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Pasaron los días y el 31 de diciembre llegó, si tenía suerte me aplastaba un elefante. Eugenia había llegado hace dos días de sus vacaciones relámpago y yo me encontraba tirada en su sillón comiendo todo lo que en realidad comeríamos hoy en la noche. No sabía si era porque tenía hambre o por los nervios de ver a Peter, en la empresa no estuvo y es que en realidad no necesitamos nada de él, yo si lo necesitaba, pero ese era otro tema.

— ¡Lali! Deja de comer. — maldita Eugenia, me descubrió— encima escondes lo que te robaste abajo del sillón, sucia del orto. Después limpio yo.
— Tengo hambre boluda, y te digo que estos sanguchitos de carne están riquísimos. — dije con la boca llena— ¿Me traes un poquito de agua?
— Chupame un ovario. Levántate y cámbiate, supongo que no querrás que Peter te vea así, pareces pepa pig. — me levanté rápido— ¿estás nerviosa que lo vas a ver?
— Si, capaz tengo suerte y el año nuevo lo pone sensible y con ganas de perdonar. — me sacudí las migas— ¿vos cuándo vas a avanzar con Tincho? Aprovecha hoy.
— No sé. Me gusta amiga, un montón, pero me da un miedo que me rechace y chau amistad.
— Tincho se muere por vos, en la gala no paró de mirarte. Para mi tenés que jugártela porque él es medio tortuga.
— Si, puede ser... bueno, dale. Cámbiate que ya están por llegar los chicos.

Salí volando a alistarme, me bañé y apenas me maquillé, muy relajado porque no me gustaba parecer una puerta. Me puse un vestido por arriba de las rodillas negro, tacos del mismo color y el pelo suelto y lacio.

— Estás hermosa, cuando te vea Peter, se muere.
— Y a vos se te muere Tincho, estás divina.
— Al menos espero una sonrisa de su parte — tocaron el timbre— atende vos, yo me hago pis de los nervios.
— Boluda. — abrió la puerta y ahí estaba Tincho, Candela con Andrés, Mery junto con Meme y Gastón. No puse mucha atención porque cuando lo vi a Peter de camisa lindísimo como nunca y encima rapado, era mi muerte— hola, que lindo Pitt, pasen, pasen a la terraza que armé todo ahí porque hay un clima divino.
— Hola. — sonreí cuando llegó hasta mi— estás... estás muy lindo Pitt.
— Gracias, lo mismo digo. — dijo un poco más frío— ¿cómo estás?
— Bien, ¿vos? Vi algunas fotitos con tus viejos en la navidad.
— Estoy más tranquilo. Si, estuvo lindo, bueno me encantan estas fiestas y la navidad, sobre todo. Vino mi prima con su hijito y me pude disfrazar de papa Noel como tanto quise — me contaba con una carita de nene y yo lo único que quería era tirarme encima— ¿vos cómo la pasaste?
— Con mamá, cenamos en su casa.
— Te pregunté cómo la pasaste, no con quién.
— Sabes que no me gustan estas fiestas — salvo si estas vos, pensé— es un día más, aunque la gente está un poco más loca y no paran de joder con la pirotecnia.
— Claro. — se rió— voy con los chicos.
— Dale, anda.
— ¿No venís?
— Ahora... ahora voy. — asintió y desapareció por el pasillo. Me puso algo mal esa charla, súper fría, de dos desconocidos— ¡ay! — me agarré al sillón porque me mareé— dios, la puta madre.
— ¿Estás bien, Lali? — me agarró Eugenia de un brazo— ¿me podés decir qué mierda te pasa? Desde que llegué tenés mareos.
— No sé. Después saco turno con el médico, no es nada China, tranquila.
— Anda con los chicos, yo voy al supermercado a comprar más cerveza que no hay tanta.
— Está cerrado todo a esta hora.
— Algo voy a conseguir, y no, no necesito que me acompañes — me interrumpió y se fue corriendo.

Fui con los chicos y estaban todos riendo fuerte, incluido Peter quien estaba charlando muy animado con Gastón y Tincho.

— La — me llamó Candela y me fui con ella— me siento un poco culpable por lo que pasó.
— No te preocupes, ya te dije que la única culpable soy yo. De verdad te digo, yo estuve con Nicolas y lo perdí.
— Si querés que hable con él — negué— ok. Mira amiga, estamos la gente que querés, deja un ratito la tristeza y trata de disfrutar, ya casi pasaron dos meses, no me gusta que estés como un trapito.
— Lo sé, encima está muy lindo, debería ser ilegal.
— Vos estás hermosa y cuando te vio casi se muere. Haceme caso, disfruta, que si tienen que estar juntos el destino se va a encargar de eso.
— Gracias Cande — le di un mini abrazo— sos lo más.
— Lo sé, lo sé. — ironizó y llegó Euge con las manos vacías—
— ¿Las cervezas?
— Estaba todo cerrado, tenías razón.
— Yo traje varias latas China — le dijo Tincho—
— Siempre atento vos, que genio — chocaron los cinco.
— ¡Eeeeeepa! — gritó Peter, era un nene— ¡piquito, piquito! — Eugenia estaba roja y era espectacular que tuve que reirme fuerte—
— Che Peter, ¿por qué no te comes a mi amiga y te dejas de joder?
— ¡Uuuuuh! — hablaron los demás—
— ¿Yo qué tengo que ver boluda?
— Na, Lali prefiere los rubiecitos — dijo el pelotudo de mi ex y todos se rieron, obvio a mi me hizo sentir muy mal— era un chiiiiste.
— Lo que no es chiste es la raya que le hiciste en el techo a Euge, la próxima límatelos — no se quién me hundía más, si Eugenia, Peter o Martin—
— ¿Comemos? — intervine antes de que siguieran jodiendo—

A pesar de los chistes éramos un grupo muy lindo, comimos y me repetí dos veces aunque hubiese repetido tres pero no quería que me jodieran y me daba un poco de vergüenza. Faltan veinte minutos para las doce, pensé.

— Veinte minutos y otro año más — fui con Eugenia que estaba en la cocina— quiero algo nuevo, algo distinto para este año.
— Yo me quiero chapar a Tincho — dejó lo que estaba haciendo y me miró— ven, vamos arriba que tengo que mostrarte algo. — me tomó del brazo y subimos hacia su habitación— No fui a comprar cerveza, fui a la farmacia a comprar esto. — sacó un test de embarazo— Lali, tenés mareos, náuseas y comes como un cerdo. ¿Hace cuánto que no te viene?
— No, no sé. Nunca me fijo, en realidad soy muy despistada y... — estaba muy nerviosa. Y se me vinieron un montón de recuerdos a la cabeza, entre esos a mamá pidiendo que no tome alcohol, ella se había dado cuenta antes que yo— Euge, no puede ser. No estoy lista, ¿qué hago si da positivo?
— Hagas lo que hagas, elijas lo que elijas yo te voy a acompañar. Dale, entra y hacelo.

Hice todo lo que decía en las instrucciones. Yo estaba temblando del miedo y de los nervios que tenía, no podía ser real esto que me estaba pasando. Fui con Eugenia que estaba sentada en la cama, me abrazó como a una nena indefensa y esperamos los minutos necesarios.

— ¿Te puedo hacer una pregunta? — asentí— el padre es...
— No, no hablemos de eso. Por favor.
— Ok, ok. Ya pasaron los minutos, ¿vas vos?
— Anda vos.
— Bueno. — entró al baño y salió con el test de embarazo y los ojos brillando— ¿vos querías algo nuevo... algo distinto? Estás embarazada, La.
— Voy a ser... ¿Qué? — se me cayeron las lágrimas y la abracé fuerte, ella también lloraba aferrada a mi—
— ¿Qué querés hacer?
— Ser mamá.

Se escucharon los fuegos artificiales anunciando el nuevo año.

— Feliz año nuevo amiga, y feliz año poroto.

¿Que Se Siente?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora