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Tome mis cosas y un abrigo, sobre la mesa de la cocina deje una nota diciendo que ya volvería, que fui a hacer compras.

Claro que la casa de Changbin y Felix no eran exactamente lo que se podían llamar compras, pero debía hablar con Changbin, era el único que entendería la situación.

Aquella carta había despertado sentimientos en mi que ya se estaban apagando, dejándolos en su punto máximo.

Todo era confuso, iba en el auto con la radio encendida mientras pensaba, hoy no debía trabajar porque era día libre para todos en la editorial, así que debía aprovechar por completo el día y averiguar todo lo que podía.

Las calles estaban pobladas, Los Ángeles era una ciudad en donde siempre había movimiento sin importar dónde estés, de seguro había gente.

Llegué con mi coche hasta el vecindario en donde vivían mis amigos y pare el carro frente a su casa.

A ellos tampoco les había ido tan mal, Felix trabajaba en una compañía de ropa y Changbin era profesor de defensa personal, ambos ganaban muy bien y tenían una bonita casa.

Baje del auto, estaba lloviendo por lo que hice un pequeño trote hasta llegar debajo de el techo y toqué el timbre.

Desde adentro oí los gritos del pelinaranja hasta llegar a la puerta.

- YA TE DIJE QUE NO QUEREMOS GALLE- Abrió la puerta y su semblante cambió completamente a uno emocionado.- ¡Mejillitas! ¿Qué haces por aquí?- Dijo sonriente.- Pasa, pasa.- Me abrió la puerta y entre, por dentro su casa también era maravillosa, había mezclas de rosa y negro, pero quedaba a la maravilla.

- Hola LixLix, me temo que no vengo a hablar contigo, sino con Changbin.- Le expliqué.

- Oh...Está bien! Ahora lo llamo, debe estar cuidando a Emma, siéntate como en casa, mejillitas.- Dijo sonriendo y subió las escaleras.

Me senté en el sillón que tenían, era negro con flores rosas, típico de ellos.

Al mirar otra vez por las escaleras, Changbin bajaba con una muñeca en sus manos.

- Hey, Jisung ¿Como estas?.- Me saludó sonriendo y guardó la muñeca en un estante lleno de estas.- Dijo el conejito que quieres hablar conmigo.- Se arremangó su camisa y se sentó a mi lado con sus codos sobre sus rodillas mirándome.

-Si...es algo complicado, pero se que eres el único con el que puedo hablarlo, Changbin.- Comencé agachando mi cabeza al recordar lo leído en aquella carta.

- ¿Que ocurre, Jisung?- Preguntó en un tono preocupado.

-Me llegó una carta...de Collwer.

Su semblante parecía sorprendido.

- ¿Que dice?- Preguntó mirándome seriamente.

-Léela tú mismo.- Saqué de mi bolso la carta y se la entregué.

El la tomó entre sus manos y comenzó a leerla atentamente, noté su ceño fruncido desvanecerse a medida que la leía.

-No puede ser...- Dijo una vez que la terminó de leer mirándome.

-Lo se, pensé lo mismo, pero piénsalo bien...es posible, nadie tenía permitido ir a ese gimnasio, nadie sabía de su existencia, los únicos que sabíamos eran tú, Felix, el guardia que murió, yo y-y...- Tragué duro, habían pasado siete años y no podía decir su nombre sin que mi voz se quebrara.

La mano de Changbin frotó mi espalda.- Y Minho, a todos nos cuesta decir su nombre, Jisung, se que no tiene el mismo peso todo lo que tú viviste con el que lo que Felix o yo, pero nadie se atreve a decirlo, su nombre; nadie jamás formuló esa oración que tanto miedo nos produce y nos pone la piel de gallina, tú sabes de qué oración estoy hablando, Jisung.

"Minho está muerto"

Esa era la oración que tanto temía decirla, porque si la decía significaba que ya estaba, que ya no había nada que hacer, pero mientras tenga las estrellas jamás formularía esa oración.

Así que hice lo que más sabía hacer cuando se tocaba el tema de él, cambiar de conversación.

-¿Que haremos con la carta?- Pregunté mirando a Changbin quien se notaba un tanto decepcionado.

-Nada, Jisung, no haremos nada con la carta.

-¿Que?- Pregunté incrédulo.- ¿Como que no haremos nada? Debemos hacer algo, ahí está todo lo que es de él, s-sus cosas, sus recuerdos, n-no podemos dejar que se lo lleven, n-no podemos permitirlo, ¡No puedo permitirlo!- Grite la última oración.

-Jisung, escúchame, tranquilízate- Dijo tomándome de los hombros y haciendo que lo mire directo a los ojos.- No sirve de nada volver allí, sus cosas es mejor no tenerlas aquí ¿De que serviría? ¿Que harías con sus cosas? ¿Guardarlas? ¿Abrazarlas cada noche mientras le hablas como un loco por la ventana? Volver allí hará que todo lo que construimos se vaya a la mierda, Jisung, hemos pasado por mucho pero siempre logramos salir adelante, no arruines todo lo que hiciste por un par de guantes.

El enojo me estaba consumiendo.

-Tu no entiendes, Changbin. No entiendes nada.- Dije apretando mi puño a mi costado.

-Si, entiendo, más que tu talvez, debes dejarlo ir Jisung.- Dijo tomándome de un hombro.- Debes derrumbar esa ventana, seguir adelante, debes dejar ir a Minho, Jisung. Todos lo hicimos.

- ¡NO!- Grite poniéndome de pie frente a él.- ¡Yo lo amo!- Gritaba.

- ¡Tu no lo amas, Jisung!- Gritó esta vez él parándose frente a mi, también enojado.- ¡Tu amas el recuerdo que tienes de él! ¡Debes aceptarlo o te volverás loco, Jisung! ¡Debes aceptar que Minho está muerto!

Y todo se descolocó, siempre esa oración daba vueltas por mi cabeza, pero jamás la había oído en voz alta, mi vista estaba perdida.

- Jisung yo...- Dijo Changbin y la furia me consumió, levanté mi brazo y le pegué fuertemente en su mejilla haciendo que su cabeza se girara para un costado.

- ¡POR TU CULPA ESTÁ MUERTO! ¡TÚ LO MATASTE! ¡TU MATASTE A TU MEJOR AMIGO, CHANGBIN!

Y supe que le había dolido cuando vi sus ojos y lo vi caer sentado en el sillón.

-Y-Yo no lo mate...yo no lo maté...yo no lo maté- Se repetía constantemente.

-Si, si lo hiciste, le clavaste un puñal por la espalda.- Dije molesto al recordar aquella imagen.

-No no no no no no no

- Si, Changbin, si lo hiciste, lo mataste.

Se levantó lleno de furia y con sus ojos llenos de lágrimas cayendo desenfrenadamente por sus mejillas.

- ¡YO NO LO MATÉ! ¡EL ME PIDIÓ QUE LO HICIERA!- Fruncí mi ceño, Changbin jamás había hablado sobre eso. Se sentó en el sillón con sus manos apoyadas en sus rodillas agarrando su cabeza, y yo me senté a su lado.

-¿Que dijiste?

Alzó la vista mirándome con sus ojos rojos de tanto llorar.- E-El me pidió que lo hiciera, Jisung, justo antes de la pelea, ambos estábamos en su celda y el me dijo que lo matara, el me dió el arma, Jisung. Me dijo que no quería vivir en un mundo donde no te tuviera a ti.- Finalizó y todo cambió, mi forma de ver las cosas.

Todo este tiempo lo culpaba a él, a Changbin, sin entender porque lo hizo, creyendo que era porque debía ganar La Final, pero ahora, todo había cambiado, la culpa no era suya, sino mía, yo fui la causa por la que Minho estaba muerto, siempre fui yo.

-Jisung...- Sentía que Changbin me llamaba, pero no lo oía. Me levanté sintiendo como me llamaba, pero no lo escuché, tomé mi abrigo y la carta, y salí fuera de la casa, no troté esta vez, simplemente caminé lentamente mojándome por la lluvia hasta llegar al auto.

Entre y al sentarme golpeé fuertemente el volante haciendo que la bocina retumbara en mi cabeza.

Tome las llaves y lo encendí y comencé a manejar, sin rumbo, o talvez si, La Prision Collwer.

Prófugos -Minsung-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora