Capítulo 8: El renacer

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Morí, lo tengo muy claro. Estaba vivo, estaba disfrutando más de lo que mi cuerpo podía resistir y morí de agotamiento. No se si reír o llorar, al pensar que mi resistencia para ciertas cosas era más bien justita. 

Gabriela se había desatado y lo dio todo. Se olvido de que yo era su amor y sobre todo de que era un simple mortal.

Cuando abrí los ojos, yo ya era otra persona distinta. Recordaba toda mi vida anterior, pero un inmenso sentimiento de venganza recorría todo mi cuerpo. Me incorpore y vi a Gabriela sentada en los pies de la cama con las manos en la cabeza. Supongo que tras un tiempo descubrió que no podía hacer nada para salvarme y cayó en la pena de lo que había hecho. Pero yo no la culpaba de nada. Sabia donde me había metido y que antes o después terminaría en esta situación. 

Toque el hombro de Gabriela con mi mano y la asuste. Me miro con una expresión de asombro, como si estuviera viendo a un muerto. 

Se tiro hacia a mi para abrazarme y yo no me resistí, pero no la devolví el abrazo. Cuando ella lo noto se separó un poco de mi y pronunció mi nombre seguido de la palabra perdón. 

Yo la dije que no importaba, que de la forma que fuera yo seguía allí (vivo o muerto) y que ahora mismo solo me interesaba vengarme de quien hubiera decidido rencarnarla a ella en un súcubo.

Me levante de la pseudo-cama y me vestí. Cuando quise irme, Gabriela me lo impidió cogiéndome del brazo. Lo que la había dicho, no la convenció. Al parecer enfrentarme al destino si es que alguien lo dirigía todo desde las alturas, era muy peligroso. Tire un poco para liberarme de la mano de Gabriela y esta salió despedida por los aires, golpeándose contra la pared. 

Yo me sentía distinto, tanto mental como físicamente, pero no sabia hasta que punto. Había descubierto que poseía una nueva fuerza desorbitada, para lo que es un ser un humano. 

Sorprendido por lo que acababa de suceder, fui a levantar a Gabriela del suelo. Pero ella no me dejo hacerlo. 

Se puso en pie y cambio su forma a la diablesa. Me agarró del cuello y me saco volando de la gruta hacia la azotea. Fuera me elevó en el aire y me lanzo contra el techo de la catedral. 

Había sentido el dolor del impacto, pero era un dolor comparado al que sientes cuando te vas a sentar, alguien te quita la silla y acabas con tu culo contra el suelo. Ese mismo dolor en una caída de más de cinco metros. 

Me puse en pie e incite a Gabriela para que viniera a por mí. Esta no lo dudo y descendió a toda velocidad para atacarme. El impacto hizo un ruido ensordecedor, y levantó una nube de polvo a nuestro alrededor. Para los que estuvieran cerca en la zona, supongo que habrían sentido algo así como un ligero terremoto (los que estuvieron dentro de la catedral, pensarían que el techo se les caería encima xD). 

Cuando el polvo se disipó, yo había parado su golpe con mis manos y ambos cogidos por ellas forcejeábamos por ver quien podía más. 

Yo no tenía ni idea de pelear. De pequeño había sido muy adicto al anime de “Bola de Dragón, pero creo que ese estilo de lucha distaba mucho de ser posible en el mundo real. 

Era increíble como mi fuerza era similar a la del súcubo. 

Mientras seguíamos probando la fuerza del otro, Gabriela repetía mi nombre formulándolo como si fuera una pregunta:

 -¿Daniel?

Entiendo que no me reconociera, por mis nuevas capacidades obtenidas después de la muerte. Ni yo mismo sabia que había pasado. 

Deje de hacer fuerza y Gabriela me tumbo contra el suelo. Me empezó a mirar como tantas otras veces directamente con sus ojos negros. Quería saber, qué o quien había ocupado mi cuerpo. Pero yo seguía siendo el mismo Daniel de siempre, solo que con nuevos extras. 

Súcubo: The Beautiful KillersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora