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Al encontrarse frente a su hogar, no es capaz de percatarse de nada fuera de lo normal. Ni siquiera su olfato es lo suficientemente preciso para captar otro aroma ajeno a los que deberían estar dentro de su residencia. Corre con prisa en dirección al patio trasero de su casa para dirigirse hacía las habitaciones de invitados en donde deberían estar sus amigos y, únicamente estando frente a la puerta de la entrada a los cuartos puede percibir un fuerte olor a Lavanda que inundó sus fosas nasales, provocando que gruñera inconsciente, nunca le había terminado de agradar aquel olor que, creía firmemente que se trataba de Rubius.

Su lobo interior estaba listo para atacar al intruso solo si era realmente necesario, sus orbes ahora eran de un fuerte color escarlata, dentro de su boca habían crecido unos largos y formidables caninos y, las uñas de sus dedos habían crecido hasta considerarse garras. 

Se adentro con sumo cuidado, y aquel olor se encontraba en la habitación donde reposaba Mangel, con aquello confirmaba que se trataba de Rubius, tal y como Fargan le comento con anterioridad, lo cual agradecía. Era algo obvio, el Lobo de Rubius siempre había sentido una atracción inevitable hacia el Lobo de Mangel, y es que aunque el mismo Rubius no quisiese, su Alfa interior siempre lo terminaba arrastrando a la presencia de aquel Omega.

Al entrar en la habitación, pudo observar con sorpresa como el castaño se encontraba encima del cuerpo del portador de lentes, mientras este rogaba entre llantos que lo dejase.

Para Luzu era algo increíble de ver, un Omega en celo negándose a los toques de un Alfa de buen porte como lo era Rubius, y con eso comprendía con pena que, ni que aunque toda la necesidad de aparearse inundará su cuerpo, dejaría que alguien tan preciado lo tomara con brusquedad y bajo un telar de salvajismo provocado por su lado Alfa.

Mangel quería verdaderamente a Rubius, y Luzu sabía que, el Omega deseaba que su encuentro con el Alfa sea de manera romántica y ambos siendo concientes, que sus cuerpos se encontrarán por primera vez de manera mágica, en una velada especial y porque lo añoraban. No de manera salvaje, no por producto del Celo si no como el resultado de su verdadero cariño, sin errores de los que luego deberían arrepentirse.

Y Luzu lo veía llorar por ello, derramar lágrimas porque el Alfa que podría ser su predestinado lo trataba con brusquedad, y no con amor como el más soñaba.

El Alfa de Luzu no pudo evitar sentir impotencia y un fuerte rencor, su lobo interior rugía con tanta veracidad que Rubius parecía haber notado debido a que lo observó voltearse a verlo. Su olor a menta se intensificó, al igual que soltaba feromonas que olían amargo, odio.

Vete, Rubén.

Mangel se sobresalta por escuchar la voz de Alfa de Luzu, a pesar de que la había escuchado muy pocas veces, no dejaba de dar escalofríos.

Por su parte, Rubius se levanto de la posición en la que se encontraba, y se posicionó altanero e intimidante ante Luzu. Era tan clara la diferencia de altura, pero ni aquello pudo detener la rabia de su Lobo.

Lárgate, ¡Ahora! — Ruge, mostrando sus colmillos.

¿Y tú quien eres para decirme que me vaya, uh? Pequeño Alfa — Responde, con varios gruñidos de por medio.

Soy el Alfa de la manada, y te aseguro que no quieres saber porque lo soy. Ahora, ¡Vete!.

Rubius entendió la indirecta, Luzu se había ganado tal puesto no solo por su lazo que lo mantenía en control, si no también por la fuerza inigualable que podría llegar a poseer en circunstancias peligrosas que implicaran a personas cercanas a el, tal y como ahora.

No quería pelear, o tal vez si lo deseaba, derrotar al Alfa de la manada siempre era un reto consagrado que era motivo de orgullo, pero llevarlo a cabo era un gran sacrificio.

Luego de pensarlo reiteradas veces, su Alfa decidió calmarse, aceptar su derrota y que no tendría a su Omega, al menos no mientras este Luzu cuidándolo. Decidió que lo mejor era retirarse, así que entre gruñidos amenazantes entre los dos al cruzarse, salió de la residencia, aspirando lo último que pudo de aquel olor a chocolate que lo endulzaba volviéndolo loco de deseo, encaminándose hacia su hogar para intentar calmarse.

Luzu al confirmar que se había retirado, corre hacia Mangel, tomándolo entre sus brazos una vez lo tiene cerca. Siente los sollozos de Mangel sobre su hombro, siente a su Omega llorar como si fuera el llanto de su marca, y su corazón se parte en mil pedazos. Lo abraza con más fuerza, como si fuera su madre, y trata de calmarlo con su olor.

Pero Luzu sabía que su Olor a menta no era suficiente, no como el Olor a Lavanda.

— Tranquilo... — Le susurra. — Rubén ya se fue, no está, no va a hacerte daño, y nunca lo hará mientras yo esté aquí.

𝐄𝐍𝐓𝐑𝐄 𝐎𝐌𝐄𝐆𝐀𝐒 彡 𝗞𝗮𝗿𝗺𝗮𝗹𝗮𝗻𝗱 𝗜𝗩 [cancelado] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora