Debía confiar en él, y él en él.

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POV. DEREK

Lunares, lunares y más lunares. Que tentación verlos todos.

— Compré esto para ti, mi solecito —solté un falso tono de ensoñación, mientras le ofrecía el pequeño cactus que adquirí en oferta; no era precisamente para él, pero me agradó que al final fuera de esa forma. Lo vi rodar los ojos y bufar divertido, al tiempo que tomó el cactus entre sus manos.

— Oh mi calabacita, no debiste —dijo con el mismo tono que yo usé, dando una rápida examinación al cactus. Sonrió levemente, dejándolo frente a él y tomando lo que parecía una figurilla de madera— Lo compré en una de antigüedades —tendió sus manos cerca de mí, sosteniendo el detalle que había comprado para otra persona.

Era un lobo aullando, tallado rústicamente sobre madera, sin detalles que resaltaran o al menos un moño. Curioso regalo para una cita. Lo coloqué junto a mi copa de agua y regresé mi atención a ese curioso ser, que me estaba siendo difícil no comérmelo con la vista.

No lograba entender de dónde había salido mi valentía para acercarme a ese chico y proponerle tener nuestra propia cita.

Después de estar esperando a Kate durante una hora y media, decidí terminar con todo eso. No solía esperar tanto tiempo por alguien, pero lo consideré una excepción por tratarse de ella. Habíamos tenido un pequeño romance durante la universidad y, como es usual, en cuanto terminamos los estudios fuimos perdiendo contacto e interés. Pero nos volvimos a encontrar, a platicar y quisimos probar si podía surgir algo más serio entre nosotros.

Su llamada tardía me hizo saber que no. No ese día. Y aunque se disculpó por no avisarme antes, lo sentí como un golpe a mi orgullo. Nada por lo que tuviera algún rencor, pero claramente ella tenía otras prioridades en ese momento, así que lo nuestro tendría que posponerse o simplemente descartarse.

Con eso en mente, me había dispuesto a pagar por el licor que ordené y marcharme de una vez. Incluso iba a dejar "olvidado" el pequeño cactus en la mesa.

Pero entonces lo vi.

Mientras me iba levantando, mis ojos captaron su figura en el otro extremo del restaurante. Fue como si mi cerebro me obligara a voltear, como si hubiera distinguido algo o a alguien que conocía. Es posible que mi inconsciente lo haya detectado antes.

La criatura me era familiar. De piel pálida y bonita, adornada por lunares que hacían camino por su rostro y cuello, suponía que también por el resto de su cuerpo esbelto. 

Sabía que era unos cinco o seis centímetros más bajo que yo. Iba ataviado con una americana negra, camisa azul marino, jeans deslavados y sneakers de color gris. No necesitaba revisarlo de más, lo conocía de vista. Un chico atractivo y podría decir que me causaba ternura.

Recordaba haberlo encontrado en situaciones similares. Ya habían pasado unos años desde que lo vi llorando afuera de otro restaurante. En ese entonces no le di importancia, recién me había mudado a ésta pequeña ciudad y no quería lidiar con problemas de un adolescente que ni siquiera conocía y seguramente se olvidaría de eso al día siguiente. Suficiente tenía con mis propios problemas como para entrometerme en asuntos ajenos.

Pero empecé a encontrarlo más veces, generalmente en el mismo estado deplorable. Y hasta ese momento no había tenido el ánimo de acercarme, primero porque no sabía qué decirle y no creí que fuera correcto inmiscuirme, y segundo porque cuando llegábamos a coincidir yo solía estar en compañía de otra persona, así que me tocaba verlo de lejos.

Calculaba unos cuatro meses desde la última vez que lo vi, y no parecía que su situación hubiera mejorado. De hecho no lo entendía, el chaval de nuevo estaba solo, no podía ser tan malo, se miraba agradable y fácil de tratar.

Cariño Mío (STEREK, PIAM)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora