Ch. 8

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A veces el asombro sólo entorpecía el cuerpo, así como el peso de los sentimientos podía hacer que la persona más activa quedase inmóvil ante la dicha, y es que Jeon no lograba mover sus piernas. Haber logrado escuchar en directo la voz de su compañero del alma, había hecho que sus piernas se enraizaran a la tierra como método de defensa para no caer desmayado. ¡No se lo podía creer! Sus mejillas se colorearon y las lágrimas amenazaban por escapar de sus ojos, con ese simple hecho casi se sentía completo.

Breves segundos que terminaron siendo una eternidad. Jungkook volvió en sí para buscar con la mirada al dueño de aquella melodiosa voz. No perdió más tiempo e ignorando la molestia de sus músculos por el sobre esfuerzo anterior, intentó dar con la persona que tenía su corazón sin saberlo.

–¡Jimin! ¡Jiminssi! – Gritó tan fuerte como su garganta se lo permitió. –¡Jiminssi! –

Las reacciones habían sido diversas, aunque eso no quitaba el murmullo general por el alboroto público que estaba armando. Cómo si le importara algo tan mínimo.

–¡Jim...! –

El castaño se quedó quieto sin poder terminar de pronunciar ese bello nombre, contemplando como una figura menuda se tensaba un poco más lejos de él. El cuerpo delgado de un chico con una enorme sudadera negra que lo cubría, quien comenzó a correr despavorido. ¿Sería él quién andaba buscando? Su corazón sólo latió con más fuerza.

Siguiendo los impulsos, corrió tras él. Vaya que era rápido, o tal vez Jeon sólo estaba exhausto.

–¡Jiminssi, espera! – Estirando su diestra, el universitario no se dio por vencido, intentando alcanzar al contrario.

–¡D-Deje de seguirme! – Respondió el otro, antes de ingresar a un restaurante familiar.

Genial. El mayor mordió su labio inferior con frustración, intentando controlar su respiración a las afueras del local, no quería parecer alguien muy sospechoso después de todo. Secando el sudor de su frente con su antebrazo, se normalizó para poder entrar en el local. Era un sitio sencillo, con pocas personas comiendo, donde el olor a frito era más que notorio.

Kook miró a su alrededor y no pudo encontrar al muchacho, ¿habría visto mal? Hasta que proceso, era obvio que se debía estar escondiendo y qué mejor lugar que el baño. Iba a dirigirse allí hasta que sintió la mirada acusadora de la chica tras el mesón, claro, de seguro pensaba que al igual que Jimin simplemente habían entrado por el baño. Pasó saliva rogando porque las cosas no salieran mal y se acercó a la caja.

–Eh, si, hola. – Dijo con notorio nerviosismo.

–Bienvenido, ¿en qué puedo servirle? – Cuestionó la fémina sin ninguna emoción en particular.

–Ah, sí...--Algo dudoso, el castaño miró las pantallas y las ofertas del lugar. – Quiero dos batidos medianos por favor. Uno de ... ¿vainilla? Sí, uno de vainilla y otro de chocolate. – Dijo retirando un par de billetes del bolsillo de su pantalón.

–Son tres mil ochocientos won. – Respondió la muchacha al recibir el dinero. – Dígame su nombre para anotar el pedido. –

–Jimin. – Dijo el castaño sin dudar antes de tomar el recibo. – Necesito ir al baño, no importa que después sólo deje mi pedido sobre esta mesa. –

–Bien. – La dependienta se encogió de hombros para girar hacia la cocina y que prepararan el pedido.

Por su parte, Jeon se apresuró hacia el baño de varones. Con las piernas temblando y mordiendo su labio inferior, ingresó mirando a su alrededor. Estaba vacío. ¿Se había equivocado definitivamente? La ola de decepción que se albergó en su interior desapareció tan pronto delicados sollozos se colaron en sus oídos.

Uno de los cubículos estaba cerrado, y podía apostar su vida a que Jimin estaba llorando del otro lado.

–¿Jimin? – Cuestionó con la voz más dulce que pudo. --¿Jimin eres tú? – Pronunció acercándose tras la puerta.

–¡A-Aléjese! – Gritó el nombrado. –¡P-Prometo no molestar a Yoongi-hyung de nuevo, pero no me haga daño! –

El pecho del mayor se comprimió con dolor. Su mate estaba completamente aterrado.

–N-No te haré daño, Jiminssi. –

–¡N-Ni siquiera lo conozco! – Continuó algo más agitado producto del llanto. – D-De seguro le hace el favor a Zico, pero ¡de verdad no volveré a hacer nada más! S-Solo...Sólo déjeme en paz. –

Las rodillas del castaño temblaron. Zico. Yoongi. Ese era su Jimin, su amado y roto Jimin.

¿Por qué no podía tener más fuerza para tirar la puerta que los separaba y arrullar a su pareja por el resto de su vida?

–Yo...me llamo Jungkook. – Dubitativo, el mayor frunció el ceño apoyando sus manos en la fría superficie que lo separaba de su felicidad. – No soy amigo de Yoongi, ni de Zico. – Susurró. – No puedo decirte de donde te conozco, pero puedes apostar a que estoy de tu lado. – Sus comisuras se elevaron en una minúscula sonrisa para que apoyara su frente en la pared del cubículo. – Estoy aquí para apoyarte, en serio, quiero estar contigo y que estés feliz porque es lo que hacen...– Mierda. Se detuvo ahí, tragando el amargo sabor de sus próximas palabras. – Lo que hacen los amigos. –

–No... No somos amigos. – Jimin no daba su brazo a torcer. – No me conoces...no puedo confiar en ti y tú... tú no deberías querer confiar en mí. –

La desesperanza era casi palpable, y aquello sólo aumentaba el anhelo por estar al lado de su compañero.

–Tienes razón, no somos amigos. – Claro que no. – Pero podemos serlo. – Pasando algo de saliva se apartó con ligereza de la puerta, contemplando la pulcritud de ese blanco material que los alejaba, que los dañaba. – Piensa en mí como si fuera tu amigo Tae.—

–¡¿Cómo conoces a Taetae?! –

Rayos, la había cagado una vez más.

–No puedo decirte. – La saliva bajó por su garganta en un sonoro movimiento. – Pero en serio quiero ser tu amigo. – Siguió. – Ni siquiera... ni siquiera tienes que verme aún. Comprendo si no confías en mí. – Inhalando con profundidad volteó hacia el espejo, antes de sacar algo de jabón líquido del contenedor. – Podemos ser amigos por mensaje... te dejaré mi número. No compartiré ninguna fotografía mía o algo así, y podrás escribirme siempre que lo desees.—

El silencio se prolongó mas los hipidos iban desvaneciendo. Era una buena señal.

–Sólo...dame una oportunidad. – Prácticamente rogó y aquello se notó en el tono de su voz.

–Bien. – Respondió Jimin, sorbiendo su nariz un par de veces. – Yo...Yo te escribiré. –

Y esas simples palabras iluminaron su día. Sus dedos rápidamente se movieron sobre el espejo, utilizando el jabón como si fuese un lápiz para trazar su número de teléfono lo más claro posible. No iba a perder las esperanzas, aun cuando existían enormes posibilidades de que su mate no pensara en contactarlo y en su lugar divulgue el número a cualquier extraño.

–Por favor, escríbeme, Jimin. – Dijo lavándose las manos para quitar el resto del jabón.

–L-Lo haré. –

Y con una sonrisa se dispuso a salir del baño.

–Jimin. – Lo llamó con cariño desde el umbral.

–¿Mh? –

–¿Chocolate o vainilla? –

–Chocolate. –

–Perfecto.–

Louder [KookMin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora