Capítulo 2: La llegada de la Cazadora de Bestias

404 8 1
                                    

Hacia dos horas que había tenido mi primera experiencia con una ser fantástica-demoníaca-pornosa que me había dejado temblando y con el hinchable a punto de reventar. Aún seguía tumbado en el suelo tratando de asimilar todo lo que había pasado aquella noche. Trate de empezar a recordar todo lo que había visto, (y si los ingredientes que me vendía el chino de la esquina, no me habían hecho alucinar), acaba de estar a punto de morir o algo así.

Mi bicho del mal (y lo llamo así, porque me ataco a MI), era algún tipo de ser sacado del infierno directamente, pero de un infierno de modelos, donde se debe ir por exceso de guapura. Además de ser cegadoramente hermosa y todos los sinónimos de la familia preciosidad, tenia características especiales, como alas negras y creo que también una larga cola negra, terminada en triángulo (o eso, o sigo alucinando, vamos xD).

Seres con alas no conocía a muchos, pensé por un momento en llamar al conserje para que me diera su opinión, pero temí que me dijera que lo único que conocía con alas fueran las compresas de los anuncios, algún cerdo volador y poco más. Además yo no había tenido muy buenas experiencias con la palabra alas. En una ocasión fui agredido brutalmente por una paloma que se puso furiosa cuando me quede sin pan, para echarla y decidió que mis ojos serian un buen sustituto (eso me causó un trauma infantil y desde entonces no puedo ser amigo ni estar cerca de nadie que se llame Paloma (tampoco me hacía gracia estar cerca de algún “palomo cojo”, que decidiera ponerme a mi, a cuatro patas)).

De todas formas, a lo mejor esto en N.Y era el pan de cada día, como en Rumania lo son los vampiros. Supongo que allí que una hermosa vampiresa te seduzca en plena noche y te drene la sangre hasta robarte la vida seria lo más normal, pero en ningún catalogo de N.Y. ponía nada de seres nocturnos con la fuerza y la mala leche de un titán, que hagan visitas nocturnas a la azotea de tu edificio y te lo hagan pasar mal (o bien, depende de lo masoca que sea cada uno).

Eso de pasarlo mal, me hizo recordar al tío gordo de la azotea de enfrente. Solo esperaba que el edificio no tuviera ninguna pendiente y empezara a rodar hasta coger velocidad y salir lanzado edificio abajo. Cuando llegue a mi azotea, no vi mi silla plegable por ningún lado y eso era muy raro, (tan raro como que la deje allí, cuando salí corriendo por patas xD). Llegue al sitio donde se supone que debería estar (y lo se porque en el suelo había un montoncito de cascaras de pipas) pero ni rastro de la silla. Se la habría llevado aquel bicho, ¿para redecorar su mazmorra? (mazmorra en el peor de los casos, mansión playboy en el mejor de ellos :$).

Me asome para ver de cerca la azotea de enfrente y allí seguía tirado en el suelo el tonelete. No se movía. No se si estaba muerto o vivo, pero no era plato de buen gusto el llamar a la policía o a una ambulancia y luego tener que explicar lo que había sucedido allí. Si el hombre estaba muerto, el iría al tanatorio y yo al psiquiatra porque me darían por loco.

Estaba bastante excitado y alterado por todo lo ocurrido. El sol me saludaba ya desde hacía rato en el horizonte y yo me acababa de dar cuenta, de que me había pasado la noche entera sin dormir nada (mi insomnio seguro que estaba dando palmas con las orejas en aquel instante). Me lleve las manos a la cara y cerré los ojos. Piensa… ¿Que es lo que haría Harry Potter en un momento así? (por favor cortaros un poco que oigo las risas desde aquí ¬¬). El cara trueno no se lo que haría, pero a mi me picaba la curiosidad casi tanto como mi hinchable al recordar al ser nocturno pornoso que me había visitado hacia horas. Decidí ir a la catedral e investigar el posible nido del bicho del mal.

Con la decisión tomada levante la vista al cielo por última vez por si ya no lo volvía a ver y entonces vi mi silla plegable. Estaba clavada en lo alto de la antena del edificio. Que mal fario me dio aquello, mis ganas de investigar lo paranormal estuvieron a punto de esfumarse, para no acabar trinchado en alguna antena como mi silla. Pero entonces aquellos ojos negros profundos de la “wenorra” y seductora ser, volvieron a mi cabeza seduciéndome una vez más. Tenia que ir, si o si. Iría, la saludaría, quizás hasta la preguntará su nombre y me iría de allí tan feliz (claro que si, y luego la invitaría a un camping nocturno y de la cesta de mimbre, ella me sacaría a mi, partido en trocitos y me comería bajo la luz de la luna xD)... En fin. 

Súcubo: The Beautiful KillersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora