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Al día siguiente Siga y yo nos dirigimos a una cafetería que estaba cerca del hotel, en el que ambos nos quedamos dormidos.

–Toma asiento, yo iré por nuestras bebidas– ordenó a lo que obedecí, a pesar de que segia escuchando murmullos de las chicas sobre mi apariencia.

Puse los codos sobre la mesa formando un puño con mis dos manos y recargando mi cara en estas. Sentí como Suga se había sentado a mi lado con los cafés en mano.

Nos pasmos conversando un buen rato.

– Y cambiando de tema, por que estas demasiado delgado– cuestiono Suga– antes no estabas así.

–Es que... Yo... Deje de comer para ahorrar para venir a visitarte, pero con los gastos escolares y otros pendientes no pude mantener la misma alimentación.

– Creo que eres como un niño, te debo de estar cuidando y vigilando para que comas, y si no lo haces te voy tener que castigar.

–¿Así? Y como me castigaras si tu estas aquí y yo en Seúl– pregunte burlón.

– Hable con la decana de la universidad para que me traslade a Corea de nuevo– levante la vista sorprendido.

-–¿Y cuando te vas?

–Me iré una semana después de que tu hayas regresado.

Terminamos nuestro café y Suga fue a pagar mientras yo salia de aquel local. El semáforo ya había cambiado de color y yo comencé a caminar de reversa y brincar como niño pequeño para ver a Suga.

–Te vas a caer– me dijo con una sonrisa dibujada en su cara.

–Entonces me levantas.

Me detuve en medio de la calle esperando a que Suga alcanzara mi paso, solo vi como desviaba la mirada de un lado a otro, sin dejar de sonreír, hasta que se quedo viendo un punto fijo con seriedad volteando a verme nuevamente.

– ¡Jimin!– no entendía nada, por que corría con preocupación hasta que escuche otra voz.

–¡Cuidado!

Voltee al lado y vi como un carro de color gris se acercaba a mi a una alta velocidad, no pude moverme por el impacto y solo cubrí mi cara con mis dos manos formando una equiz.

[...]

No sabia con esa actitud lo que me pasaba, solo podía ver con una vista nublada unas luces rojas y azules con dos hombres reteniendo a un joven de ropa negra con un abrigo beige, no entendía lo que decían ya que tanto mis sentidos visuales como auditivos eran nulos.

–Señor, no puede cruzar la cinta amarilla, por favor permanezca detrás de ella.

–Ustedes no lo entienden, el es mi novio!

Vi como aquel chico de abrigo beige y cabello color verde se me acercaba.  Me recogió en brazos y me pego mi rostro a su pecho.

–Jimin... Esta bien, todo estará bien, te lo prometo.

Nota: ya casi termina el fic, y creo que será el único y último que subiré por mis calif. bueno, si es que no me lo quitan :'(

one last breath [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora