—Está bien. —Floyd cierra su casillero de golpe al escucharme, llevándose una mano al pecho sobresaltado se voltea para encararme.
—No te sigo. Necesito más información para comprender. Y no me vuelvas a tomar así de desprevenido —dice alzando una ceja suspicaz. Él sabe que conmigo nunca se sabe que ideas locas puedo traer. Lanzo un bufido y me enderezo con los libros en una mano.
—Me refiero a que acepto —digo entre dientes. Mi amigo no es adivino así que obviamente me indica a que prosiga, pensé que sería más rápido—. Esta noche soy toda tuya, llévame a donde quieras, pero debo estar en casa entre las doce y la una.
Floyd abre los ojos de manera casi inhumana, luego sonríe triunfal y me rodea con sus brazos separando mis pies del piso y batiéndome haca los lados. No pensé que se pondría tan contento por un detalle.
—Flo-yd bája-me —intento decir, si sigue sacudiéndome voy a vomitar todo mi desayuno. Al parecer lo entiende y me deja quieta en el suelo. Me arreglo la ropa después de que haya quedado toda desordenada.
—Lo siento, es que me emociona que quieras salir de casa, por la noche, sin dormir —aclara sonriendo plenamente—. Escoge lo mejor que tengas, hoy vamos a salir a bailar.
— ¿A bailar? ¿Qué acaso vamos a una discoteca? —le pregunto poniéndonos en marcha por el pasillo. Él asiente en mi dirección y luego vuelve su vista al frente esquivando a las personas. Lo bueno de que sea jueves es que nos tocan casi todas las clases juntos, incluida la primera—. ¿Hablas en serio? ¿Desde cuándo vas tú a discotecas?
—Hay muchas cosas que no sabes de mí, Ronnie. Es parte de ser rebelde —me dice con una sonrisa pícara que no promete nada bueno.
—Pero tú sabes casi todo de mí —objeto frustrada. No me enoja realmente, todos tenemos derecho a guardar secretos, pero yo le he contado hasta el detalle más descabellado de mí y él no se le ocurrió decirme que se va de fiesta por las noches.
—Bueno eso es porque tú eres la loca y ya no te importa si me dices de qué color salió tu caca o cuál es el color favorito de tu mamá —apunta relajado.
—Vaya gracias. ¿Y desde cuándo sales? —indago un poco más.
—Desde hace un par de meses. No tienes por qué preocuparte por esto, te prometo que tendrás una noche de película —me dice atrayéndome hacia su cuerpo.
—Si tú lo dices —acepto rodando los ojos.
—Yo lo digo. —Seguido de eso se interna en el salón de inglés y yo le sigo por detrás. No hay asientos juntos así que optamos por empezar el día uno detrás del otro.
::::
— ¡Veronica, tu amiga Mila está aquí! —Escucho a mamá gritar desde la planta baja. Abro la puerta de mi habitación para que la susodicha sepa que puede entrar y me sumergo en el armario.
—Hola, hola, uh casi no te veo sumergida ahí adentro. —Oigo a Mila a mis espaldas.
Mila es la única chica que puedo considerar mi amiga desde que Floyd me la presentó hace poco menos de dos años, no sé cómo la conoció pues no va a nuestro instituto, pero tampoco pregunté. No somos extremadamente cercanas, pero es la única amiga femenina que tengo y cumple con el lazo suficiente para ayudarme siempre que la necesito. Debo admitir que hay cariño entre las dos. Es una persona excelente, encantadora, y a veces creo que Floyd gusta de ella secretamente, pero nada serio. No lo sé, mi reducido grupo de amigos es extraño.
—Sabes que no salgo por las noches, no tengo ni la más mínima idea de que ponerme. —A diferencia de mi amigo, por más bien que me caiga Mila, no he podido encontrar el valor para decirle sobre Chuck. Y planeo dejar que piense que soy una marginada a que se entere.
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Chicos de la Noche
Fantasy"Sentíamos demasiado como para no arriesgarlo todo" La vida de Veronica Boltron cambió cuando a los once años tuvo su primera parálisis del sueño. A diferencia de los casos normales de este trastorno del sueño tan común como el insomnio, ella sabe q...