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—Louis, hola —saludo sonriendo algo incómoda—. Tenía la cabeza en otro lado.

—Me he dado cuenta. —Se rasca la nuca sin saber qué más aportar, buscando en su cabeza qué decir—. Bueno yo solo quería saber cómo estuvo el fin de semana y también cuando salíamos de nuevo, me debes una segunda cita.

—No hemos tenido ni una primera y no la vamos a tener —contesto tomando la mano de Chuck que aun reposaba en mi cintura y entrelazando nuestros dedos. El rubio se percata de mi acción, pero no dice nada, al contrario, traga saliva y fija su vista en nuestros rostros. Ninguno de los tres dice nada hasta que me doy cuenta de que después de lo dura que he sonado debería ser yo la que rompe el corto silencio—. Eh, Chuck este es Louis.

—Tomarelli —afirma el castaño. Al ver la mueca de confusión del rubio por el hecho de que un desconocido para él sabe su nombre, le pego un codazo al imprudente para que se dé cuenta de su error—. Eso es lo que me ha dicho Veronica. Soy Charles... Fisher.

—Un gusto. Me tienes que querer mucho para hablar de mí, ¿no? —Me mira el recién llegado con una sonrisa arrogante. Pero en sus ojos verde claro puedo notar como en realidad intenta indagar donde está situado ahora que descubrió la existencia de Chuck. Cabe destacar que sigue en la misma categoría de sólo amistad.

— Yo creo que no —respondo con los ojos bien abiertos y las cejas alzadas. Nuevamente se instala un silencio sepulcral, a parte del de nuestro alrededor. Noto como Louis se remueve algo incómodo en su lugar y como el chico a mi lado aprieta mi mano para llamar mi atención.

Alzo la mirada hacia su cara y casi me contagia con sus ganas de reír, se le nota a mil millas que la sonrisa que esboza está a punto de ser interrumpida por la carcajada que amenaza con salir, pero con bastante autocontrol la mantiene al margen. Debo admitir que la situación es un tanto graciosa, el primer encuentro entre el chico al que le gusto y lleva tratando por meses de conquistarme y el joven al quien le llevó con suerte cinco minutos de vida, bueno, su segunda vida. Chuck hace amago de decir algo, sin embargo, para nuestra suerte, Floyd interfiere salvándonos de caer en una situación aún más incómoda que en la que estamos.

—Oigan, chicos se me ocurrió que hoy fuéramos a... Louis. —El entusiasmo con el que venía hablándonos se esfuma en cuanto su mirada se fija en el rubio, endureciendo su expresión y diciendo su nombre en un tono duro. Retengo las ganas de reír ante su desprecio hacia Tomarelli.

—Hola, Floyd —saluda tratando de sonar los más relajado posible, forzando una sonrisa.

—Veronica, ¿puedo hablar contigo un segundo? —Ignora el moreno la cortesía de Louis y se dirige a mí. Yo solo asiento y nos alejamos unos pasos, por el rabillo del ojo veo cómo Charles comienza a hablarle de algo al rubio, pero este parece estar en cualquier otro lugar que en la entrada—. Veo que esos dos se han conocido. ¿Cómo ha ido?

— Incómodo, tenso y extraño —defino sin pensarlo dos veces—. ¿De qué quieres hablar?

—Nada grave, quita esa expresión de preocupación —aclara restándole importancia con un gesto de la mano—. Tuve la idea de ir a deshacernos de las cosas hoy día, ya sabes, mientras menos tiempo con eso mejor.

— ¿No puede ser mañana? Tenía pensado instalar todo en casa, ir a comprar algunas cosas con el poco dinero que me aseguré de guardar y demás —me excuso torciendo uno de mis brazaletes en la muñeca.

— ¿Dónde se supone que lo vas a instalar? —pregunta, ajeno a todo el plan que he estado dando vueltas en mi cabeza durante todo el día.

—En el cobertizo al que no entramos hace miles de años, pero ha estado en el patio trasero de mi casa desde que tengo memoria. Tenía pensado habilitarlo, una cama improvisada, una cajonera para ropa, limpiarlo y hacer que sea seguro de habitar —explico contando las cosas para hacer con mis dedos—. Eso sí, al baño tendrá que ir en la casa, pero por eso lo mandé a hacer una copia de la llave trasera.

Chicos de la NocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora