Sábado 08:12 a.m.
El cielo no estaba despejado, pero habían unos cuantos destellos de luz que iban alumbrando la mañana gris. Personas de todo el país acudían al funeral del hombre más adinerado de la ciudad. Todos querían acompañar a la heredera en su penar.
Mientras tanto, la joven Caum se encontraba en esa encrucijada de su vida entera, en dónde las apariencias la guiaron y orientaron al camino de la falsedad que conformó la estructura de la hipocresía que fue desarrollando a lo largo de los años.Cael, entre individuos que no reconocía pudo darse cuenta de la gran variedad de expresiones. Hombres y mujeres de cabellos platinados, personas de todas las edades asistiendo a la despedida de un hombre que no conocían en lo más mínimo. La heredera sabía que el mundo fue formado a partir de accidentes, pero se fue forjando a partir de la fuerza. Dentro de ella habitaba ese recelo a la sociedad y a la jerarquía que representa, sus impulsos naturales la cegaban a convertirse en un ser irracional aunque su astucia era la que prevalecía dentro de esa batalla campal.
El sacerdote continuó su plegaria, con palabras típicas de los funerales. Ella era instintiva, empero no ilógica. Y basándose en ella se dió cuenta que ahora ella misma era parte de ese círculo intocable. Dentro de su manía por contar y analizar todo, pudo darse cuenta de la presencia de cámaras fotográficas, y también de algunos medios de comunicación. Por esa misma manía suya de análisis, Cael buscó la forma de huir de allí de la manera más discreta posible, sin embargo no pudo evadir a los medios que con esmero procuraban tomar fotografías de ella en primer plano, no obstante la joven heredera se abrió el paso entre ese mar de gente y subió a su camioneta en el silencio sepulcral de su rutina. Caum se dió cuenta de que su vida tranquila en Europa había desaparecido para regresar a ese muladar de atenciones que no solicitaba.
Después de ese homenaje a su padre, siguieron otros tantos dónde se esforzaban por darle una imagen de bondad a un hombre que heredó su fortuna de otro hombre ruin como él y hubo otro hombre ruin antes que él y otro, y otro, y otro que llegó al país con bayoneta en mano y se puso a purgar su nueva tierra de los verdaderos dueños y cuidadores de ella. Cael siempre cuestionaba eso, aunque dentro de ella no le interesaba lo que habían hecho sus antecesores ni mucho menos le interesaba su apellido ni la historia del mismo. Ella era punto y aparte, su padre lo sabía y por ello pretendió protegerla sin conseguirlo. Nadie sabía lo que Cael había vivido, pero las revistas y los medios la habían denominado "la heredera misteriosa", cosa que no pasó desapercibida por una trigueña de los suburbios que quedó prendida a la castaña que llegó al pub de Kravitz el mismo viernes.
La psicóloga no comprendía cómo era que aquella chica que había conocido un día anterior logró captar su atención desde el primer momento en el que entró por el marco de la puerta. La señorita Remart procuró no darle importancia, pero la televisión de la sala de su casa le recordó que la joven Caum no solo era misteriosa, sino que también enigmática, un reto por resolver y que ya la había enganchado lo suficiente como para descubrir todo lo que reserva para sí misma.
Por otro lado, Cael solo pensaba en esas cosas que se había prohibido llevar a cabo y sin embargo cada día cobraban más fuerza que el anterior, era como una voz interna que la llamaba dentro de flamas ardientes y ella entre toda la adrenalina que corría por su sangre y la emoción al recordar la sonrisa de esa mujer tan atractiva, la hizo emprender de nuevo el camino a la carretera. Su reloj marcaba una hora indiscreta, pues el tiempo se le había pasado volando por todos esos intentos de represión a su voluntad. De nuevo se dejó caer la lluvia, y el frío se hizo más y más palpable, la joven heredera aparcó su coche frente a un lujoso y exclusivo edificio, uno que ya conocía de memoria; más pronto de lo que imaginó ya se encontraba en el ascensor marcando ese ya reconocido piso 33, minutos dónde las impecables paredes de acero del elevador le mostraban su reflejo en total seriedad.
ESTÁS LEYENDO
Sirrush
Romance"Mírame con desprecio, verás a un idiota. Obsérvame con admiración, verás a tu señor. Contémplame con atención, te verás a ti mismo." - C. Manson. Dicen que los dragones son un mito, al igual que criaturas fantásticas e inteligentes y éste no es la...