26: 48 horas desaparecido

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Se escuchan las sirenas de la policía acompañadas de una agonía que se inyecta en mi piel, tal cual lo hace una inyección subcutánea. Mis ojos se quedan en par en par. Tengo mareos, sin ninguna razón aparente. Levanto la vista y no veo a Jenny, sólo me veo a mí; acostado, con los pies sobre el sillón, justo del lado donde se supone que debería estar Jenny; y también veo las luces de las sirenas reflejándose en el techo de la sala. Me levanto estrepitosamente y me tomo un momento para tomar el equilibrio, y dar el primer paso.

Mis pies se cruzan uno entre otro, me acerco apenas al pasillo principal con todas mis fuerzas. Me agarro del umbral y respiro, hondo hasta sentir mis pulmones llenos como en la primavera; mi corazón se tranquiliza, y entonces me dirijo hacia la puerta roja.

Salgo y siento una brisa llena de tensión; veo a Jenny con los oficiales y con sus manos sobre la cara. Aparentemente veo al oficial Mayers a un lado del oficial Ramírez, el cuál está consolando a Jenny, o eso parece.

Mayers me ve con una cara de lastima, como si hubiese sido castigado, o como si alguien hubiese muerto...

Se acerca a mí con las manos en el bolsillo, dejando su mirada hacia el piso, como si fuera una muestra de respeto. Se pone al frente de mí, y me mira con sus ojos encantadores, pero a la vez llenos de tristeza.

– ¿Qué ha pasado? – pregunto en medio de toda esta situación

El oficial Mayers se acerca a mí, y me abraza; me encuentro confundido ante esto; pero el sólo me dice.

– Encontraron un cuerpo Nick – me dice el oficial, como si ya me conociera desde hace años

Y entonces miro a mi alrededor, sin abrazar al oficial, veo a Jenny llorando, muchas patrullas, y regreso con Mayers, él cuál me está consolando, y entonces lo entiendo.

Dirijo mis manos hacia la espalda del oficial, y lo abrazo con fuerza, no sabía que los oficiales podían hacer esto, pero el oficial Mayers, sabía que yo era diferente.

Recargo mi cabeza en su hombro, y siento como sale una lágrima de mi ojo, lentamente, y comprendí todo. Era tan fácil de entender, pero difícil de procesar. Maurice ha muerto. Mi hijo está muerto.
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Me encuentro sentado en la parte trasera de la patrulla de los dos oficiales. Jenny está a mi lado, con las manos rozando sus manos; a diferencia de las mías que están moviéndose escurridizamente, con mis nervios corriendo por mis venas.

Nos detenemos muy despacio en frente de la comisaría. Los oficiales salen de la patrulla. Mi cuerpo se cubre de un miedo interno, al igual que el de Jenny; nos miramos al mismo tiempo, y el oficial Mayers abre la puerta del lado de Jenny. Ella sale y se pasa a la acera, pero yo me quedo tieso, por lo cuál, Mayers me mira desde la puerta del coche.

– Está bien Nick – me dice eso, cuando en realidad nada va tan bien, vuelvo a ser el niño de 17, asustadizo y nervioso

El oficial me extiende su mano para que la tomara, pero yo simple la rechazo con una señal. Me muevo poco a poco entre los asientos, hasta llegar a la puerta.

Pongo mis pies sobre la acera, y me levanto; tomo la mano de Jenny y entramos a la comisaría. Nos habían llamado para reconocer un cuerpo. El cuerpo de nuestro hijo... posiblemente.

En el camino nos habían dicho que habían encontrado el cuerpo a unas cuantas calles de la tienda donde había desaparecido. El cuerpo fue encontrado flotando a la mitad del río Hudson.

Nos adentramos al edificio sombrío, y pasamos a la recepción como si nada. Los oficiales van cuidándonos por atrás y por adelante. Pasamos por las salas de interrogación, o se parece, ya que la luz no están tenue en esos lugares que sólo dan la sensación oscura de que algo malo puede pasar.

Doblamos a la izquierda, y ahí estaba, hasta el fondo, la sala del forense. No tenemos idea de que va a pasar después, después de ver el cuerpo, pero si sabemos lo que va a pasar cuando entremos por esa puerta.

El pasillo se hace largo, y mis pasos pequeños, Jenny aprieta fuerte mi mano, al igual que yo.

El oficial Ramírez se detiene al frente de la puerta, en este momento pienso que tal vez voltearía, y nos diría algo antes de entrar, pero ya sabíamos lo suficiente. Toma la manija de ésta, y la abre en absoluto silencio, y en seguida, se pone a un lado del pasillo dejando pasar a Jenny y después a mí. Los oficiales pasan detrás de nosotros, y cierran la puerta, igual en silencio.

La sala no están luminosa, simplemente hay una luz tenue que apunta así la mesa donde se encuentra el cuerpo, cubierto por una sábana blanca, la cuál deja que la luz se ilumine, y le de un poco más de brillo en la habitación. Se encuentra el forense al otro lado de la mesa, con su bata blanca, y los guantes en sus manos.

No alcanzo a ver nada más que la mesa, al forense, unos instrumento a un lado en una bandeja, y a Jenny a lado de mí.

El oficial Mayers aparece de la oscuridad, y se acerca al cuerpo para levantar la sábana.

– Prefiero hacerlo yo – dice Jenny, a lo que el oficial Mayers voltea

Jenny camina despacio hasta llegar al frente de la mesa. La oscuridad me toma por atrás, al igual que el miedo y la pena. Mis manos tiemblan con cada paso que da Jenny. Finalmente llega a la mesa, y acerca sus manos al cuerpo.  Junta sus dedos. Respira. Mis manos tiemblan más. Toma la sábana. La va quitando. Y suelta un grito de alivio.

– Este... Este... Este... – dice Jenny agitada después de ver el cuerpo

Me acerco a ella y la abrazo para calmarla un poco, a lo que Jenny deja tirar sus lágrimas a mí. La suelto y nos dice a todos en llanto.

– Este... no es mi hijo. Este no es Maurice – dice Jenny y me vuelve a abrazar

Un sentimiento de alivio me cubre al a ver escuchado eso. Me asomo por un lado para encontrar una marca de nacimiento que tiene Mau en el lado derecho de su cuello. En efecto, no está esa marca en el cuerpo. Ese no es mi hijo, pero aún así sentía tristeza, ya que podría ser el hijo de otra familia.

– Nuestro hijo sigue vivo – me susurra Jenny, y deja caer otra lágrima en mí

Nick y Kevin 2: Aquí Vamos Otra VezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora