25: 24 horas desaparecido

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– ¡Nick! – me grita Jenny cuando me ve llegar, y me abraza; yo me congelo, y no sé qué responder

Mis manos se congelan cuando intento acercarlas hacia su espalda y devolverle el abrazo, pero simplemente no puedo.

–¿Usted es Nicholas Ludwood? – me pregunta el oficial que acaba de entrar al pasillo principal

– Sí, – respondo –¿tiene algo acerca de mi hijo?

– Bueno, ¿gustan pasar a la sala para darles el informe de... su hijo?

Ambos asentimos y doblamos a la izquierda hacia la sala, detrás del policía. Entramos, Jenny con el Jesús en la boca, y yo con la nostalgia rodándome por los pelos. Nos sentamos en uno de los sillones que habían en la sala, por lo que noto el oficial no viene solo. A diferencia de este el otro es de piel más clara, y su cabello es rubio y se peina hacia atrás, pero es un poco bajo en altura del otro oficial.

El primero es de piel morena, y de pelo negro, corto que se podría ver su piel, por no ser de sus chinos. Ambos aportan trajes negros con sus placas de la policía sobre el lado derecho de sus pechos.

El oficial Ramírez, quién es el oficial que nos atendió primero, se sienta en frente de nosotros, y el otro oficial, el oficial Mayers, se mantiene parado atrás del oficial Ramírez.

– A ver Sr. y Sra. Ludwood...

– No, disculpe, es que ya no estamos casados – le dice Jenny al oficial, quién comienza a tomarse los dedos de las manos, estrepitosamente con cada segundo que pasa

– Jenny, – le digo entre dientes – no empieces

Ambos callamos y miramos al oficial con una sonrisa falsa e inquietante, al cual no le da ni la más mínima importancia, y continúa.

– Bueno como les decía, al parecer su hijo, Maurice Ludwood Clinton, ha desaparecido hace 18 horas, y aproximadamente en 6 horas más, a las 7:21 de la noche del día de hoy, miércoles 15 de noviembre, se confirmará como un chico desaparecido. Mayers, pruebas. – dice al final y en seguida de él habla el otro oficial

– Sí – toma una silla que se encuentra por la sala y se sienta a un lado del oficial Ramírez

– Hoy a las 4:56 de la tarde, encontraron uno de nuestros compañeros un vídeo, del supermercado de la 7ª avenida en el distrito 3 de la ciudad, en el cuál aparecía que un chico de la edad de su hijo, con las mismas características de las que usted – se refería a Jenny – nos indicó, se encontraba rodando por la tienda. Lo vieron entrar y salir más de dos veces, así que fuimos a investigar el lugar.

Cuando termina el oficial, siento que Jenny está al borde del llanto, yo no sé como estoy, yo estoy en modo neutro; no sé cómo responder ante esta situación.

– Seguiremos investigando – dice el oficial Ramírez para cortar el silencio

Se levantan ambos oficiales, y nosotros después de ellos. Nos dirigimos a la puerta, yo con las piernas temblorosas y Jenny con el alma de fuera. Llegando a la puerta, Jenny la abre con todas las fuerzas que le quedan, los oficiales salen y uno de ellos entra a la patrulla; el otro se queda en la puerta y se voltea hacia nosotros dos con una mirada de seguridad sobre nuestras caras de lamento.

– Tranquilos – dice el oficial Mayers – su hijo está bien – toma a Jenny del hombro cuando se lo dice al verla llorar, y a mí me mira y me guiña el ojo. No sé si es producto de mi imaginación, pero yo ví claramente que me guiño su ojo izquierdo y aparte con su sonrisa, su sonrisa tal cual me la hacia Kevin a mí. No pude evitar sonrojarme.

– Gracias – dice Jenny tomándole la mano y regresándola hacia él

Se va el oficial y Jenny cierra la puerta. Y se dirige a la sala para sentarse, mientras que yo me quedo estático en el pasillo, mis pies se plantan, mis manos se quedan tiesas y mis cachetes se calientan. »¿Qué acaba de pasar?« me digo, y en eso reacciono y me acerco hacia Jenny con los cachete calientes, pero ya no de lujuria, si no de irá.

– Jenny...

– Antes de que me digas algo, te pido perdón, sé que debí haberte avisado con tiempo, pero...

– Ah, no si Jenny ¡deberías!

– Pero tenía miedo...

– ¡¿Miedo de qué?! ¿De qué me pusiera loco?

– ¡Miedo a que buscarás a Maurice por tu cuenta!

– Pero, es mi hijo, nuestro hijo, me debiste haber llamado antes que a los oficiales

– ¿Y qué? ¿Tu te harías cargo? Sólo para demostrar que sin importar el grado de mentiras del que seas capaz de realizar, puedes hacerte cargo de una familia.

– Jenny, no metas mi sexualidad en esto – se me corta la voz y siento que se vienen las lágrimas

– Y no la estoy metiendo, sólo estoy metiendo tu imprudencia y tú hipocresía

– Entonces, dices que Maurice se escapó por mi culpa

– Ese no es el punto – dice Jenny en voz baja

– ¡¿Entonces cuál es el punto?!

– El punto es que Maurice nos necesita en esta etapa difícil por la que va a pasar, y sin importar si tú y yo, estamos divorciado, nos haremos cargo de él, porque él es el resultado de nuestra relación

Nos quedamos callados por mucho tiempo. Jenny voltea su cabeza hacia su izquierda para no verme. Me siento a lado de ella y no logro evitar que se me salga una lágrima.

Coloco mis manos sobre mis piernas y me sobo de arriba a abajo en respuesta de mis nervios. Miro al techo en desesperación y de pronto me acuerdo de mi mamá.

When I die... and they lay me... to rest
Gonna... go... to the place... that's the best...
When I... lay me down... to dieeee... – me mira Jenny con lágrimas en sus ojos, y yo la miro a ella recargándome de lado sobre el sillón.

Ambos dejamos caer nuestras lágrimas en éste, y suspiro lentamente, y Jenny se limpia una lágrima.

Goin' up to the spirit... in the sky – canta Jenny con su voz tan dulce que es

Goin' up to the spirit in the skyyy... – cantamos al unísono, y le sonrío a Jenny

– Cuando cumplí los 7 años, – añado – comencé a tener pesadilla todas las noches, pero esa ya tú lo sabías, pero mi mamá al escuchar esta canción, vio que servía para relajarme, así que todas las noches me cantaba está canción antes de irme a dormir para que no tuviera pesadillas, y así fue hasta que cumplí 12 años. ¿Y tú dónde la habías escuchado?

– Bueno yo la escuché en la radio hace dos años, no tuvo una gran historia, pero me gustó mucho en ese momento

– Sí – digo en voz baja y regreso mi mirada a Jenny – Oye, entiendo que debemos estar juntos en esto, y lo haré, pero no por ti, ni por mi, si no, por nuestro hijo

–Ven – le digo a Jenny y nos acercamos para abrazarnos – superaremos estás 24 horas que se cumplen y las que probablemente se podrán cumplir, pero nos tenemos el uno al otro

– Tienes razón – me abraza y recarga su cabeza sobre mi pecho – Oye, ¿crees que Kevin pueda ayudarnos con esto?

– ¿Kevin?

– Sí

– Kevin se va mañana de la ciudad, ya no nos va poder ayudar

– Oh – dice Jenny y ya no volvimos a hablar de nada

Simplemente nos quedamos abrazados como dos viejos amigos después de caminar por mucho tiempo, y terminar recostados en algún lugar...

Nick y Kevin 2: Aquí Vamos Otra VezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora