Capítulo 4: Su nombre es Gabriela

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Esther cayó agotada en mis brazos, fruto de la pelea que había mantenido ella sola contra todas las gárgolas. Quizás el karma me estaba dando algún tipo de recompensa, por lo ocurrido la tarde anterior. Ahora era ella la inconsciente y dependía de mí, para lo que quisiera hacer con ella. 

Estuve un tiempo simplemente abrazándola en el sillón de la misma forma en la que había caído sobre mí. Podía notar su cuerpo sobre el mio y como ya he repetido en un par de ocasiones, diré que era una mujer muy hermosa.

Llevaba puesta la ropa del Resident Evil y sus piernas desnudas me llamaban poderosamente la atención.

La tenía tan cerca que podía apreciar con perfección, el perfume que llevaba puesto. Y no fue dicho perfume el motivo por el cual, embriagada mi vista, se fuera desviando directamente hasta el hueco que hacía su camiseta en su cuello y colara por allí mis ojos para ver mejor el fondo. ¡No! Para nada, eso simplemente fue un accidente por la postura que teníamos los dos en el sillón. 

Trate de no cometer algún acto pervertido y me fui levantando poco a poco, teniendo cuidado de que Esther no se despertara ni cayera al suelo. Cuando me levante, la pude apreciar mejor desde arriba con una vista general de ella tumbada en el sillón. Mi mundo seguía muy verde y ganas no me faltaban de llevarla a la bañera para consumar mi venganza. Pero por más gárgolas que había derrotado ella sola, no estaba ni herida, ni manchada, así que luego no tendría ninguna escusa decente y si indecente para darla.

Como estaba en una mala postura tumbada en el sillón, con cuidado metí mi brazo por debajo de sus piernas y por debajo de su espalda. Cuando la levante, ella aun dormida, se abrazó a mi cuello y me resulto así mucho más sencillo el llevarla hasta su habitación.

La deje con delicadeza en la cama y ella sola cogió postura metiendo uno de sus brazos por debajo de la almohada.

Dormida parecía infinitamente más buena que despierta. Perdía todo su carácter y ese halo de “soy la mejor” que mantenía siempre, para mostrarse más dulce y vulnerable.

Solo hacia tres días que la conocía y aun así, me parecía como si llevara mucho tiempo viviendo con ella.

Como era de día, baje la persiana para que hubiera oscuridad y cerré la ventana para que no cogiera frio. Cuando fui a salir de su cuarto, ella me agarro del pantalón. Me gire y tenia solo un ojo abierto. La dije que se durmiera que era ya muy tarde (aunque mentía, porque acababa de amanecer pero teníamos el sueño cambiado y vivíamos más de noche que de día).

Entonces me dijo que me tumbara con ella a descansar y no se el motivo en concreto, pero acepte y me acosté con ella (quiero decir que me tumbe a su lado para dormir, no os habré contagiado ya mi mundo verde, ¿no? ¬¬).

La realidad era que yo estaba bastante cansado, no por lo que hubiera hecho, pero si mentalmente con tanta situación extraña y peligrosa. Se corrió para el lado de la pared (huy que verdes estáis xD) y me dejo un sitio para mi. Yo por si acaso para no caer en la tentación, me tumbe dándole mi espalda. No se en que postura estaría ella, pero supongo que mirándome a mi, porque lo ultimo que recuerdo de aquella mañana eran sus dedos tocando mi pelo.

A la noche siguiente me desperté sin saber donde estaba. Se filtraba un poco de luz de la calle, por la puerta de la habitación y enfrente a mi tenia a Esther durmiendo cara con cara. No se como pero me había girado durmiendo y uno de mis brazos estaba por encima de su costado.

Eso no seria demasiado malo y podría darse como un accidente nocturno, si no fuera porque una de sus piernas estaba por encima de las mías. No sabia si conociéndola a  ella, me había girado mientras yo dormía o si me gire yo solito en plan sonámbulo y me coloque de aquella postura…

Súcubo: The Beautiful KillersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora