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Al entrar en el cuarto de Vegetta, se alarma por no verlo recostado en la cama como se supone que debería estar. Aunque no tarda más de un par de segundos en ubicarlo con la mirada, este se encontraba sentado en un rincón de la habitación, con sus rodillas levantadas y su cabeza en medio de estás, mientras su respiración de mostraba irregular.

— ¡Vegetta!, Tío, ¿Pero que haces ahí?.

Luzu, alarmado, se acerca hasta el Omega y lo toma entre sus brazos, cargándolo al estilo princesa para dejarlo sobre la cama.

— ¿Estás bien? — Pregunta con preocupación notable, a lo que recibe como respuesta una pequeña risa.

— Si, estoy bien — Contesto, sin animarse a decir la razón verdadera de porque se encontraba en el suelo, en vez de su cama.

Suspira con alivio, para luego darle una pastilla y la misma botella de agua que le había dado a Auron minutos atrás. Vegetta imita la misma acción que el Omega anterior, toma la pastilla con la ayuda del agua para el pase por su garganta. Una vez hecho, devuelve la botella.

— Un Alfa estuvo aquí, ¿Verdad? — Pregunta, mientras se tira completamente contra la suave superficie, tapándose la cara con su antebrazo, para que su amigo no sea testigo de su rostro en tonalidades rojas. — Joder, todavía puedo olerlo... ¿Rubius, puede ser?.

— Si, era Rubius. Estaba con Mangel pero logré sacarlo, ya no está. Así que, ¿Pudiste olerlo?.

— Tío, con lo cachondo que está mi Lobo puedo oler Alfas a kilómetros, literalmente — Ríe risueño, mirando de reojo a su amigo unos segundos. — No pude identificarlo bien pero hubo otro Alfa, estaba un poco lejos, pero tenía un olor... Lindo, fuerte...

Luzu se sorprendió, como siempre, el olor a Uvas de Vegetta era tan fuerte y capaz de alcanzar un rango elevado como para colmar su casa entera, y su propia capacidad de olfato siempre fue increíble. Río un poco antes de contestarle, debido a la ternura que le causaba escucharlo halagar el aroma de su compañero.

— Era Fargan, vino para traerme supresores para ustedes.

Vegetta sintió algo removerse en su estómago al escuchar su nombre, su Lobo comenzó a crear fantasías en torno a ese olor que le había llamado tanto la atención que, se había movido hasta la puerta con el objetivo de llamar aquel Alfa. Comenzó a agitarse, y su respiración volvió a ser caliente e irregular.

— ¿F-fargan estuvo aquí? — Cuestiona, con nervios por la reacción de su Lobo ante la sola mención de su nombre.

— Si, me hizo el favor de traerme los supresores para ustedes ya que yo tenía que venir a sacar a Rubius. No te preocupes, ni siquiera subió hasta mi casa, por lo que me sorprende que hayas sido capaz de captar su aroma, como siempre.

— Uhh... Si...

Luzu se percató de lo nervioso que su amigo se encontraba, y no tuvo que tomarle más de la cuenta entender del porque había reaccionado de tal manera.

— ¡Oh, ya entiendo! — Grita con euforia de repente, llamando la atención del Omega. — ¿Te gusta Fargan?.

— ¿Que?, ¡No!. Bueno... A mi lobo parece gustarle... ¡Pero no es la gran cosa!, A mi lobo le gusta cualquier Alfa, incluido tu.

— Claro, claro...

El Alfa se movió de su lugar, por más que le gustará hablar con el Omega, tenía que seguir dándole los supresores a los dos Omegas restantes que seguramente estaban esperando por el. Luego de despedirse de Vegetta y avisarle que, cuando se sintiera mejor podría dejar atrás su encierro, se dirigió a la siguiente habitación perteneciente a Mangel.

Tocó la puerta en reiteradas ocasiones, hasta que pudo escuchar levemente la afirmación entre jadeos que le había dedicado su amigo. Se adentro, encontrándose con un Mangel retorciéndose en la cama.

