Capitulo 3

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Huida.

El retiro de las monjas daría inicio dentro de 10 minutos, ya los tres aventureros se encontraban listos, sus mochilas estaban preparadas de cosas que pudiesen necesitar cuando fueran al bosque.

Los jóvenes salieron de los dormitorios de los niños, ya que por ahí era más fácil llegar al pasillo de las monjas. Mientras caminaban, los demás niños corrían por todos lados, les encantaban cuando las monjas se iban a su retiro, porque así ellos podían tener más libertad de divertirse y recrearse, claro, siempre y cuando los guardias no los vieran. Justo cuando llegaban al pasillo, una de las cuidadoras los sorprendió tratando de entrar al pasaje.

- ¿Que hacen aquí? - la cuidadora los miró con confusión ya que parecían estar vestidos para salir, los menores asustados iban a responder a la pregunta, pero un niño de no más de cinco años les pasó corriendo y la cuidadora se tuvo que ir detrás de él - ¡Vuelvan al comedor! - Gritó a lo lejos mientras corría por el infante.

- La verdad si me asusté, pensé que nos atraparía. - Mencionó Marcos cuando no pudieron divisar a la cuidadora.

-Sigamos, falta poco para que las monjas se vayan.

Una vez en el pasillo, los tres jóvenes se escondieron en uno de los closets de limpieza, y cuando marcaron las seis en punto todas las monjas y aprendices de monjas empezaron a salir.

-Ya están marchándose... - Informó Aimee, quien estaba pegada a la puerta.

- Marcos... me estás aplastando...

-Gabriel tú te estás moviendo demasiado...

-Ya dejen de empujar que...

La puerta se abrió por la fuerza del forcejeo, y los tres jóvenes salieron disparados, cayendo uno encima del otro, quedando más perjudicada la pobre niña de ocho años.

-Ya bájense que pesan mucho - La niña de ojos verdes se removió, haciendo que ambos mayores se bajaran de encima de ella, para después ayudarla a ponerse en pie.

-Gracias a Dios que todas las monjas se habían marchado - Marcos limpió el polvo de su ropa, y Gabriel y Aimee terminaron de pararse.

-Sí, nos meteríamos en problemas si nos hubiesen atrap...

- ¿Que están tramando? - Los tres jóvenes giraron hacia la puerta de la salida para ver a uno de sus compañeros.

-N-nosotros solo jugábamos a la búsqueda del tesoro - Sonrió Gabriel.

- ¿En el pasillo de las monjas? ¿Aunque esté prohibido? - El pelinegro, de nombre Rafael los miraba inquisitivamente.

- ¿No sabías que aquí es el mejor lugar para jugar? - Aimee miró su reloj, ya habían pasado quince segundos desde que se fueron las monjas, debían darse prisa o los atraparían.

- Claro, ¿Y piensan que me tragaré ese cuento? - Rafael se cruzó de brazos - Sé que van a salir de aquí.

- ¿Cómo puedes estar tan seguro?

-Los escuché hablar en el comedor...

- ¿Nos espiabas?

- ¡Eso que importa! Tenemos que irnos - Aimee caminó hasta Rafael e intentó salir, pero él no se lo permitió – Muévete.

-No lo haré...

-Eres uno, nosotros tres, te quitaremos a la fuerza - Marcos y Gabriel se acercaron para intentar moverlo, pero de repente escucharon a los guardias acercarse.

- Gritaré - Los amenazó.

-bien, entonces ven con nosotros - Ambos jóvenes miraron a la niña.

- ¿Estás loca? Si va será peor.

-Es la única forma - Miro al pelinegro - ¿Vendrás con nosotros?

El niño sonrió con satisfacción, eso era lo que quería desde el principio, y por eso los había seguido hasta el pasillo de las monjas. Se quitó del camino, dejando a los demás salir por la puerta y luego los siguió. Antes de salir por completo, vió a unos guardias que se acercaban al pasillo.

Los cuatro ya estaban fuera del orfanato y salieron corriendo en dirección al bosque, querían alejarse antes de que el personal se pudiese dar cuenta de su ausencia. Y así corrieron hasta que sus piernas se cansaran y el sol se escondiera.

-Está oscureciendo - habló Aimee, quien estaba recostada en un árbol tratando de regular su respiración.

-No podemos parar, tenemos que seguir adelante o nos atraparán...

-Gabriel, llevamos horas corriendo. ¿Quién podrá encontrarnos en esta oscuridad? -Marcos estaba a unos pasos de Aimee, y Rafael se encontraba sentado en el suelo.

-No lo sé, pero debemos seguir o nunca encontraremos el objeto - Gabriel se sentó igual de agitado que sus demás compañeros.

- ¿Al menos saben dónde podemos empezar a buscar? - Los tres amigos se miraron. Aimee esperando a que Marcos contestara, y Marcos esperando a que Gabriel lo hiciera.

- No escuchamos esa parte de la historia...

- ¿Entonces lo único que tenían planeado era salir al bosque y ya?

-Yo pensé que ustedes sabían cómo llegar - La niña se cruzó de brazos mirando con el ceño fruncido a sus amigos.

- Sabemos lo que tú sabes - Se defendió Marcos

-Si, pero cuando fueron a mi dormitorio pensé que habían averiguado la manera de encontrarlo.

- Yo digo que volvamos...

- Si, no quiero pasar la noche en este lugar tan frío.

-Ya estamos aquí.

- Pero no sabemos cómo llegar...

Así los tres niños se pusieron a discutir si seguir adelante, aun sin saber a dónde ir, o volver al orfanato y ser castigados de por vida. Gabriel por su parte se puso a recordar cada fragmento del cuento, para ver si podía encontrar una pista o algo que pudiera ayudarlos. Sin embargo, no pudo recordar nada. Sus amigos empezaron a alzar la voz, evitando que el castaño pudiera concentrarse, así que se alejó un poco de ellos, solo unos pasos, aun podía escuchar sus voces...

Pero mientras más se alejaba, mejor podía escuchar el relajante sonido que hacia la lluvia al chocar con las rocas... un segundo, ¿Lluvia? Pero ni siquiera estaba lloviendo... Gabriel corrió hasta el sonido, donde pudo encontrar una cascada, al otro lado había una cabaña, donde salía humo por la chimenea.

- ¡Chicos! - Gabriel fue hasta sus amigos, si había una cabaña cerca, entonces no tendrían que volver, ni tampoco pasar la noche solos en el bosque - Hay una cabaña a unos pasos de aquí, podremos pedirles a los dueños que nos dejen dormir allí.

- ¿Estás demente? ¿Qué no sabes que las cabañas en medio del bosque son una pésima señal?

-Creo que no nos queda otra opción - La menor limpió el polvo de su vestido azul, y se puso al lado de Gabriel - Rafael si no tienes una mejor idea...

-Aimee creí que eras la lista, no puedo creer que aceptes semejante estupidez...

-Te puedes devolver si quieres - Marcos lo miró sin muchas ganas de seguir discutiendo, y tomó rumbo junto a sus dos amigos para llegar a la cabaña. No obstante, Rafael no se quedó atrás, ya que le asustaba más estar solo, que entrar a una casa donde puede vivir un asesino serial.

Justo cuando estaban delante de la puerta, Rafael tomó la mano de Marcos para evitar que tocara. - ¿Y si allí vive una bruja que quiere engordarnos y luego comernos?

- Si la hay, será perfecto para que nos ayude a encontrar el objeto - Dijo Gabriel antes de tocar dos veces la puerta de madera.

Sin embargo, nada pasó, los cuatros se miraron sin comprender lo que sucedía, cuando Gabriel iba intentar tocar la puerta una vez más, el piso debajo de sus pies se abrió...

El Deseo Jamás PedidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora