Capitulo 8: Viaje I

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Mi bolso estaba listo, el viaje que hacía el colegio todos los años era hoy, yo no quería irme para no dejar sola a Jari en esta semana tan complicada para ella, para mí. Pero insistió, me armó el bolso y acá estaba, frente al micro que nos iba a llevar a nuestro destino. Como era noviembre hacía calor e íbamos a la playa. Giselle se sentó al lado mío y trajo un montón de revistas “huecas” como les dice ella, siempre les preguntaba por qué las leía y ella levantaba los hombros mientras abría la revista.

No había visto a Ian desde el incidente en su casa, pero estaba en mismo micro que yo, sentado con un grupo de chicos. Giselle me explicó que eran sus amigos que habían vuelto del campeonato de fútbol, pero no el no fue porque estaba en la parte de boxeo. Ya me parecía raro que no tuviera amigos, por eso quizás estaba tanto tiempo conmigo.

El viaje fue largo, pero no tenía sueño, aparte se estaba haciendo de día, habíamos salido muy temprano y el sol brillaba fuerte. No sé como hacía Giselle para dormir, tenía el sol en toda la cara pero estaba totalmente dormida. Me levanté para ir al baño y volví, más o menos tres veces. Estaba aburrida, pasé dos veces por el asiento de Ian, también estaba dormido pero Priscila no, y me miraba como si me fuera a matar.

Después del silencioso viaje en el que creo que solo yo estaba despierta, llegamos al complejo donde íbamos a estar por tres días. Era lindo y grande, creo que tenía tres piletas, por lo que llegaba a ver desde donde estaba.  

En la habitación estábamos Giselle, una chica que iba conmigo y yo, asique acomodamos nuestra ropa, y Giselle empezó a decir que quería ir a la playa, yo estaba tirada en la cama descansando cuando se me tiró encima para molestarme y gritarme en el oído que vayamos. Por lo que obviamente fuimos. Me puse mi maya negra clásica, y la única que tenía, me arreglé un poco el pelo atándolo en un rodete desordenado. Ese día nos habían dado la tarde libre y todos estaban en la playa, Priscila y sus perritas estaban tomando sol en el medio de todo el mundo, llamando la atención, como siempre.

En cuanto llegué a la playa, una pelota me golpeó la pierna y para seguir con la costumbre Ian se estaba riendo de mí, asique que caminé hasta él con la pelota en la mano. Estaba enojada, no hablábamos desde ese día y tenía la idea de tirarme una pelota y encima reírse, yo no entendía como pude “estar” de alguna manera, con él, como podía ser tan pensante a veces, no lo aguantaba.

-Dejá de molestarme, dedicate a tu novia, a lo que quieras, pero dejame en paz – le di la pelota en la pecho, un poco fuerte, pero no hizo ninguna señal de dolor, hubiese querido que le duela.

-Agresiva, yo no fui. Presta atención la próxima – lo miré achinando los ojos – no me mires así, ¿Qué vas a hacer?

Y lo tiré a la arena, pero tirándome encima y llenándolo de arena, íntegro, salvo la cara. Estaba enojado, pero yo también y soportaba cualquier cosa, porque yo había empezado.

-¿Qué hacés? – estaba muy enojado.

-No se le hace eso a las chicas si queres estar con ellas.

-¿Y yo quiero estar con vos? – eso me dolió, pero él no lo iba a saber nunca.

-Eso parece cuando venís a dormir conmigo, a dormir nada más. Como en el último mes casi todas las noches – dije y me paré.

-Impresionante, sos mi amiga nueva, soy Salvador, el primo de Ian ¿vos? – me estrechó la mano.

-Olivia.

-Blas.

-Bástian – respondieron los otros dos, esos eran sus amigos que habían vuelto del campeonato. Típicos jugadores de fútbol, bastante altos, morochos, ojos claros, buen cuerpo, sonrisa compradora, nada era nuevo en ellos. Uno tenía tatuado todo el brazo, con dibujos raros mezclados, creo que había palabras y hasta algún duende o hada.

DestrucciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora