27: 72 horas desaparecido

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– Nick, ¿qué vamos hacer? – me dice Jenny acostada en su cama – Nuestro hijo, está allá afuera, no me puedo quedarme aquí y esperar a que esos oficiales vuelvan a confundir a nuestro hijo con otro chico

– Jenny, acabamos de ver un cuerpo, no puedes pensar con claridad

– No, si puedo Nick, mi hijo

– Nuestro – susurro

– Nuestro hijo... lleva desaparecido más de 2 días, ya casi se cumplen los 3

– Lo sé – digo en voz baja

– Y probablemente está solo haya fuera, sin comida ni da, o quizás algo peor, puede estar atado o amarrado como un animal, secuestrado por gente que lo único que sabe hacer es secuestrar a niños

– ¡Lo sé!

– Pues no parece Nick – me mira Jenny con dos lágrimas de par en par a sus mejillas – No parece

Jenny se vuelve a acostar en la cama, y yo me siento recargado sobre el umbral de la puerta. Cierro mis ojos, y dejo caer una lágrima de mi ojo derecho. »¿Que más puedo hacer?« me preguntaba mientras cae la gota sobre mi mejilla.

Tiene razón Jenny, yo tampoco quiero esperar a que regresen los oficiales, no puedo, no puedo ver cómo se equivocan en reconocer a mi hijo, con otro pobre chico. Y el otro chico, me da lástima por él, pobre, era tan joven para terminar muerto a la mitad del río.

– ¿Crees que nos pueda ayudar...?

– ¿Quién? – pregunto, pero siento que ya sé la respuesta

– ¿Crees que nos pueda ayudar Kevin? – me pregunta y voltea verme y entonces abro los ojos

– ¿Por qué crees eso? – pregunto alertado

– Pues necesitamos ayuda, ahora más que nunca

– Lo sé, pero de todas formas Kevin se va hoy, se va de la ciudad – miro al piso, y comienzo a llorar sin mirar a Jenny

– ¿Que pasó Nick? – me pregunta Jenny – ¿Se pelearon tú y Kevin?

– Fue más por mi culpa, después del divorcio, no quería hablar con nadie, y el simplemente me quiso ayudar. Se quedó un año aquí, en esta ciudad, por mí – digo y volteo hacia Jenny

Ella me mira con ojos de pena, y me limpio una lágrima al ver que me veía llorar. No me gustaba que Jenny me viera en esa posición.

– No – dice ella – eso fue mi culpa. – me dice eso, y mi cara se pasa de una triste a una confusa – Desde que conocí a Kevin, sabía que algo tenía que ver contigo, hasta que lo comprobé. Y la verdad no he sido muy sincera contigo, pero la verdad es que, jamás fui a Detroit, de hecho ni siquiera pasé por ahí

– ¿Y a dónde fuiste? – me encontraba confundido y engañado

– Montgomery, Alabama – me contesta, y entonces me quedo congelado con mis rodillas en frente de mí paralelas a mi barbilla

– Se lo que estás pensando – añade Jenny – pero tenía que ir a ese lugar, para entender la relación que tenías con Kevin, y jamás creí que fuera tan fuerte esa relación. Yo tengo la culpa, Nick

– No digas eso Jenny, ni es tu culpa

– Es mi culpa, al igual que nuestro hijo haya desaparecido – me dice con los ojos rojos, llenos de lágrimas, al punto del colapso

– Tú, no tienes la culpa, no tenías idea de lo que iba a pasar

– Pero aún así lo dejé, lo dejé Nick, yo simplemente le di la opción de ir solo – se echa a llorar, y yo me acerco a ella para abrazarla

Tomo su cabeza y la recargo suavemente sobre mi pecho. Mientras ella deja caer sus lágrimas como en la comisaría, yo le acaricio el cabello para tranquilizarla.

– Ya, ya, hoy iré a buscar a Kevin, si es lo que necesitamos para encontrar a Maurice

Jenny me mira como si fuera una niña inofensiva de 5 años, yo la miro a ella, y le doy un delicado beso en la frente, y regresamos a la misma posición de antes. Sólo Jenny y yo, como dos viejos amigos, abrazándose el uno con el otro. Una y dos lágrimas caen sobre mí pecho, pero no digo nada, yo también tengo las ganas de llorar, pero no puedo, debo estar fuerte.

Dejo dormir a Jenny, resentida en su cama. Termino en el coche, y lo enciendo para ir rumbo a Nueva York de regreso. Me había enterado que Kevin había rentado la casa de un viejo amigo suyo, en la calle Kennedy, cerca de Central Park.

Me adentro al camino, y calculo una hora para llegar allí, media hora más con tráfico. Manejo hacia la salida de Nueva Jersey, respirando poco a poco, para quitarme las ganas de llorar; y entonces veo hacia el reloj y marca justamente las 7:21 de la noche, Mau cumplía 72 horas desparecido. No puedo evitar llorar, pero ya no me puedo parar y tomar aire, tengo que seguir.

Paso por las calles de la ciudad como si las conociera de toda la vida, me adelanto a unos cuantos coches, y finalmente termino en frente de la casa de Kevin. Respiro hondo, después de lo que le había dicho no creo que me vaya a recibir.

Salgo del coche con náuseas, y con cada paso que doy, siento que el mundo se pone de cabeza, y no pudiera seguir caminando. Finalmente llego a la puerta y tocó el timbre, unas cinco veces. Sin respuesta, me deprimo y me alejo un poco de la puerta, pero justo escucho que alguien va abriendo la puerta.

Mis manos tiemblan al escuchar el sonido de la manija girando lentamente. Cierro mis ojos para evitar ver que pasará a continuación. Mis labios tiemblan al ritmo de mis manos, yo sólo rezo porque no me desmaye en ese preciso momento. Siento un horrible aire rozar mi espalda, al escuchar el rechinido que la puerta da al principio. Me giro hacia la puerta, y veo que ésta, ya se encuentra abierta, dejando mostrar el pasillo principal, y a un chico en el umbral, lo reconocí de inmediato.

– ¿Mau? – pregunto con las lágrimas de fuera

– Mierda – me contesta él

Nick y Kevin 2: Aquí Vamos Otra VezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora