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  — ¿Por la puerta o por la ventana? —suelto tras estar mirando largo rato la morada blanca a nuestra derecha.

— ¿De verdad quieres hacer esto? Porque si cavar una tumba no es un delito, entrar a una casa ajena créeme que lo es —apunta Floyd inseguro, recargando sus brazos sobre el volante y mirando en la misma dirección que yo.

— ¿Nos queda de otra? El cuerpo ya lo tenemos atrás —agrego observando las ventanas de la casa.

—Pues yo no tengo interés de volver a cavar una tumba para devolver eso, pero de entrar ahí y arriesgarnos aún más a que nos atrapen tampoco tengo ganas —puntualiza apuntando con su dedo índice el edificio.

—Vamos, Floyd, se nota que no hay nadie ahora, yo tampoco quiero hacerlo, pero no nos queda de otra. Es nuestra oportunidad, ¿te vas a echar para atrás justo ahora? —trato de persuadirlo, sacudiendo su hombro suavemente. Se toma unos segundos en los que aprieta los dientes disgustado y parece pensar en qué hacer a continuación.

—Está bien, ¿tienes un plan? —dice haciendo un chasquido con la lengua y la mandíbula tensa, dirigiendo su mirada castaña a mí.

—No uno muy elaborado, pero esos casi siempre salen mal así que haremos lo siguiente: —Me tomo un momento para pensar en lo que vamos a hacer a continuación y cuando ya se me ocurre una idea vuelvo a hablar—. Forzaré una ventana ya que entrar por la puerta a la intemperie de todo es excesivamente peligroso, si es que tienen alarma correré a intentar desactivarla, luego vuelvo por la misma ventana y te digo que todo es seguro así puedes entrar.

— ¿Cómo vas a desactivar esa cosa? —pregunta preocupado mirando la casa nuevamente.

—Tengo la corazonada de que es una fecha, si estoy equivocada ajústate los guantes y prepárate para correr como alma que lleva el diablo. —Sacando coraje de no sé dónde salgo del auto colocándome la capucha y los guantes y abro la puerta trasera para sacar parte de la camilla—. ¿Qué esperas? No puedo cargarlo sola.

Mi amigo se apresura a ayudarme con el otro extremo también cubriéndose las extremidades a la vista, antes de cerrar la puerta coge una bolsa con un par de velas y el libro donde está el famoso ritual. Avanzamos agazapados hasta la reja de madera, la cual logro abrir con un poco de esfuerzo y una vez dentro del patio trasero cierro la puertecita para que no llame la atención.

Nos aproximamos a una de las ventanas más cercanas a la salida. Que la casa sea de un solo piso nos viene bien porque así no tenemos escaleras como obstáculo. Intento forzar el marco con las manos para no tener que causar daños, pero al no dar resultados saco la palanca que estaba sobre la camilla junto al cuerpo y comienzo a hacer presión.

—Ya estamos acá, vuelvo en seguida. Avísame si ves algo. —La ventana se abre de golpe mientras hablo y sin pensarlo dos veces me interno dentro de la penumbra de la casa sin mirar atrás.

Corro por el pasillo hasta donde creo que es la entrada, pero a pesar de que me encuentro nerviosa todos mis sentidos se tranquilizan cuando ningún ruido alarmante suena y al llegar a la puerta principal no veo ni un dispositivo que indique que tenga alarma.

A eso no le llamo flojera, a eso le llamo suerte.

Suelto todo el aire que tenía contenido y con cuidado de no encender luces o no chocar con nada troto hasta la ventana, asomo mi cabeza temerosa al no ver a Floyd y cuando miro hacia abajo me lo encuentro agachado y con los ojos cerrados.

— ¿Estás rezando? —Lo sobresalto mientras murmura cosas que no logro oír.

—Diablos, Veronica, por un segundo se me paró el corazón. ¿Debemos correr? —susurra apresurado asomando su cabeza para mirar en el interior.

Chicos de la NocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora