Min Yoongi, un hombre que había olvidado lo que realmente era amor, tratando de llenar ese vacío con sexo. Kim jungkook, un chico que llega a ser su sumiso y a experimentar las emociones más fuertes, vividas y devastadoras de su vida.
Su único prop...
Salieron de aquella oficina de conferencias. Ya era hora de ir a la sesión de fotos con Halsey, Yoongi se acercó lentamente al odio de jungkook y susurro unas palabras esperando no ser escuchado por las personas que caminaban a sus alrededores.
— Es hora de que vallas a recoger las cosas —susurro con suavidad—. No pienses siquiera en abrir la bolsa —ordenó—. De lo contrario te daré un castigo. —soltó y jungkook arrugo su ceño.
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El castaño salió de la empresa y camino hasta la tienda que le indicaba la dirección en su teléfono móvil, una chica de cara redonda, piel pálida, labios rojizos y cabello negro yacía detrás del mostrador esperando a los clientes para que estos paguen las cosas que estaban comprando. Sus ojos se abrieron levemente como platos al ver juguetes sexuales y lencería para hombres y mujeres. Aún sin asimilarlo decidió hablarle.
— Hola, disculpe, soy Jungkook, vengo por un pedido del señor Min —le sonrió tímidamente, sus mejillas estaban levemente coloradas al ver el lugar. Había visto la mayoría de las cosas del lugar cuando su amo las usaba en él. Pero esa era una habitación privada, no una tienda pública.
— Oh —dijo mientras sonreía de lado—, bueno Jungkook yo soy SooJin y creo que tengo las cosas de Min allí atrás, esperame unos minutos —le sonrió y camino a la parte de atrás donde estaba la bodega.
No tardo más que unos segundos en salir, en sus manos tenía una bolsa negra grande.
— Ten —dijo entregandole la bolsa.
— Gracias. —habló en un suave haciendo una pequeña reverencia la cual fue correspondida por la pelinegra.
Llegó a casa y a causa de su tiempo libre decidió jugar videojuegos, cuando se cansó se dio una ducha y se dispuso a dormir, estaba realmente cansado, el trabajo solía ser un tanto difícil en ocasiones.
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El castaño sintió como sus mejillas eran acariciadas con lentitud y por instinto despertó de golpe, quedó frente a frente con un pálido de ojos gatunos, quien mantenía un semblante tranquilo.
— ¿Te asuste? —inquirió en tono suavemente, el menor sintió «mariposas» en su estómago, conocía ese tono, era el tono usado por su amo cuando lo quería castigar, tal y como una madre le hablaría a su hijo cuando quiere pegarle.
— Un poco —respondió apenas audible.
— ¿No quieres saber que hay en la bolsa? —inquirió curioso.
— Si, amo. —respondió.
Cuando Min abrió la bolsa los ojos del castaño se abrieron como platos al ver la lencería que había ordenado el mayor, su interior se rehúsaba a usar ese atuendo, pero su cerebro reaccionó sabiendo que le esperaba si no lo hacía. Habían usado lencería antes, pero nunca de animales.
— Pontelo.—susurro en el oído de jungkook haciéndolo estremecer.
— Esta bien, amo —tragó en secó.
Tomó la bolsa y empezó a caminar al baño que estaba en su habitación, se adentró en el espacio y cerró la puerta para empezar a ponerse aquella reveladora lencería de conejo.
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— No saldré con esto, amo —gritó agudo desde el baño.
— Sal ahora, jungkook, te lo ordenó. —Sólo fueron necesarias esas palabras para que el menor abriera la puerta lentamente para salir del lugar caminando tímidamente.
