2019, Oslo,
La heredera enfrentaba un cuadro de incertidumbre grotesca, era darle la espalda a todo lo que conoce por amor. Lo grotesco radicaba en siquiera plantearse que valía la pena seguir dentro de ese cinturón de miseria y dolor. Ya era hora de hacerle frente y precisamente era ella quien en el momento fijo de hoy se presentaba como una insurrección, una impaciente conspiración en contra del sistema de humillación constante, de premiación por silencio y obediencia.
El bien y el mal de nuevo, blanco o negro, no había grises ni matices. ¿Cuál lado debería ser el más adecuado? Obviamente el de la humanidad, el del amor y los sentimientos puros. Aunque el instante del mañana fuera más oscuro que el paisaje de esta hora.
-Dra. Caum, un placer tenerla por acá. La señora Ahlström está esperando por usted- Cael sonrió con amabilidad, sintiendo en el ambiente una latente amenaza, era ésta su única esperanza de salir medianamente triunfante de su situación. La supervivencia de su amada Alessa era su única meta. -Lo sigo, caballero- respondió la millonaria con clara educación, esa voz suya que seguía ganando adeptos podría enamorar hasta el aire, en el auto, el joven miraba por el retrovisor a la enigmática mujer, a sabiendas que jamás podría estar con alguien como ella. Tenía algo que enganchaba, un misterio oculto indescifrable y al mismo tiempo, una seducción indirecta. El silencio los cubría y la heredera solo pensaba en salvar a su amada, pensaba en aniquilar aquella fuerza que solo buscaba su caída. El sacrificio de un peón por la prevalencia del rey. La extinción de la ambición por la supremacía del querer.
El inquietante frío sometía, el aliento dibujado en el viento y el espacio ausente de cariño. No había más movimientos por hacer ni más planes de escapatoria. El último plan dependía de su antigua colega de colegio, la brillante y obediente Carlota Ahlström, dueña de las industrias de hierro y aerolíneas premium. Compañeras de castigos, confidentes de secretos y sí, premios. -¿Estamos cerca ya?- preguntó algo estresada, ocultado sus nervios bajo una capa de impaciencia -Sí, doctora. A la vuelta de esta esquina- el joven no sabía porqué respondía a tales grados de desconcierto. La mujer fría y cortante desprendía un aura oscura que impresionaba a cualquiera. Ella asintió, rebuscando en su mente imágenes de símbolos que ahora no recordaba, mirando en los rincones de su alma aquellos ancestrales rituales que profundizaban su recelo y de pronto, la sonrisa perfecta de Alessa, reluciendo en la tormenta.Finalmente habían llegado a su destino, Cael no contenía en ella misma la derrochadora gana de incendiar el Parlamento de unión de todas esas personas poderosas, esa sociedad secreta de pocos escrúpulos y apabullantes tesoros. ¿Vale más el oro al amor? Un coraje allanó su cabeza, como si su pensamiento hubiese sido invadido por cuatro mil ejércitos de malentendidos.
Adentrada en ese ascensor aclimatado, miraba su reflejo en el metal, vacía mirada y vacía vida sin su amada. Segundos escasos habían sido más que suficientes para finalmente llegar a dónde tenía que estar. La inmensa puerta del penthouse delante intimidaba, más Carl seguía inmersa en sus pensamientos, buscando una estrategia en su interior, casi como Maquiavelo. El joven que había sido su conductor, la introdujo al inmueble y notificó a una mujer rubia de vestimenta impecable la llegada de la canadiense -Dra. Caum, sígame por favor...- su perfecta pronunciación acaparó la atención de la heredera quien, sin decir palabra alguna se limito a hacer lo que le habían indicado, -en un momento la señora Ahlström la recibirá, ¿gusta tomar algo? -Whisky, por favor- la mujer asintió y Cael tomo asiento en la inmensa sala de estar con vista a la ciudad nórdica, la rubia de manera veloz trajo consigo la bebida de Caum, un mudo gracias apareció al mismo tiempo que la castaña de su amiga -¡Cael Caum, tanto tiempo sin verte!- la heredera se puso de pie y acudió al abrazo -Años, ¿cómo estás, Carlota? -Mejor que tú por lo que veo- Cael guardó silencio y apretó las muelas antes de volver a pronunciar una palabra -Ya sabes que han secuestrado a mi prometida, dudo que las noticias no hayan llegado hasta acá -En eso tienes razón, la misma Feld me lo notificó. Temen a que traiciones...- la heredera impasible tomo un sorbo de su bebida -Tienen razones para creerlo, lo único que quiero es saber si ellos lo hicieron o no. Necesito la certeza -¿Por qué, Cael?- la canadiense guardó nuevamente silencio, pensando bien en su respuesta -Porque parece que sí han sido ellos, no pongo objeción a ello. Sin embargo, hay pequeñas cosas que dictan que no. La policía me dice diversas cosas, y si es que Sirrush no la pidió, me gustaría saberlo para asegurar que este a mi lado- la confianza con la que contestó hasta la sorprendió a ella misma, Ahlström denotaba fiereza en su antigua compañera de instituto y si había alguien que conocía las habilidades de elocuencia y la inteligencia de Cael, era ella. No por nada se habían hecho entrañables amigas -Jenna, puedes retirarte. Sal del edificio y lleva contigo a Karl- la mujer rubia salió deprisa, Cael sospechó de ese movimiento pero continuó inexpresiva -acompáñame, te mostraré la casa...- dijo Ahlström con la voz firme. Ambas mujeres subieron unas enormes escaleras blancas hasta una puerta color negro al fondo del pasillo, una puerta que daba a la azotea del enorme edificio. La heredera siguió a su colega, dudando de su comportamiento pero sin querer demostrarlo -¿Ahora sí me puedes decir la verdad? Descuida, aquí no tienes de qué preocuparte- Cael la observó, seguía sospechando, más cuando Carlota se echó a llorar todo desconfianza desapareció -He intentado olvidar lo que nos hicieron, Cael... No puedo, estoy rota. Y si ahora te han hecho esto a ti, es la gota que colma del vaso- la heredera reconoció la sinceridad -Vine a pedirte ayuda, Charlie... No tengo a nadie más, me van a matar en cualquier momento. Pero no se los dejaré sencillo, me llevaré al infierno a unos de ellos, empezando por Ronit- confesó Caum, cegada por la furia -Estoy contigo, ¿necesitas dinero o qué?- habló la noruega -Además, necesito gente, mercenarios si quieres. Con dos me es suficiente, gente de tu confianza que me salvaguarde la vida hasta que consiga lo que tengo planeado- replicó Cael sumergida en sus planes -No tenemos tanto tiempo antes de que se den cuenta que desaparecimos de tu casa, te lo diré rápido... Charlie, tengo a dos personas, una de ellas periodista con toda la red de Sirrush. A la otra le entregué todos los documentos de sus contratos por la prevalencia, entre ellos el contrato de tu madre y el de mi padre. He creado una línea de vida, de supervivientes de sus malditos crímenes. Involucré a un agente de policía, uno que no está dentro de Sirrush, es joven e idealista, lo advertí de la enormidad de la sociedad y creo que puede hacer algo. Todos los integrantes del plan guardan algo por separado y ahora, es cuestión de semanas o de días que todo explote, si uno de mis contactos cae, se hará un efecto dominó dónde el resto caerá también. Estoy cansada, Charlie... No me pueden quitar a Alessa, sé que moriré al final de esto, pero valdrá la pena si logro liberarla del mal que ha recaído sobre ella a causa mía- compartió la heredera con un nudo de desazón en su garganta -Cuentas conmigo, sé que no me dejarás ningún documento a mi, ¿qué más necesitas de mi, Cael?- ambas se conocían perfectamente -Una vez que se sepa todo, haz lo posible por esconder a Alessa.- Dijo casi en tono de súplica. Carlota nunca había visto a Cael de esa forma, tan acongojada y preocupada -Cuenta con ello, para mañana tendrás a las personas que me pediste... Debemos bajar ahora- las dos castañas regresaron al penthouse entre disimuladas risas -¿Y recuerdas cuando a la pelirroja la lanzaron al lago en el festival de invierno?- volvieron a reír, actuando como si nada hubiera pasado -¿Entonces, qué me decías sobre esa tal Alessa?- Cael sabía a la perfección que ya se encontraban en campo minado, y su táctica ahora era actuar o bromear -Es mi prometida, o era. No lo sé, lo que me molesta es que Sirrush no me lo haya pedido, ¿sabes? Con gusto se la hubiera dado, pero si se trata de un plebeyo más, un común... No lo puedo soportar, los peones no pueden hacerme jaque mate. ¿Comprendes?- Cael no se soportaba a sí misma, sentía asco al oírse hablar así -Bueno, quizá y no fue Sirrush... Tienes razón con eso de que él lo solicita, no actúa antes. Es demasiado inusual esto, aunque debes admitir que en tu familia nunca ha pasado algo usual- las amigas comenzaron a reír, esas risas dolorosas que amedrentaban su interior. Esas mismas que maltrataban sus corazones -Ya sé, bueno, pasando página... ¿vas a invertir o no?- cambió de tema Cael, pensando en todo lo que le podrían cuestionar los jerarcas -Me parece ambicioso de tu parte pero está bien, compremos esa aerolínea, te daré mi parte mañana temprano y me dejas el cinco porciento de la compañía. Luego me compras las acciones, odio América. Jamás pondría un pie en ese suelo...-
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Sirrush
Romance"Mírame con desprecio, verás a un idiota. Obsérvame con admiración, verás a tu señor. Contémplame con atención, te verás a ti mismo." - C. Manson. Dicen que los dragones son un mito, al igual que criaturas fantásticas e inteligentes y éste no es la...