24: La llamada que marca el final

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Llego a la casa, y me detengo un momento para observarla. Miro el desastre que había provocado día con día desde el divorcio. Respiro hondo y me acuerdo de la gata, la llamo, pero no la veo, entonces decido entrar a la cocina y ahí está, recostada sobre el suelo sucio y polvoso.

Dejo la bolsa de la tienda sobre la mesa, y me agacho para acariciar a la gatita. Regreso a la bolsa y entonces saco lo que hay adentro. Saco la comida de la gata y se la pongo en un plato, a un lado del vaso con leche, y ella brinca desesperadamente al plato con las croquetas. Comienza a comer y entonces regreso a lo mío.

Me terminó de preparar un sandwich rápidamente; me lo termino y me dirijo al refrigerador para ver si hay alguna una fruta, y lo único que encuentro es una manzana roja con un área como podrida o algo parecido. La tomo y me dirijo al lavabo para lavarla, después agarro un cuchillo y cortó la parte podrida, y me empiezo a comer la manzana.

Me asomo por el umbral de cocina que conecta con la sala, y por última vez miro el desastre que hay. Muerdo la manzana y me volteó hacia la puerta que conecta con el patio trasero. Salgo y entro al cuarto donde están los artículos de limpieza y regreso a la casa.

Comienzo a limpiar la cocina, quito el polvo de los lugares de ésta, finalmente limpio la sala y siento que ya es suficiente, hasta que la gata se caga en la alfombra.

– Ay, gracias – le digo sarcasticamente y me vuelvo a poner la sudadera para ir a comprar arena
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Media hora después regreso a la casa cargado de la bolsa de arena y pensando en dónde la pondré. Al final termino dentro de la casa poniendo la arena en un recipiente de color gris, hondo, lo suficiente para que entre la arena.

Termino y la pongo a un lado de la puerta trasera de la cocina, y dejo a la gatita y me dirijo a mi cuarto.

Mis pasos se pierden entre el pasillo, paso por paso, me voy perdiendo hasta llegar a la habitación, coloco mi mano en la manija para darle la vuelta, y suena el teléfono a un lado de la puerta, el cuál esta sobre una repisa a la altura de mi hombro, a lado de unas fotos familiares, las cuales son inservibles.

Mi ojo gira hacia aquel dominante teléfono y mi mano empieza temblar cuando lo acerco a él. Respiro hondo y tomo aquel aparato, y sin ver el número contesto, llevaba meses sin recibir una llamada, sin haber vuelto a escuchar ese sonido por toda la casa. Contesto la llamada.

– Bueno – digo pero nadie me contesta

Sigo esperando la respuesta de alguien, pero nada. Silencio. Mi agitación se acelera sin saber por qué. Y alguien contesta.

Nicki – me dice una voz de mujer

– Mamá, ¿por qué no me contestabas?

Ya sabes que yo no soy mucho de esto del teléfono

– Si mamá, lo sé... ¿Y por qué marcaste?

Entiendo que no habías hablado de tu esposa, o de mi nieto, ¿pero por qué no de tu divorcio?

– Mamá, ya habíamos hablado esto

Si Nicki, pero porque arruinar las cosas con Jenny, sabes, me caía bien esa niña, era tan dulce...

– Ella fue quien me terminó – la interrumpí

¿Qué?

Si, y hasta la fecha sigo sin entenderlo. Oye mamá, no estoy de humor para hablar, me tengo que ir

Pero Nick, no me cuel... – le cuelgo

Me siento sobre el piso y dejo salir una lágrima lentamente de mi ojo derecho. Siento el frío de la lágrima pasar por mi cachete y cierro los ojos. Vuelvo a sentir el frío de la mañana, y mis manos comienzan a temblar. Llevo una de ellas a mi frente y me echo a llorar. Vuelve a sonar el teléfono. Contesto otra vez sin ver el número.

– ¡Ya te dije que no quiero hablar!

¡Nick! – es Jenny – Maurice desapareció

– ¡¿Qué?! – grito y agrando mis ojos; escucho el llanto y desesperación de Jenny en su voz

Si, se suponía que iba a ir a comprar algo a la tienda, pero ya no regreso, y lleva casi un día desaparecido

– ¿Y esperaste todo ese tiempo para decírmelo? – me levanto de un brinco

Perdón – llanto otra vez – es que... no quería decírtelo... porque pensé que te ibas a enojar... y yo...

– No Jenny, mi hijo está desaparecido; ahora voy para allá, tomaré un autobús lo más pronto posible

Cuelgo rápido y dejo el teléfono en la repisa, me detengo un momento para aclarar mi mente, y regreso a mi habitación. Me cambio rápido, me pongo unos jeans y una chamarra café, y salgo del cuarto deprisa.

Mi corazón va alterado que no me fijo bien en mis pasos y me tropiezo a media escalera; mi cuerpo rota por unas cinco veces y mi espalda pasa chocando con los escalones, hasta terminar tirado en el último escalón.

Me mantengo ahí, ahogado en mi sufrimiento y mi dolor. Mis piernas me duelen, al igual que mi espalda, y sin poder sentir mis piernas. Mi cara termina viendo hacia las escaleras con mi boca recargada en el suelo. Me siento rendido y sin poder levantarme.

Escucho un maullido y entonces veo que la gatita me está observando, y entonces pienso que Mau me necesitaba, que esto no lo haría por Jenny, si no por él.

Apoyo mis puños sobre el escalón y empiezo a elevar mi torso; coloco mi rodilla entre mi torso y mis manos, y empiezo a levantar mi cuerpo.

Mi espalda me duele, al igual que mis manos. Tengo ganas de vomitar. Quiero llorar. Y finalmente me levanto. Me relajo un poco, y me dirijo a la puerta principal lentamente. Ya ni revisé si me había fracturado algo; sólo sigo caminando hasta llegar a la puerta principal.

Ya enfrente del portón tomo las llaves y salgo al patio delantero, cierro la puerta atrás de mí y empiezo a bajar las escaleras cuidadosamente. Me duele el pie izquierdo, y la única forma para bajar es colocando el izquierdo en el siguiente escalón, y doblar la otra pierna al escalón para terminar a la misma altura del izquierdo.

Finalmente, termino de bajar las escaleras y me subo al coche. Ahora tendré que manejar hasta Nueva Jersey, ya que dudo poder encontrar un autobús que salga a esta hora.

Prendo el coche, y rezo porque si se pueda manejar, ya que llevo meses sin usarlo. Y en efecto, funciona.

Coloco mis manos sobre el volante, helado y polvoso, respiro hondo, presiono el clutch y cambio a velocidad 1, y acto seguido, presiono el acelerador, y arranco el auto. Sin distracciones hasta Nueva Jersey.

Nick y Kevin 2: Aquí Vamos Otra VezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora