18: La casa del terror

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Despierto al siguiente día con un brinco de emoción, sin alguna concreta razón. Sostengo las sábanas de la cama y miro por mi habitación; hecho un desastre. Me tomo del cabello, el cuál está despeinado, miro hacia la ventana, la cuál enseña el resplandor del sol chocando con el centro del pueblo.

- ¿Pero qué pasó aquí? - me digo a mi misma y volteó hacia mi equipaje, el cuál, como ayer, hecho un desastre.

Me levanto de la cama y me dirijo a la ventana, la abro rigeramente, y me cubre un aire fresco y agradable. Regreso a la habitación y me dirijo al baño en puntitas.

Me detengo a medio camino al ver lo que estoy haciendo. Miro mis pies, que se encuentran en puntas, y bajo mis talones firmemente y continuo caminando al baño.

Tomo la toalla que uso y me meto a bañar, lo cuál salgo 15 minutos después, extraño para mí que sólo me tardo de 5 a 7 minutos, me visto casual y salgo del hotel para dirigirme a casa de la mamá de Nick para tomar un café con Martha.

Camino por el centro y de pronto tomo mi bolso y doy una simple vuelta cuando paso por el kiosco, y me detengo.

- ¿Jenny qué te está pasando? - me digo otra vez a mí misma

Regreso mi bolso a su lugar y sigo caminando. Entro por la calle Mapple y sigo caminando, paso algunas casas y comienzo a brincar mientras camino, cambio mi cara y me detengo. «¿Qué te pasa, por qué actúas tan extraño?» me dice mi subconsciente, pero mi pensamiento se termina cuando siento un aire siniestro detrás de mí; volteo y observo que estoy al frente de aquella casa sombría y abandonada. Y entonces me acuerdo lo que me dijo la Sra. Simpson.

- Sólo hay que ver la casa más vieja y abandonada que hay en el pueblo -  recordé de repente

Y que mejor ejemplo, que la casa que está frente a mí justo ahora. Tomo aliento antes de entrar al jardín de frente, con una hierba alta. Paso la reja, la cuál rechina cuando empiezo a mover la puerta de esta, abro paso entre la hierba hasta llegar a la puerta gris y vieja.

Número 2057 de aquella casa, abajo de este número, un letrero que dice “Globerman”. Tomo el picaporte, y respiro, un poco agitada, el aire cálido de la mañana; acto seguido, lo giro y abro aquella puerta, que lanza un rechinido horrible y fuerte, que creo que se llegó a escuchar por toda la calle, por lo cuál miro a mi alrededor, y no consigo ni una sola queja de los vecinos.

Cómo sea, regreso hacia la puerta de roble vieja y entro decidida a aquella casa del terror. Mientras paso por el estrecho pasillo principal, escucho que la puerta se va cerrando detrás de mí, la cuál ignoro; paso por la sala principal, la cuál está en seguida a la izquierda del zaguán. Me asomó por el umbral de la sala y miro muebles con sábanas blancas y llenas de polvo sobre ellos. Entró escurridizamente al ver botella de whisky, vino, vodka, incluso de cerveza. Llego hacia una repisa que está en la esquina del fondo, dónde hay cuadros y algunos libros.

Tomo un respiro al topar con aquella esquina y miro una foto, la tomo lentamente y veo que está llena de polvo, por lo cuál la soplo. Aunque no alcanzo a ver mucho ya que se ve como la foto se ha maltratado con el tiempo, incluso hasta el cristal está sucio. Regreso la foto a su lugar y encamino hacia el comedor principal, pasó de nuevo por las botellas y por la luz amarillenta del sol que entra por las ventanas y choca contra las cortinas blancas con un aire fresco.

Llego al comedor principal que se encuentra conectado con la sala, al otro lado de la esquina en la que estaba, ya dentro me puedo desplazar libremente, ya que no hay botellas tiradas, sólo hay hojas marchitas y negras que al parecer entran por la ventana rota de la cocina. Paso por la mesa, también con una sábana blanca sobre ella. Paso por la izquierda, para terminar en el suelo, me había caído, miro a mi alrededor sin obtener nada más que la sábana blanca de la mesa a mi derecha, y los cajones de la cocina a mi izquierda. Me siento en suelo para respirar un poco con mis ojos cerrados. Después de 1 minuto de estar viendo a la oscuridad de subconsciente, abro mis ojos y me encuentro con una tarántula, negra y enorme enfrente de mí.

Agrando los ojos al ver al dominante arácnido sobre las sábanas blancas, y como su color negro era asombra te, como no se iba a destinguir. Guardo mi aliento y mi susto para no alterar al animal, y entonces mi cerebro me ordena no mover ni un solo músculo. Espero por unos minutos al ver cómo la tarántula baja por la sábanas, exhibiendo sus grandes y peludas patas negras. Pasa por pie, el cuál está cerca de la sábanas, después por mi rodilla y sube a mi cintura. Estoy en shock, mi mayor temor son los arácnidos, y justamente hoy me encuentro con uno. Pasa por el lado derecho de mi cuerpo hasta subir a mi hombro y después se pasa a los cajones de la cocina, pero el terror no termina ahí. Se mantiene quieta por un momento y pasa a lado de mi cabeza, solamente mis ojos pueden seguirla, y finalmente se mete a un cajón. Cierro aquel cajón y siento un sentimiento de asfixia y alivio.

Me levanto con las piernas temblando y tardo un tiempo en recuperar mi equilibrio. Salgo de aquella cocina aterrada, y me dirijo hacia la puerta. Camino de nuevo por el estrecho pasillo, sosteniéndome de la pared, y finalmente siento un barandal antes de llegar al zaguán.

Miro a mi izquierda, y en efecto, hay escaleras. Las subo sin pensar de lo que me vaya a encontrar haya arriba, tal vez tarántulas, o iguanas, o cualquier otro bicho raro. Subo y entonces miro una puerta rota, con un letrero que dice “No Entrar”. Muevo el letrero al llegar a la puerta y dice algo inscrito en ella, el nombre de Kevin. Suelto el letrero y me alejo de la puerta. «¡Carajo!» me dije, estoy aquí, en la casa de Kevin.

Miro a mi alrededor antes de entrar a la habitación. Respiró hondo y me encamino dentro de ella. Tomo la perilla y entonces abro la puerta, y aire de polvo llena mis pulmones y mi vista. Toso fuertemente y muevo mi brazo de arriba a abajo para quitar un poco del polvo.

Se despeja un poco el aire y entonces miro que el cuarto está lleno de pósters de viejas bandas como ACDC, KISS, Black Sabbath y Queen.

Doy un paso y siento algo en suelo, volteo y miro una guitarra rota en el piso, las cuerdas están destrozadas, y otras están desprendidas del instrumento. Miro a la pared derecha, dónde hay un gran hoyo, probablemente fue realizado por la guitarra, pero quién sabe, tal vez es sólo un producto de mi imaginación.

Finalmente me encuentro al otro lado de la puerta principal, y me juro que nunca volveré a esa casa del terror.

Nick y Kevin 2: Aquí Vamos Otra VezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora