-6-

12K 1.9K 2.4K
                                    

Sentí mi cabeza impactar contra el volante, luego de eso todo se volvió oscuridad, completa, fría y sin brillo, tal y como había visto aquellos ojos por primera vez.

Y esta vez mi vista no funcionaba, pero tampoco sentía unos cálidos brazos tomarme. Esta vez mi audición no escuchaba a esa voz decir que tengan cuidado con mi cuerpo. Esta vez estaba apunto de morir, pero nadie venía a salvarme.

Tal vez esto era lo que tenía que pasar, esta era la única forma de reencontrarme con el, debía dejarme ser y no luchar más, para al fin volver a sus brazos, a sus besos, a su voz, volver a él y con él.

Y fue allí cuando elegí dejar de luchar que otra voz retumbó en el vacío oscuro de mi mente, era una voz triste, muy triste.

-¿Papá? Papá despierta, vamos, abre tus ojos. ¿Papi? ¡Papi! ¡PAPI! ¡No te vayas, no me dejes solo!- Gritaba pero nadie lo oía, podía escucharlo pero no verlo, quería poder hacerlo, quería poder abrazarlo una última vez, debía hacerlo.

Cuando no oí mas sus voz ese vació y esas ganas de rendirme volvían a mi, sentía la necesidad de volver con el, solo una última vez.

Pero otra vez mis pensamientos fueron interrumpidos por una voz. Era una voz rota, triste, enfadada tal vez, pero la melancolía superaba aquel enojo. Era esa voz que estuvo a mi lado pasara lo que pasara. Era su voz.

-Jisung ¿Porque lo hiciste? Solo tenias una cosa que hacer y era quedarte en casa ¿Tanto costaba escucharme por una vez en tu vida?- La voz de Seungmin se quebró.- Lucha, Jisung, solo hazlo, ni por mi ni por nuestro hijo, hazlo por ti, porque mereces seguir en este mundo, más que nadie más.

Y la voz se apagó, abriendo paso a un punto blanco en mi mente, una luz, y la seguí, a pesar de saber que no debía lo hice, necesitaba resolver muchas cosas, y mi intuición me decía qué tal vez ahí este una de mis respuestas, así que seguí la luz hasta que esta llegó a mi haciendo que toda la oscuridad se transformara en una luz blanca que me cegaba y allí desperté.

Mi cabeza dolía, mi cuerpo aún más, sentía mis costillas otra vez rotas y mi vista aún se estaba acostumbrando. Pero cuando logré ver todo con claridad me encontraba en aquel lugar, en aquella litera, en aquella celda. Me senté en mi litera observando todo, estaba exactamente como la habíamos dejado, pan fresco sobre la mesa nueva, latas de legumbres, tres almohadas en cada litera, y una bolsa de boxeo roja colgada.

Inconscientemente me pregunte dónde estaría el, y como si me diera una respuesta la puerta de la celda fue abierta, sola se abrió y me dejó ver un pasillo, me dirigí hasta allí y comencé a caminar por ese pasillo, parecía interminable, jamás acababa, hasta que me encontré en ya encrucijada, tenía dos lados, el derecho era el patio y el izquierdo la oficina del jefe de policías. Como si no fuera ya obvio tomé el camino de la derecha, encontrándome frente a frente con aquel patio, normalmente estaba lleno de convictos, pero hoy no, estaba completamente vacío.

Pase bajo el gran árbol, hasta llegar a aquella gran puerta frente a mi, la puerta que daba al gimnasio, con ayuda de mi cuerpo la abrí y al entrar lo primero que oí fueron golpes, rápidos, fuertes y certeros, golpeas a una bolsa de boxeo, y sonriendo me dirigí hasta esta. Al llegar me encontré frente a aquella gran y trabajada espalda.

La persona de dio vuelta dejándome ver al ser más hermoso y sensual jamás visto, su cabello pelinegro mojado y pegado a los costados de su cara, sus ojos penetrantes en los míos, su torso desnudo y marcado con pequeñas gotas callando lentamente por toda su extensión, y por último esa boca que tanto ansiaba volver a besar, esa boca que ahora me sonreía, y la paz invadió mi ser.

- Minho...- Dije emocionado y corrí hasta el abrazándolo fuertemente, sus cálidos brazos envolvieron mi cuerpo y acariciaron mis cabellos.

-Niño, no sabes cuento te extrañé...- Habló el y luego me tomó de mis mejillas dejando un dulce beso en mis labios.- Sigues sabiendo a dulce, me encanta.

Le sonreí para luego preguntar.- ¿Que hacemos aquí? No es que no me guste estar contigo pero ¿Porque en la prision?

El me miró y me dedicó una sonrisa ladina.- Yo estoy aquí porque jamás podré escapar de este lugar, es mi destino, hasta en la muerte no podré ser libre...- Lo dijo con un tono notable de melancolía en su voz.- Pero tú no debes estar aquí, niño.- Fruncí mi ceño ante sus palabras.- Debes irte, volver con los tuyos, aún no es tu tiempo.

- ¿De que estás hablando, Minho?- Pregunte notablemente confuso.

-Te estás muriendo, niño.- Y de repente a nuestra derecha apareció una imagen al comienzo algo borrosa y luego clara. Allí estaba yo, en una camilla de hospital, doctores y enfermeras gritándose y llendo de aquí para allá, me estaban reanimando, una, dos, tres, pero no funcionaba. La imagen cambió, ahora se trataba de una sala de espera, de un Seungmin golpeando todo lo que encontraba para luego tirarse al piso llorando desconsoladamente, de un Felix calmando a su bebe con lágrimas en sus ojos, de un Changbin con sus codos apoyados en sus rodillas y sus manos agarrando fuertemente sus cabellos, de un Hyunjin y un Jeongin abrazados y calmándose entre ellos, y luego de un Minho, un pequeño Minho que no entendía lo que estaba ocurriendo, que tenía un puchero en sus labios pero no comprendía nada.- Esta es tu vida ahora, niño. Debes dejar ir el pasado y concentrarte en esto.

Lo miré triste.- Y-Yo no puedo dejarte ir...

-Entre mas te aferres a mi recuerdo menos podrás vivir.- Aseguro mientras por todos lados retumbaba un constante titiriteo.

-Pero no quiero olvidarte.

-No es necesario que me olvides, niño. Llévame a tu lado, cada minuto, cada segundo de cada día, pero no digas que me amas, porque no lo haces, amas mi recuerdo, me amabas, pasado, ya no me amas, porque...porque estoy muerto, niño. Y eso es lo que debes asumir.- Me dijo y se alejó.

Pero corrí a el y lo abracé por la espalda, escuchando como al mismo tiempo el titiriteo se hacía más débil.

-¿Aferrarme a ti me hará morir?- Pregunte sin soltarlo.

- No a mi, a mi recuerdo.

-¿Entonces debo dejarte ir?

- Si.

- ¿Y si no quiero?

-Morirás

- Pero ¿Acaso eso no sería bueno? Vivir juntos hasta la eternidad.

- No. Nuestros caminos son diferentes, tú estás allí y yo aquí, así debe ser.

-Entonces esta será la última vez que te vea...

- Eso espero, porque yo solo aparezco cuando estás a punto de morir, y no siempre podré salvarte.- Explicó.

- Me volvería suicida con tan solo poder verte.

El suspiro y se soltó de mi agarre.- Debo irme, niño. Y tú debes regresar.

Asentí.- Adiós, Minho.

-No, adios no. Hasta pronto.- Me guiño un ojo y desapareció.

¿Hasta pronto? Me pregunte frunciendo mi ceño.

Y allí me desperté.

Prófugos -Minsung-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora