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A la mañana siguiente, los Omegas y el Alfa se habían levantado al mediodía, luego de que en la noche se la hayan pasado hasta tarde viendo películas. Era una mañana tranquila de verano, donde el Alfa estaba cocinando el almuerzo mientras sus amigos se encontraban en "La sala de Chill" Como lo solía llamar el mayor, jugando videojuegos.

Vegetta, por el contrario de sus compañeros, yacía sobre el suelo jugando con el adorable cerdo. A decir verdad, estaba sumamente aburrido con respecto a la idea de quedarse entre cuatro paredes durante una semana completa, pues acostumbraba a tomar supresores diariamente y así, salir al exterior, no era un Omega que le gustará quedarse quieto durante mucho tiempo. De todas maneras, entendía que la situación lo ameritaba, sus compañeros lo habían olido en su Celo, y ni los supresores podrían borrar el rastro de deseo que dejó en ellos en tan solo unos segundos, a pesar de saber el riesgo, Vegetta siempre había sido un Omega con un carácter rebelde y un físico que le favorecía, puesto que podría defenderse solo, aunque los Alfas de su familia siempre le habían recordado que nunca sería más que un Alfa y que debía cuidarse más, Samuel decidía ignorar aquello.

No es que como si se metieran con el constantemente, su físico era similar al de un Alfa a primera vista, y podrías pensar eso al tener la primera impresión, ¿Y su Olor no lo delataba?, Mayormente, su olor Omega era oculto por el aroma de los Alfas con los que convivía diariamente desde su niñez hasta su adultez, un ejemplo de ello era cuando convivía con Guillermo, quiera o no, su olor a Madera se quedaba impregnada en su piel y al salir a la calle, era lo único que se percibía. Pero, cuando lo conocías, te dabas cuenta de lo amable y adorable que era, de como su olor dulce a Uvas inundaba el ambiente mientras te hablaba de sus juegos favoritos, o de cuánto le gustaba el color morado, y solo en ese instante te percatabas que el chico con buen físico delante tuyo, es un lindo Omega.

Vegetta era así de increíble, así de especial y, así de hermoso.

Se levantó del suelo donde reposaba, recibiendo quejas por parte del animal, solo lanzo leves carcajadas ante esto. Sus compañeros estaban tan concentrados en el videojuego, que no fueron capaces de percibir la ausencia del Omega, quien se había encaminado hasta la parte delantera de la casa, con Manolo detrás suyo.

Llegó a la cocina, observó con gracia como Luzu intentaba no quemar la comida ni la cocina en el proceso, se le notaba nervioso por sus feromonas y por su mismas expresiones.

Vegetta se lo pensó antes de decirle algo, puesto que su orgullo le impedía avisarle de algo, pero su Lobo no podía evitar tener temor, a lo que considero mejor comentarle lo que quería hacer, tenga o no, la aprobación del Alfa.

— Hey, Luzu.

Luzu, al escuchar su apodo, se voltea curioso.

— ¡Hey, Vegetta! — Dice con su típico entusiasmo y su cálida sonrisa. — ¿Necesitas algo?.

— Iba a avisarte que iba a salir un rato afuera, necesito un poco de aventura, ¿Sabes?.

Al mencionar esas palabras, Luzu frena abruptamente sus acciones, quedando estático y pensativo por unos segundos que, para el Omega, fueron eternos.

El Alfa se retuvo a si mismo de crear alguna oración que sonara agresiva para el Omega, es decir, ¿Con toda la situación actual, como se le ocurre querer salir solo?. Pero lo conocía, lamentablemente. Ni aunque le dijera que no el Omega le obedecería, así que solo intento esbozar su mejor sonrisa, ignorando los gruñidos de su Lobo interior.

— No tienes caso Samu — Sonrió. — Ve, pero prométeme que serás cuidadoso, ¿Vale?.

Vegetta, al tener la afirmativa, Sonrió en grande.

— Vale. Gracias, Luzu.

El menor se dirige hasta la puerta, dándose cuenta de que el cerdito lo seguía todavía.

— Puedes llevarte a Manolo si quieres, casi nunca sale de casa desde el incidente del secuestro, pero seguro lo cuidarás bien — Comenta Luzu, acercándose hasta ambos seres y agachándose a la altura de su mascota, para luego acariciar su cabecita. — ¿A qué tú cuidarás de Vegetta por mi, verdad campeón?.

El cerdito emite sonidos que parecían ser de afirmación, incluso, a lo que ambos hombres rieron.

— Ten, llévalo con su cuerda. — El Alfa rebusca entre un cofre cercano la cuerda, para luego entregársela al Omega que, en cuestión de segundos, ya se encontraba agachado poniéndole la cuerda al animal. — Samuel, si te cruzas con uno de los chicos e intenta hacerte algo, regresa lo más rápido que puedas, yo me encargaré de cualquier inconveniente.

— Lo se, Borja — Se burla, llamándolo por su nombre real, causando que el contrario frunciera el entrecejo. — Ya pareces mi padre, que estaré bien macho, nos vemos.

Acto seguido, el menor se lavanto con la mascota atada a la cuerda, y se dispuso a salir de la residencia del mayor.

Estaba contento de que su amigo le hubiera dejado salir, ya que no le agradaba la idea de mentirle y escapar únicamente para pasear un rato por los alrededores de Karmaland.

Minutos habían transcurrido luego de que se retiró de la casa del Alfa, y a estás alturas tenía ganas de volverse nuevamente, pues había visitado hasta el pueblo por curiosidad de encontrar algo nuevo que comprarle a los mercaderes de la zona, pero nada importante que llamará su atención, y caminar después de tanto tiempo le aburría.

— Bueno, no fue una muy buena idea después de todo, ¿No, Manolo?. — Le pregunto al cerdito, quien chillo. — Será mejor que volvamos a casa de tu padre.

Y como si el Cerdito entendiera, comenzó a moverse tan fuertemente que logro que el nudo de la cuerda sobre su cuello se deshiciera, alarmando a Vegetta una vez que el animal comenzó a correr afuera del pueblo.

— ¡Manolo!.

El animal hacía caso omiso a la voz del Omega, al cual no le quedó de otra que ir detrás del mismo para intentar capturarlo y así, poder irse tranquilamente a casa del Alfa.

El pequeño cerdito no fue capaz de ir muy lejos debido a su físico pequeño y regordete, por lo que no fue difícil atraparlo y, una vez Vegetta lo tuvo, hizo el nudo lo más fuerte que pudiera para evitar otro accidente.

Pero, ahora el problema era otro, Manolo no quería moverse desde que Vegetta comenzó a jalar de la cuerda, indicándome que debía moverse para volver a casa.

— Joder tío, no sabía que eras tan cabrón eh... — Murmuro.

¿Cómo podría hacer que el cerdo se mueva?, Tal vez podría cargarlo, pero su condición se desgastaba mucho durante su época de Celo, así que no era una buena idea. Debía atraerlo con algo que produzca un efecto automático para seguirlo, ¿Pero que podría ser?.

No tardó mucho en darse cuenta de que debía utilizar zanahorias para atraer al animal, pero la pregunta era, ¿De dónde demonios sacaría zanahorias?.

Movió su cabeza en diferentes direcciones buscando un lugar o el huerto de algún compañero de dónde pudiera sacar dicho vegetal. Ubico la casa del que se suponía, era su mejor amigo, la casa de Willy no quedaba muy lejos de donde estaba y su huerto se encontraba detrás de esta, desde su ubicación lo podía observar claramente.

— Bien, quédate quieto aquí, no te muevas, ya regreso.

Vegetta amarró la cuerda cerca de un árbol, con la intención de que el animal no se escapara nuevamente. Luego, fue corriendo hacia el huerto del Alfa, no creía que se encontrará en su hogar y, siendo así, ¿No sé molestaría si le sacaba algunas zanahorias, no?.

Mala suerte, o quizá el destino, pero Willy estaba en su residencia, y en menos de lo que Vegetta hubiese imaginado, su Lobo supo reconocer su dulce aroma a Uvas.

𝐄𝐍𝐓𝐑𝐄 𝐎𝐌𝐄𝐆𝐀𝐒 彡 𝗞𝗮𝗿𝗺𝗮𝗹𝗮𝗻𝗱 𝗜𝗩 [cancelado] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora