, ¿qué más?– Se había deprimido un poco al darse cuenta que solo tenía dos personas en las cuales confiar.

–Nos vamos.–

–A ahorrar se ha dicho.– Acotó bostezando. –Ahora sí me dio sueño.–

–Yo no, quedate un ratito más.–

–No me voy a ir a ningún lado, solo voy a dormir.– Buscó su rostro en la oscuridad gracias a sus manos, sintió sus mejillas mojadas. –¿Estás llorando?–

–Sí...– Puso sus propias manos sobre las del castaño.

–¿Por qué?– Preguntó curioso, pensando el algo que tal vez podría haber hecho sentir mal al de procedencia del litoral.

–Porque te amo mucho, demasiado. Todo el tiempo estoy pensando en vos, en el eco del mar que retumba en tus ojos.– Dijo de manera poética, elogiando sus ojos oceánico.

Belgrano besó sus labios, rostro y fue bajando poco a poco hacia su cuello y pecho. –Le ruego al tiempo que se detenga mientras veo tus labios, solo para para revivir y derretirme una vez más, mirando tus ojos negros.~– Una de sus manos tocó todo su torso desnudo, si José no tenía sueño, Manuel le iba a sacar todas las energías de una manera u otra.

—Qué romántico.~– Comenzó una batalla de besos y de toqueteo.

–No te creas, lo saqué de una canción. Me acuerdo de vos siempre que la escucho. Por tus bellos ojitos negros del diablo y porque toda mi vida te soñé.– El aspirante a abogacía podía ser cursi si se lo proponía, pero él era más de acciones que de palabras y lo estaba por demostrar ahora mismo mientras le quitaba la poca ropa que le quedaba al correntino.

–¿No tenías sueño?~–

–Quiero ver si así te lo puedo contagiar, cariño.~–

    Pues, al final sí agotó al pobre chico azabache. Ambos quedaron exhaustos. Miraron por la única ventana del cuarto de Belgrano, estaba amaneciendo. El cielo teñido de un naranja vivo con destellos amarillos les indicaba esperanza, era una mañana fría pero al estar tapados y abrazados no sentían nada. Los pájaros cantando era lo único que los sacaba de quicio, pero no le tomaron mucha importancia.

—Ahora sí tengo sueño...—

—Seis y media de la mañana, ¿faltamos?—

—Te vas a quedar libre.— Manuel lo besaba para callarlo. —Además... Tenés que hablar con mili pili esa...—

—Shhh, ¿pensás que me importa?— Tomo el silencio de José como respuesta. —Exacto.— Bostezó el correntino besó su frente. —Te amo.—

—Yo más, y lo sabés.– Ambos se acurrucaron para dormir mientras seguían abrazados, poco a poco sus párpados bajaron en contra de su voluntad y acabaron dormidos.

    Posiblemente los padres de Manuel entren en cualquier momento a despertarlos para ir a la escuela, pero cada uno fue a sus respectivos trabajos sin chequear el cuarto de su hijo.
El plan de irse a Salta o Tucumán se pondría en marcha apenas acaben la secundaria, adiós a la idea de ingresar en la UBA, aunque arriba de todo del país también podría llegar a tener buenas universidades. No sé, no sabían, nadie sabe nada. Mientras estén lejos de Buenos Aires, todo iba a estar bien y si seguían juntos apesar de todo, mejor. Belgrano le agradecerá por siempre a San Martín su manía por revisar cosas ajenas, pues gracias a la curiosidad del correntino, ya está seguro de su futuro y de todo.

❝Soñé.❞  [San Martín x Belgrano.]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora