XV

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2017,

—¿Sabes lo que me estás confiando, Cael?— la rubia Bisen cuestionó dubitativa —No tengo otra salida, se me acabaron las oportunidades— confesó la heredera agobiada —¿Me estás diciendo que quieren matarme por lo que dije en el programa?— Zia interrogó más que asustada —Este hombre no puede permitir que Sirrush quede expuesto, los Castinger ya están desapareciendo. Tu fuente más cercana ya lo hizo. Tengo que sacarte de la ciudad...— Bisen no lograba entender la estructura mental de Cael, no conseguía aclarar todo lo que guardaba la castaña. Semanas anteriores la había intimidado a tales grados que pensó que sería la propia Caum quien la liquidaría —Espera, ¿quién me quiere matar? Estás de broma, ¿verdad?— el silencio de la millonaria se hizo presente, dejando caer un bloque de hielo en la habitación, congelando las emociones y el cuerpo —Tengo una casa al otro lado del país, pequeña y en una zona segura. Permíteme ayudarte, por favor— dijo en un tono casi suplicante al cual la misma Zia no terminaba de comprender —Tú misma querías hacerlo, ¿qué ha cambiado?— pensativa, Cael tomó sus cosas y con el rostro completamente oscurecido la sujetó por los brazos —¿Sabes por qué la gente como yo es generacionalmente millonaria? Porque sacrificamos lo que más amamos por dinero, vomitamos los escrúpulos y somos capaces de entregar a hijos y padres con tal de aumentar nuestro capital. ¿Crees que mi auto salió de la nada? Precisamente salió de una humillación pública en este grupo de mierda. Lo que me han hecho no se compara en nada con lo que te harán si te atrapan. Coge esto— Cael le entregó una carpeta con los documentos de defunción de su madre —Necesito que te lleves esto, confía en mí... Vienen a matarte, soy tu única salida, Zia...— anonadada la rubia echó un vistazo y pudo leer claramente “víctima de tortura”, observó a Cael y atestiguó una chispa de incontenible tristeza en su interior, lo que la hizo pensar en todo lo que experimentó en su corta vida —Digamos que te creo, ¿quién vendría a matarme? —Escucha Bisen, yo también estoy arriesgando mi jodida vida al hacer esto, no tengo porqué hacerlo. Puedo dejarte morir, pero no soy así. Vendría a matarte Sirrush con todos sus dragones, te llevarían a algún sitio a ultrajarte, humillarte y después de una prolongada exposición, te cortarían la yugular para finalmente, arrojarte al jodido río y culpar a algún asesino local. ¿Entiendes o no?— por alguna razón la rubia encontraba el discurso de Cael convincente, era casi como si ella misma hubiera presenciado tales actos —No tenemos más tiempo, la única forma de que puedas salir de la ciudad sin que notifiquen a Sirrush es por carretera, busca la manera de cambiar tu apariencia y lárgate de aquí antes de medianoche. Ve a esta dirección, te espera una autocaravana con la que podrás atravesar el país. En ella encontrarás más documentos, muchos de ellos cifrados, descodificalos y sabrás todo. Tendrás dinero suficiente para tu viaje, no te detengas, mantente alerta y la dirección de tu nueva casa se encuentra en la banqueta junto a papeles falsos si es que los necesitas. Lárgate de aquí lo antes posible.— Ese tono de voz serio y autoritario reflejaba únicamente el temor de la heredera. ¿Se habría cansado de asesinar personas? Se preguntó Bisen, ¿será remordimiento? Seguía sin esclarecer su pensamiento. Cael salió de su casa como una sombra, se montó en su auto y arrancó para marcharse de allí. El silencio sepulcral que ahora la acompañaba era bastante inquietante, como si alguien estuviera al acecho. Zia, subió a su habitación y comenzó a leer el contenido de esa carpeta. Varios documentos donde aparecía el acta de defunción “oficial”, la que le mostraron al mundo y la original, junto a las fotos del forense. Los ojos se le llenaron de lágrimas, gordas y llenas de sí, una lástima innegable por la heredera. —Tres balazos en la espalda, fracturas en el costillar izquierdo, quemaduras en el brazo derecho; muestras de abuso... ¡Dios mío! ¿Quién mierda hace esto?— la rubia rápidamente leyó el oficial, “enfermedad degenerativa”, cerró la carpeta con fuerza, imaginando el dolor de la joven Caum al ver todo esto y sin darse cuenta una nota cayó a su alfombra. El papel estaba sellado, era una especie de carta. Zia lo sujetó entre sus manos y con precaución lo abrió para encontrar la razón por la cual Cael Caum estaba traicionando a Sirrush... “Señorita Bisen, comprendo su confusión ahora, yo he estado igual durante toda mi vida. Entiendo que desconfíe de mi y de la información que le presento pero veo en usted la necesidad de esparcir la verdad en su más pura forma y por ello, le hago entrega de la información exacta que puede llevarme a la ruina. Atesorelo como si fuese su seguro de vida puesto que precisamente eso es. Respecto a las actas que me atrevo a afirmar que acaba de leer, debo decirle cómo maneja Sirrush el sacrificio de un dragón. A mí me lo presentaron como un suicidio, para hacerme creer que así fue, colocaron a otro cadáver en la habitación de mi madre. De alguna manera mi padre quería protegerme de la horrible verdad, ¿usted se preguntará a qué se debió el final que tuvo mi madre?, es bien sabido que tenía una enfermedad mental, y claro esto se debió a la cantidad de atrocidades que ella misma atestiguó en su momento. La fragmentación de su mente fue visible y digamos que después de ver la violencia en su forma más bruta, enloqueció. Esto jamás la limitó a ser una madre, era fría y distante pero nunca se atrevió a entregarme a Sirrush. No se atrevió a dejarme en las manos de los dragones para convertirme en la nueva cabeza de esto mismo, mi padre inventó una historia de odio desmedido que mi madre sentía hacia mi para que yo no hiciese ninguna pregunta sobre su muerte, lo cual le funcionó a la perfección. No fue sino hasta la muerte de mi padre que pude conocer la verdad, él dejó en la caja de seguridad de mi propia casa estos documentos y pude darme cuenta de lo que significaba. Los tres balazos en la espalda de mi madre significan que tomó mi lugar, aunque ese no era mi final, las fracturas en el costillar significan desobediencia; las quemaduras penitencia, las muestras del abuso son la prueba de que sigue siendo un objeto en el sistema de Sirrush. Lo que quiero decirle señorita Bisen es que mi madre se sacrificó por mi, el final que me esperaba era uno compaginado con la atrocidad, y ella en su instinto de madre, evitó que me sumergiera en un mundo lleno de vicios y de un entrenamiento implacable para capacitarme a hacer lo que a ella le hicieron sin distinción de género. Mi madre se sacrificó por los restos de humanidad que quedaron en mi. Como puede observar Zia, tengo una deuda pendiente con mis padres. Una deuda que debo saldar, su manera de dirigir mi vida no fue la mejor, sin embargo no puedo culparlos más de mis decisiones. Hicieron lo que creyeron mejor para mí, a sabiendas que ellos también pasaron por los mismos arbustos que yo. No existe nadie de esta categoría económica que no haya sido obligado a caminar por el camino lleno de cristales rotos; mis padres lo hicieron y en sus posibilidades quisieron evitarme sufrimiento. Ahora lo comprendo que su frialdad y dureza solo eran la prueba más grande del amor que sentían por mi, y por ello debo aniquilar a esta fuerza que quiere someter a un más a la sociedad. Zia, le entrego estos documentos y otros más, resguardelos y si en determinado momento escucha el nombre Deborah acompañado de lo siguiente «Cael Caum viajó a Europa debido a...», o variantes de esto, vaya a un refugio que le puedo proporcionar, es una casa de seguridad, la dirección está en la misma caravana. Manténgase a salvo, huya. Pronto sabrá de mi.” —Atentamente, C. C. R— con suma rapidez, la rubia comenzó a empacar todas sus pertenencias, las más importantes, sus documentos y ahora, su seguro de vida. Pronto emprendió el camino que le había indicado Cael anteriormente, procurando que nadie estuviera siguiéndola. Cómo pocas veces sentía el miedo revolver su estómago, como si hubiese comido una cantidad enorme de dulces. Su garganta temblaba y a pesar de tener frío, su cuerpo estaba caliente. Quizá por la adrenalina, pensó... Zia debía huir, huir lo más rápido posible, aunque el desconcierto por la actitud de la heredera era enorme podía ver en ella la chispa de culpa y amor al mismo tiempo. Era coraje y valentía, era generosidad y egoísmo, era humanidad en su formato más desinteresado. ¿Quién sería capaz de renunciar a todos sus privilegios con tal de salvar a personas desconocidas? Sí, alguien con el resentimiento de haber sufrido una cantidad de barbaridades a causa de ese sistema de jerarquía y ambición. Alguien que puede tener todo lo material menos la oportunidad del cariño y el calor fraternal. Alguien a quien obligaron a ser calculadora y asesina en progreso, alguien a quien arrebataron la oportunidad de ser feliz desde sus inicios... Cael Caum ahora estaba revelándose contra todo lo que alguna vez la representaba. La heredera misteriosa se encontraba dispuesta a entregar su vida con tal de desmantelar todo aquello que destruyó lo que ahora mismo estaba dispuesta a dar.

2019,

—¿Quién te hizo esto? Dios mío...— Alessa seguía observando aquellas horribles y sangrientas heridas, esas cicatrices que cada vez que las miraba la hacían sentir un mundo de emociones contrarias. Susurró la pregunta con miedo a despertar a la mujer que dormía debajo del pasamontañas. Con más atrevimiento que de costumbre, la psicóloga se dispuso a quitarle el pantalón a su captora. Esos vaqueros verdes que ahora mismo traía puestos estaban empapados de lodo, sangre y agua. ¿Qué habrá hecho? Concentrada, la castaña fue bajando el pantalón con delicadeza, sabía que tenía heridas en la pierna y solamente fue hasta que se desprendió por completo de los vaqueros que pudo ver las quemaduras de segundo grado en su pierna. El terror que sintió Alessa fue tal que estaba por desmayarse cuando logró vislumbrar los pies de su secuestradora... Unos pies que por nada del mundo sería capaz de confundir... —¿C...C... Ca... Cael?— tan pronto como pronunció aquello se desplomó en el suelo...

SirrushDonde viven las historias. Descúbrelo ahora