Luzu sonríe con algo de ternura, el olor a chocolate era sumamente dulce, y no negaba que era el olor indicado para su compañero.

— Hey, Mangel. — Lo llama, intentando llamar su atención, objetivo el cual había logrado al tener la mirada cristalina puesta sobre su figura — Ten, toma un supresor.

Luzu le acerca la botella de agua con la correspondiente pastilla. Mangel, con dificultad intenta sentarse sobre la cama, removiéndose incómodo al sentir su parte baja húmeda. Luego, toma la botella y la pastilla entre sus manos, las cuales temblaban por la poca fuerza que poseían en aquel momento, después de haber imitado la acción de los anteriores, le devuelve la botella a su amigo, para tirarse inmediatamente en la cama.

Luzu ladea la cabeza hacia un costado, como un perrito curioso.

— ¿Estás bien? — Pregunta al observar como Mangel entierra su cara en la almohada.

— N-no... — Le escucha sollozar apenas. — R-rechace a R-ruben...

— ¿Y que hay de malo con eso?, Estuviste bien en rechazarlo si no querías que te tocase, no hay problema en ello.

— ¡N-no entiendes! — Grita, levantando su rostro de la almohada para mirar al Alfa, con pequeñas lágrimas resbalando por sus mejillas. — ¡V-vete ya, Luzu!.

El Alfa, algo confuso, acata la orden dada por el Omega sin dedicar una palabra de queja al contrario. Tal vez, el Celo lo ponía más nervioso que de costumbre, no lo sabía, pues Mangel jamás había actuado de aquella manera estando en su presencia.

Lo ignora, y tras salir de su habitación, se dirige a la última, Al del Omega que podría considerar el más calmado de los cuatro, toca un par de veces la puerta que lleva a la habitación escogida por Alex, y luego de escuchar el ruido constantes de las sábanas siendo movidas, escucha la afirmación para acceder al cuarto.

Alex ya se encontraba sentado sobre la cama, con la respiración irregular y sus mejillas coloradas. Luzu le sonrió cálidamente.

— Pues, ya sabes a lo que vengo.

— Si, si. Dame el maldito supresor, que ya no aguanto más esto — Dice con desespero, quitándole la pastilla y la botella de agua a Luzu de las manos.

Luzu únicamente ríe mientras observa como el Omega tragaba la pastilla con ayuda del agua. Luego de terminar, se lo devolvió.

— Luzu, antes de que te vayas, ¿Puedo pedirte que...?.

No hacía falta que Alex terminará su cuestionamiento, ya que Luzu entendía perfectamente que era lo que iba a pedirle, puesto que en variadas ocasiones el Omega le pedía lo mismo. El Alfa agarro la almohada de la cama, y la abrazo como si fuera un peluche, dejando su olor a Menta impregnado en las telas.

Alex recibió la almohada con gusto, abrazándola de igual modo con fuerza y apreciando el suave olor menta de su compañero.

Alfa... — Murmuro Alex, hundiendo su rostro en la almohada, aspirando el aroma a menta.

El Olor de Luzu era relajante para Alex, era como un sedante que lograba calmarlo hasta en la más fuerte de sus tormentas personales. Y no era precisamente porque le gustara Luzu, si no porque su verdadero Alfa, poseía aquel aroma a Menta similar al de Luzu.

Staxx, poseía el mismo olor que Luzu, un olor a Menta que lograba refrescar y embriagar su olfato por lo dulce que a veces podrían llegar a ser. Pero, al no tener a su Alfa consigo, Luzu era como su remplazo.

— Nos vemos, Alex, cuando te sientas mejor puedes salir.

Luzu se retiró de la habitación para dirigirse hacia la parte delantera de la casa, ahora le tocaba cuidar de su cerdo y, luego, una pequeña siesta.

Ser el Alfa de la manada no era sencillo, después de todo.

𝐄𝐍𝐓𝐑𝐄 𝐎𝐌𝐄𝐆𝐀𝐒 彡 𝗞𝗮𝗿𝗺𝗮𝗹𝗮𝗻𝗱 𝗜𝗩 [cancelado] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora