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2019, dos años después de la muerte del señor Caum

La puerta se escuchaba, incesante y estresante sonido, Cael despertó de su siesta y acudió al llamado de la entrada, –¿Doctora Caum? –Ella misma. – Respondió la heredera confundida a ese hombre con semblante imperturbable. –Soy el agente Adel Seed, ¿me permite pasar? –Claro, por favor...– Cael analizó la situación, un agente se había presentado en su casa a las 7 de la mañana. Algo extraño sucedía y tenía un mal presentimiento.
–Dra. Caum, necesito hacerle unas cuantas preguntas. –Adelante, oficial. –¿Conoce a la doctora Remart?– Cael sintió un gran escalofrío caminando por su espalda, una cantidad de preguntas abordaron su mente y una inmediata preocupación la invadió. –Claro que la conozco, es mi prometida.– Respondió al agente con seguridad y con una ansiedad palpable. –De acuerdo, ¿cuándo fue la última vez que la vió? –¿Qué quiere decir?, ¿dónde está Alessa?– preguntó con desesperación la heredera. –Doctora, ¿la amigos de la doctora Remart no se han comunicado con usted?– Cael sintió un peso gigante caer sobre ella, no comprendía la situación y un impulso de gritar al oficial la habían conquistado –Oficial, claramente no lo han hecho, ¿me puede decir qué es lo que ha pasado con mi prometida?– Exigió con total autoridad, haciendo que hasta el mismo agente sintiera su persona como una pequeñez –Doctora, su prometida ahora está reportada como desaparecida, estamos tratando de encontrarla pero los testigos dicen que se puede tratar de un secuestro.– Cael sintió la exasperación correr por sus venas y sin pensarlo, buscó una manera de drenar el coraje y la frustración que estaba sintiendo, golpeó la pared con fuerza para después regresar su mirada al agente Seed –¿Secuestro? ¿Testigos? Lo último que supe de ella fue que saldría de cámping con sus amigos al lago Rosseau. Yo misma le ofrecí mi cabaña, debe de haber un error oficial... Ella no puede estar desaparecida... No, no puede.– Cael daba caminatas con idas y vueltas, mientras la bata que cubría su pijama se abría, quería buscar a Alessa ella misma, pero antes quería golpear al agente en la cara. –¿Por qué no fue con ella?– preguntó el oficial, esperando una respuesta mientras sostenía una pluma en su mano izquierda –Tenía que atender unos negocios de la compañía... Me dijo cuando se fue que regresaría hoy...– la intranquilidad la sometía, ni ella misma se reconocía en ese estado de desesperación total. –Doctora Caum, los testigos dicen que al dar un paseo en bicicleta por el bosque cercano al lago, su prometida se alejó del grupo porque algo le fallaba a su bicicleta, les dijo que regresaría al establecimiento que las rentaba pero los dependientes dicen que no regresó.– Cael sintió su sangre arder. Era como si todo de ella se hubiera desaparecido para convertirse en una llamarada.

No comprendía cómo era que el enojo, la preocupación y la desesperación podían subir a su mente y calentar su sangre a tales magnitudes, era el amor de su vida quien estaba desaparecida, ni más ni menos.

Con suma frustración, emitió un gruñido que sorprendió al oficial puesto que toda la sociedad reconocía a Cael como una mujer cautelosa y discreta y ahora mismo estaba perdiendo la cordura. Aunque el mismo agente comprendió el motivo por la soltura de enojos e iracundos gestos.

–Oficial Seed, dígame por favor, ¿qué testigos suponen que fue un secuestro?– Cael sentía el aire ser corrosivo dentro de sus pulmones, desde que conoció a Alessa, su vida dió un giro completo que la llevó a ver a su prometida como imprescindible en su existencia, una mujer irremplazable. –Me temo que no puedo proporcionarle esa información, porque es confidencial. –¿Confidencial? ¿Agente, le debo recordar que la mujer a la que suponen que han secuestrado es la prometida de la mujer más poderosa de este puto país? Y si yo quiero, pongo hasta el puto ejército a buscarla, y ni usted ni nadie me va a prohibir buscar a mi mujer. Así que haga sus esfuerzos por encontrarla que yo haré el mío. No pienso quedarme con los brazos cruzados cuando sé que corre peligro, así que en lugar de estar aquí, diciéndome información a medias, ¡VAYA A BUSCAR A MI MUJER!– la heredera se había exaltado, el oficial se dió la media vuelta para salir huyendo de allí. En su vida había sentido tales grados de nerviosismo, la señorita Caum nunca le había gritado a alguien así, pero había perdido la compostura y sin dar más vueltas al asunto, en menos de quince minutos la heredera se encontraba conduciendo rumbo a su cabaña en el lago Rosseau, con una velocidad bastante alta llegó al lago, dejando su auto en manos de los sirvientes de la cabaña... Se adentró en ella, viendo cómo es que las cosas de Alessa aún seguían en la habitación y sus pertenencias seguían llenando la casa, Cael sintió un espasmo doloroso en el pecho, como si le hubiesen cortado el aire de una tajada, le dolía el interior y el miedo la acompañaba fervientemente.

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