—Muy bien, chicos, espero que sean buenos corriendo. —Seguido de eso les hago una seña a mis amigos y tomo la camilla echando a correr fuera del jardín.
Ellos se demoran un segundo más que yo en reaccionar y me siguen a paso apresurado. Quito el cerrojo de la verja con movimientos torpes y al llegar a la acera miro a ambos lados procurando que no haya nadie que nos pueda ver. Miro hacia atrás y les indico con una mano que me sigan. Trotamos agazapados hacia el otro lado de la calle, debo admitir que se me hace difícil teniendo una camilla debajo del brazo. Pero logramos llegar hacia el auto, Floyd rodea el coche hasta la puerta del piloto y yo en vez de gastar más tiempo en ir a mi puesto anterior opto por subirme atrás y lanzar todo adentro. Chuck se mete detrás de mí y cierra la puerta.
— ¡Arranca, arranca! —presiono a mi amigo de toda la vida para que nos saque de aquí rápido, ya casi puedo oír las sirenas de la policía detrás nuestro por el miedo que siento. Floyd no nos hace esperar y echa a andar el auto sacándonos de ahí en un zumbido.
Me reclino en el asiento lanzando un suspiro de alivio. Lo hemos logrado. Siento los ojos de alguien mirándome fijamente y volteo mi cabeza para enfocarme en Chuck. Frunzo un poco el ceño con diversión.
— ¿Tengo algo? —pregunto señalando mi cara con confusión.
—Sí, una cara muy fea.
—Un poco de tierra. —Ambos responden al mismo tiempo, con la diferencia de que Charles me sacude un poco las mejillas y Floyd me dice una pesadez mientras me mira por el retrovisor.
Le saco la lengua como una niña pequeña mientras aún me mira y después vuelvo a mirar al castaño con una sonrisa que él me devuelve gustoso. Unos segundos después siento como un peso se posa sobre mi mano derecha y miro hacia ese punto, pongo mi mano hacia arriba y entrelazo sus dedos con los míos. Levanto la mirada encontrándome con sus ojos verdes escrutándome y luego observo hacia afuera del vehículo gruñendo para mis adentros. Este chico saca mi lado cursi. Me podría acostumbrar a eso, aunque me sea difícil.
El resto del camino es silencio puro, ninguno tiene nada que aportar porque solo nos enfocamos en rememorar lo sucedido por nuestra cuenta, al menos sé que yo lo hago.
Descubrimos un libro en latín y lo leímos, cavamos una tumba y nos robamos el cuerpo, entramos en casa ajena sin ser invitados, resucitamos a alguien. Todo eso sin ser atrapados, solo se los digo para que lo tengan en cuenta.
Y mañana de vuelta a las clases con un cansancio de locos y dejando atrás la noche más interesante de nuestras vidas.
— Tu madre no está, ¿verdad? —cuestiono cerrando la puerta del auto al estar frente a la casa de Floyd.
— ¿Tu qué crees? —me pregunta con obviedad cerrando el lado del piloto.
—Un no me hubiera servido —digo rodando los ojos. Escucho una risita por detrás de mí y cuando me giro me encuentro con Chuck bajando del auto con una sonrisa—. ¿De qué te ríes tú?
—Es que ustedes tienen esa amistad que me pintabas, son como el perro y el gato —menciona poniendo sus pies sobre el pavimento—. Me da risa verlos discutir.
—No sé de qué hablas, Chico zombie, nosotros somos muy cariñosos —apunta Floyd cambiando su humor. Pasó de estar serio y sarcástico, a sonriente y humorístico. Se acerca a mí y me rodea el cuello con un brazo y estira el libre para sacudir mi cabello. Río por lo bajo y me aparto de él para sacar las cosas del coche— No, no, deja las cosas ahí adentro.
— ¿Qué planeas hacer con ellas ahí dentro? —cuestiona Chuck mientras se alisa la ropa y yo cierro la puerta trasera.
—Las voy a echar al río, menos las velas, esas las voy a quemar directamente. Quiero olvidarme en lo posible de esta noche —contesta caminando de primero por el caminillo hacia la entrada principal.
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Chicos de la Noche
Fantasy"Sentíamos demasiado como para no arriesgarlo todo" La vida de Veronica Boltron cambió cuando a los once años tuvo su primera parálisis del sueño. A diferencia de los casos normales de este trastorno del sueño tan común como el insomnio, ella sabe q...