Capitulo 5

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Confusiones

Otro hombre, con ropas plateadas, estaba de pie frente a ellos cuando la puerta de metal fue abierta. Aquel misterioso ser los miraba con una sonrisa y los ojos llenos de preocupación.

- ¿Están bien?

Los niños afirmaron con inseguridad, inexplicablemente esa persona, a pesar de lucir como un tipo poderoso, les transmitía tranquilidad.

- ¡Chicos! - La pequeña niña de ojos verdes corrió hacia ellos con emoción, detrás había una persona que cubría su rostro con una caperuza azul como el cielo.

-Aimee estas bien ¿Cómo? - Los jóvenes alegres de ver a su amiga la abrazaron con fuerza

-Esas personas me salvaron.

- ¿Y quienes son ellos? - Marcos los observó con dudas.

-No lo sé, pero siento que son buenas personas... ahora tenemos que salir de aquí.

-Les explicaremos todo después, debemos huir - El extraño hombre les mostró la salida y los cuatro chiquillos, el viejo, y la misteriosa persona de la caperuza, se echaron a correr por los tenebrosos pasadizos.

Una luz celeste al final del túnel alegró sus rostros, mientras que los súbditos del mago les estaban pisando los talones. Justo en el momento en que pisaron el verde pasto, el grito de Marcos y Rafael ensordeció a los demás.

- ¡Marcos! ¡Rafael¡ - pero no solo eran ellos dos, también el viejo de la cueva y el hombre que los rescató estaban en la misma situación.

- ¿Qué está sucediéndoles? - Ambos menores preocupados fueron a socorrer a los demás, pero ellos solo se agarraban la cabeza con fuerza mientras gritaban, era como si les estuvieran atravesando tres mil cuchillas por la frente.

- Es la maldición del bosque, tenemos que irnos - la mujer tomo a Gabriel del brazo y él se soltó con brusquedad.

- Yo no abandonaré a mis amigos por una desconocida como tú.

- No lo entiendes Gabriel, tenemos que irnos.

- ¡No nos iremos sin ellos! - gritó la menor, aterrada por lo que les pasaba a sus compañeros.

La mujer suspiró ¿Por qué esos niños no podían entender que estaban en peligro? Sin embargo, a la muchacha no le quedo otra opción que demostrarles que no era de las malas, y que lo único que quería era que ambos estuvieran bien.

Quitó la caperuza que cubría su cabello, mostrándoles su verdadera identidad...

- ¡Lisa! - gritaron ambos al unísono, la chica les brindó esa bella sonrisa que les calmaba.

- ¿Ahora pueden confiar en mí? - ella tomo a ambos por las manos y los arrastró lejos de allí. Los menores estaban tan sorprendidos que no sabían que decir o hacer al respecto.

El trayecto hacia donde fuese que Lisa los estuviera llevando fue un poco largo y silencioso, los pequeños sollozos de la pequeña lo hacían más entristecedor, debido que les recordaba el hecho de que habían prácticamente huido.

Llegaron a lo que parecía un puente medio viejo y que casi estaba a punto de caerse. Estaba oscuro. Había anochecido nuevamente y los grillos y animales se escuchaban alrededor, dándole al lugar un toque tenebroso y espeluznante.

-Ok niños aquí nos separaremos - Lisa miró a los pequeños que se encontraban aterrados por la idea de alejarse de su cuidadora.

- No nos puedes dejar ahora Lisa, estamos perdidos, no sabemos ni en donde estamos parados ni que es lo que está pasando.

El Deseo Jamás PedidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora