25. Hoy ya no quiero hablar

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Te quiero.

¿Le había dicho te quiero a Agoney?

No supo parar esas palabras que salieron como flechas de su boca. Allí, con la respiración del moreno dejando marca en su mejilla y con las narices rozándose no pudo censurar esa confesión que ni él mismo quería afirmar.

Al mirar los ojos canarios supo que no todo era bonito y agradable. Al ver los labios apretados y la mirada esquivando la suya, le echó la culpa a su lengua y a su mente por decir aquellas palabras en el momento equivocado.

-.-

Raoul le había dicho te quiero. Fue un susurro, que pretendía no ser oído, pero la corta distancia no había favorecido. Sintiendo el perfume del rubio, las palabras que tanto temía aparecieron como una flecha directo al punto rojo. Tragó fuertemente y expandió la distancia que los separaban.

Por cómo cambio la mirada del rubio, codificó que también la suya había cambiado. Y es que, joder, Raoul decía tales palabras después de que Victoria le había dicho lo que más le convenía a la Asamblea.

- Lo siento - escuchó la voz débil del catalán – fue el momento, no sé ni que dije.

Pero sí que lo sabía. Agoney supo ver la voluntad de sus palabras y ese brillo sincero en los ojos mieles. Quería tomar esas manos temblorosas y decirle que él también sentía algo muy extraño en su pecho cada vez que lo veía hacer música o cuando sacaba su lengua escribiendo nuevas historias. Quería decirle que le gustaba observarlo. Le gustaba verlo bailar y reírse con esa sonrisa que hacía sonreír a los que lo miraban. Como un espejo. Le gustaba sacarle fotos, esas fotos desprevenidas y para su criterio, las mejores. Esas en las que Raoul miraba hacia otro lado con el rostro completamente relajado y con los ojos brillándole más que nunca.

Pero no iba a suceder, porque desde el día en el que la directora le dijo que lo mate, algo en su interior había desaparecido. Fue como si su cuerpo se negara a asumir las sensaciones y reprimiera todo lo relacionado con su Talento.

Negó evitando la mirada de miel. No pudo hablar ni decirle que él no sentía lo mismo. Ahora que Raoul le decía eso, era mucho más difícil todo. Ya no podía mentirle. 

- Raoul...

Apenas puede expresarse.

- No Ago – se puso de pie – no tienes que explicarme nada – la risa nerviosa salió de su interior.

Conoce bien esa risa de Raoul, es esa risa que pretende aparentar normalidad y que su interior sigue intacto. Sabe que no es así, tiene muy en claro que el rubio se abrió demasiado después de escuchar esa confesión en acordes. Y que él se dedicó a matar esas dos palabras que salieron del alma del catalán.

El rubio parado delante de él evita su mirada mordiendo la piel seca alrededor de sus uñas. De repente, aquel estudio dejó de ser el ambiente agradable donde las palabras y miradas se encuentran, pasando a ser un lugar mas incomodo y con pensamientos no dichos. 

- Creo que es mejor que me vaya – dijo después del silencio incómodo.

Raoul asintió.

Se puso de pie y pasó por al lado del rubio para dirigirse a la puerta y salir de ese piso. Solo se escuchaba la madera crujiendo debajo de sus pies.

- Raoul – volvió a hablar cuando el picaporte ya estaba en sus manos.

El contrario levantó la mirada y pudo notar ese brillo de tristeza inundando sus pupilas. Notó como el rubio mordía sus labios para reprimir el llanto.

Visibles | ragoneyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora