Capitulo 6

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La verdad jamás contada.

Al abrir los ojos los niños se encontraban en un lugar que no conocían, ya no estaban en el bosque, y no había rastros de Lisa.

-Aimee ¿Estás bien? - Gabriel, una vez que se puso de pie, ayudó a su compañera a hacer lo mismo.

-Si, gracias – ambos miraron todo el lugar un tanto confundidos y perdidos.

El lugar no era el que habían visto por última vez, ahora estaban en una pequeña casa de madera. Todo estaba un poco oscuro porque no había mucha iluminación.

- ¿Dónde estamos? - caminaron un poco por la habitación en la que se encontraban, que, a juzgar por los muebles, era un cuarto equipado para la vivencia de un bebé.

-No lo sé, pero Lisa nos ha engañado y de seguro nos ha encerrado aquí...

Aimee no respondió a aquello, debido que estaba concentrada en las cosas que había en aquella habitación. Cosas que raramente les resultaba un poco familiar. Al acercase a una pequeña y delicada cuna de madera tallada a mano, pudo ver unos cuantos juguetes coloridos. No obstante, eso no era lo que había llamado su atención, sino el nombre inscrito en una parte de aquella cuna...

"Aimee"

¿Por qué razón aquella cuna llevaba su nombre? Acarició las letras de aquella escritura sintiendo un extraño sentimiento de nostalgia en su pecho.

-Aimee ¿Escuchaste eso? - La de ojos verdes quitó su atención de la camita y centró su atención en su amigo.

-No ¿Qué cosa...? - un fuerte ruido que los hizo estremecer se hizo oír fuera de aquella habitación, provocando la curiosidad de ambos menores, que con cuidado salieron del lugar hasta lo que parecía la sala. Una vez más el ruido se escuchó, la puerta principal se abrió dejando mostrar a un hombre de cabellos negros y despeinados con una mirada de miedo y preocupación.

- ¿Qué haces aquí? - El hombre se acercó a donde se encontraban Aimee y Gabriel.

- Eh no, nosotros...

Pero algo raro ocurrió, el hombre no se detuvo a hablarles a ellos, sino que los atravesó, como si no los pudieran ver, como si en verdad no estuvieran allí. En cambio, el hombre se dirigió hasta un mueble negro en donde extrañamente había una mujer sentada allí, con un bulto envuelto en una sábana celeste. Esto dejo a los pequeños perplejos y confundidos.

-No puedo Frank, no puedo irme y dejarte - Los ojos azules de la mujer se llenaron de lágrimas, y el hombre no dudó en abrazarla.

- Mi amor, tú sabes que esto es por el bien de ambas, si esas personas las encuentran no dudarán en lastimarlas - El hombre, quien respondía al nombre de Frank, limpió con delicadeza la lágrima que había escapado del ojo de su mujer.

- Por eso debemos escapar juntos, porque entonces te harán daño a ti, y yo no soportaría perderte - la mujer empezó a llorar y Frank la abrazó con fuerza.

- Emily, te prometo que volveré con ustedes, ahora nuestra prioridad es alejar a nuestra hija de las garras de Zenky - Frank acarició la cabecita del bebé quien dormía plácidamente sin saber nada.

- Es por ella - dijo la mujer después de quedarse callada por unos segundos - ella tiene la culpa de todo - Emily miró con desprecio a la pequeña criatura que reposaba en sus brazos.

- No digas eso mi amor, Aimee ha sido para nosotros una gran bendición... - Ese nombre alertó a los infantes.

- Una gran desgracia, todo está pasando por su culpa, el hecho de que tú y yo no podamos estar juntos es por su culpa que somos perseguidos por ese mago ¡ella ni siquiera es nuestra hija! - volvió a llorar.

El Deseo Jamás PedidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora