En mi adolescencia había sido una chica complicada, al menos eso decían la directora y profesores de mi colegio. Mis notas eran excelentes pero mi conducta no tanto. Eso hacía que en el colegio me tengan entre ceja y ceja, siempre repetían que era una lástima ser tan rebelde, porque si no fuese por eso sería una alumna ejemplar. ¿Pero quién dijo que yo quería serlo? Con mi amiga Eugenia hacíamos desastres, de escaparnos del colegio hasta llenar de arañas y cucarachas la oficina de la directora. Mi mamá y los padres de mi amiga, estaban cansados de ser llamados por la secretaria. Mi manera de ser, testaruda, bastante seria por momentos, y de meterme siempre en problemas se debía al haber crecido sin un padre. Jamás lo necesité, pero estaba harta de que siempre me burlaran con eso, supongo que mi manera de defenderme era así, siendo la complicación del colegio. Todo eso terminó cuando Juan Pedro Lanzani entró al colegio, fuimos amigos durante un largo año, hasta que, en una de mis huidas, donde él era arrastrado por mí, porque si, ni bien entró al colegio se sumó a mí y a Eugenia, nos besamos tratando de escondernos del profesor de Literatura. A partir de ahí, empecé a creer en el amor y a abrirme más a las personas. Era el amor más lindo y puro que había conocido. Estaba de novia hace diez años. A mis dieciséis años lo conocí, hizo que mis días sean maravillosos. Un amor sano, lindo, cómplice, risas de por medio. Nunca discutíamos, teníamos una confianza tremenda. Sabíamos que decir en los feos momentos, y en los buenos. Acompañarnos en todo momento. Pero últimamente yo no me sentía comprometida con la relación, en realidad estaba segura de que lo amaba, a Peter, pero desde que mi nuevo socio, Nicolas Francella llegó a la empresa, no podía parar de alucinar con él. Me coqueteaba como nadie y yo le seguía el juego, sabía que estaba mal, que iba a lastimar a la persona más importante en mi vida, pero había muchísima tensión sexual. Al llegar a la empresa me preocupaba bastante por saber que pensaba de mí. No lo había hablado con nadie y lo tenía guardado para mí, pero necesitaba contarle a alguien porque iba a explotar. A veces pensaba, ¿por qué me pasa esto a mí? A mí, que tengo un hombre increíble, esperando por mí en casa, ¿por qué no podía sacarlo de mi cabeza? Lo peor de todo, es que, sintiendo esta atracción, no me daba culpa para nada. Supongo que eso es lo más feo de todo. A veces pensaba, "estás haciendo las cosas mal" pero luego de eso espiaba desde mi oficina como trabajaba, mi defensa era que los ojos estaban para mirar, pero si pensaba en acostarme con mi socio, ¿eso estaba bien? Digo... inconscientemente pensaba en ser infiel.
— Lali, estas fotos de la campaña de verano dos mil veinte quedaron excelentes — entró Nicolas de traje hecho a medida— ya las envié a editar, falta que elijas cual es el modelo que va a ir a la revista y listo.
— Mostrame a ver que tenes.
— ¿Hablamos de la revista, ¿no? — sonrió coqueto—
— Si, ¿de qué otra cosa si no?
— Me distraje un momento — se rió y me mostró fotografías de la computadora— ¿cuál te gusta más?
— Definitivamente esta, tiene mejor luz y se luce perfectamente el bikini.
— Me encanta, muy bomba. — levanté una ceja— ¿celosa?
— Silencio Francella. Estoy de novia, deja de coquetear así.
— No soy el único. — se rió— Hoy tenemos la cena con los japoneses, ¿te paso a buscar?
— No, me pasa a buscar el auto de la empresa por mi casa. ¿Hablas vos? No tengo muchas ganas de ir.
— Entonces voy a tener que hacer todo el trabajo yo.
— ¿Y para qué te contrate?
— Pero soy tu socio, no tu marioneta.
— Te encanta ser mi marioneta. Ok, quedó este modelo para la tapa, llévalo a edición y deja de quejarte o te despido.
— Sos linda cuando te pones ruda.
— Te vas. — lo miré seriamente—Llegué a casa casi a las seis de la tarde y estaba sola, Peter seguía haciendo unas fotos para la revista así que llegaría más tarde. Realmente no sé qué estaba haciendo con mi relación. Estaba muy segura del amor que siento por él, pero veía a Nicolas y me pasaba algo muy fuerte, y no tenía nada que ver con el amor, estaba segura de eso, pero lo veía y me entraba un calor que me salía por los poros.