13

579 26 5
                                    

Tecleaba en el computador, mientras bebía un sorbo de café y, al mismo tiempo, veía como Emma corría de un lugar a otro, llamando la atención de los demás empleados. Mi nenita se había ganado el amor de todos en la empresa. Siempre que venía se iba con golosinas que los demás le regalaban. Ya casi con sus tres años, era un terremoto que se llevaba todo por delante y simpática con todos. Por suerte los chicos estaban atentos por si algo pasaba, quiero decir, cuando yo estaba en alguna reunión importante y Nicolas también. Y nos era imposible hacer que se quede en el jardín sin que llore y patalee. Nos ayudaban a controlar al pequeño terremoto.

— ¡Mamaaaa! — abrió la puerta de golpe que casi me da un infarto del sobresalto que tuve. Vino corriendo hacia mi y se subió en mis piernas— Gaston me regalo estos caramelos.
— ¿Le dijiste gracias?
— Si, mamá. Me quiero sacar fotos como las chicas.
— ¿Queres ser modelo vos? — asintió con una sonrisa— pero sos muy chiquita como para querer ser modelo, mi amor.
— No soy chiquita, cumplo tres.
— ¡Cieeeerto! Cumplís tres, eso es un montón. — la llené de besos— cuando cumplas unos dieciocho vas a poder ser modelo.
— ¿Y cuándo es eso?
— En muuuuuchos años más. — me reí y me miró enojada, era una artista de primera— que humor que manejas Emma. Sos idéntica a mi, por suerte porque mira si salías como tu viejo.
— La abuela Majo dice que yo eras como vos cuando eras así de chiquita. Bueno, como ahora porque no creciste mucho mamá. — me abrió los ojos enormes y se tapó la boca riéndose por lo que había dicho—
— ¿Me estás diciendo enana? ¿Vos a mi? Que apenas podes subirte a una silla sola, pendeja.
— ¡Mamaaaaa! Yo no soy enana.
— Si que lo sos.
— ¿Me voy a quedar de tu altura? Quiero ser alta como la tía Eugenia yo.
— No se, Emma. Si tenés suerte salís alta como tu viejo.
— Ah. — me miraba atenta tratando de descifrar algo— igual si soy como vos mejor porque sos la más hermosa de todas.
— ¿Enserio mi amor?
— Yo quiero ser como vos.
— Me vas a hacer emocionar — la abracé fuerte contra mi—
— ¿Ahora me dejas ser modelo?
— Que pendeja. ¿Me decís cosas lindas sólo para que te de permiso? — la miré fingiendo dolor— Chau, chau. Anda con tú padre a hacer dibujos.
— ¡Noooooo! Era una bromita, mamá. Quiero ser como vos y también ser modelo. Porfis mami. — me hacía puchero. Realmente esta nena era hija mia—
— Ya te dije que cuando crezcas. No tenes ni tres años.
— Ok. ¿Y mis patines? ¿Eso sí puedo tener?
— Mañana te los compro.
— Te amo mucho mamá, y no por los patines.
— Y yo te amo a vos, hija.
— Te voy a hacer un dibujo, recién le hice uno a papá y ahora quiero hacerte a vos. — le puse una silla al lado mío y mientras yo trabajaba ella hacía sus dibujos—

Emma era mi mejor creación. Esta nena me había salvado de cualquier locura cuando yo estaba hundida hasta el fondo.

Tomé a Emma de la mano y nos fuimos a la casa de Eugenia quien nos estaba esperando para merendar. A ella le encantaba ir a la casa de su madrina, porque volvía con quinientos regalos y además porque hacía las mejores chocotortas del mundo. Y además le daba todo el amor que le podrías dar a una nena de dos años y medio.

— ¡Llegó la nena más linda del mundo! — la tomó en brazos y la llenó de besos— ¿Sabes qué tengo para comer?
— ¡Chocotorta! — levantó los brazos con emoción—
— Muuuy bien. Que nena inteligente. — la bajó al piso y luego me saludó a mi— ¿Por qué será qué le gusta tanto no? — me miró irónicamente— todavía me acuerdo todas las que hice cuando estabas embarazada.
— El mejor antojo de la vida. ¿Cómo estás?
— Bien, estoy algo agotada con tanto laburo pero prefiero eso a que estar sin uno. — me miró— Tengo que comentarte algo, La.
— ¿Desde cuándo me decís "tengo que contarte algo"? Quiero decir... simplemente me decís las cosas. — reí— debe ser grave entonces. — hablé un poco más bajo por Emma que estaba a unos metros—
— No es grave, nadie enfermó ni nada. — miró a mi bebé que jugaba con una figura de Hulk— Emma, mi amor. Si vas al cuarto vas a encontrarte con unos regalitos.
— ¡Wuju! ¿Puedo ir mamá? — asentí y se fue corriendo—
— Bueno.... ¿qué me querías dec— interrumpió el sonido del celular— es el mio. Celeste. — le mostré y sonrió— Hola Celes. No, estoy con Euge. Dale le digo. Te manda saludos, si, te manda otros. ¿Hoy a la noche? Dejame ver que puedo hacer, porque me toca a mi estar con la gorda. Dale, yo también. Chau. — corté y me quedé mirando con una sonrisa— quiere que cenemos hoy.
— ¿Cómo van las cosas con ella?
— Bien, como siempre. Osea, me vuelve a insistir con ser novias. Me da un poco de pena decirle que no, pero lo entiende perfectamente.
— Deberías decirle que si. Se nota que te gusta y la queres muchísimo, y ella... estuvimos hablando y créeme que te quiere demasiado. Tenes que darte una oportunidad La.
— No quiero hablar de eso. Estoy bien, Euge.
— Yo sé que estás bien. Antes de conocerla, solo te ocupabas de Emma, y tenías sexo casual por ahí con un nombre falso porque te aterraba ver a la misma persona dos veces porque ya pensabas en una relación y que ibas a cagarla. Celeste te devolvió las ganas de construir algo y, aunque digas que es una relación free, que son amigas con derecho. Ya es una relación. Ustedes duermen juntas, comen juntas ¡Conoce a tu hija! Lo único que tenes que hacer es decirle que sí, te moris por decirle que sí.
— Pero me muero de miedo, Euge.
— No la vas a lastimar. Tenes que sacarte ese fantasma. No mataste a nadie, tuviste sexo con alguien que no era tu novio y encima fue hace muchísimo tiempo.
— Igual no me siento enamorada. Me gusta y quiero muchísimo, lo sabes. Me muero por ella, me pasan muchísimas cosas. Pero no siento lo que sentía por Peter.
— Pero eso es obvio. Peter es tu primer amor.
— Si... ¿Vos qué me querías decir?
— Me olvidé. — sonrió— ¿Merendamos? ¡Emma!
— ¿Qué tía? — vino con tres muñecas diferentes y disfrazada de Black Widow. Me tomé la cabeza— Mamá, mira lo que me regalo la tía.
— Que copado, mi amor. ¿Vamos a comer la súper chocotorta dale? Porque la verdad solo vinimos por eso.
— Mentiraaa, yo vine porque te quiero tía — se le tiró encima y Eugenia la llenó de besos, luego vino conmigo. Era la bebé más linda del mundo, y no lo decía porque era mi hija. O si—
— Que nena más linda que sos. Mañana te compro más muñecas.
— Mejor vayamos a Disney, tía. — solté una carcajada—
— Yo también quiero ir a Disney. ¿Nos regalas los pasajes? — jodí a Eugenia—
— Vos deberías llevarnos a Disney con toda la plata que tenes. Maldita millonaria. Emma pedile esas cosas a Disney, conformate con los muñecos, loca.
— Ok — me miró— ¿Vamos a Disney mami?
— Tenemos que organizar con el jardín y el trabajo de mamá, pero obvio que vamos.
— ¡Wuju!
— Que conversación de millonaria. Osea, yo puedo llevarte a Costa del Este. Vos es tipo ok me organizó y mañana nos vamos. — me reí fuerte— Por suerte soy tu amiga y me vas a llevar.
— Obvio, necesito a alguien que cuide de Emma cuando quiero gar — me autocensure cuando me di cuenta lo que iba a decir, Eugenia se me cagó de risa en la cara—
— ¿Qué es gar, mami?
— ¿Gar? Quise decir GAS. Gastar en cosas para vos hijita.
— Aaaah. Igual con conocer los jueguitos yo estoy bien ma. No hace falta que gastes.
— Aprovecha que tú vieja tiene más plata que el presidente y vacíale la billetera.

Comimos la chocotorta que era un viaje de ida. Cuando terminamos, mi gorda se durmió en mis brazos con una manito en mi cara, totalmente aferrada a mi. Yo no podía más del amor que sentía.

Lali estaba sentada en el sillón con Emma dormida en sus brazos. El trabajo que había hecho con esa nena era admirable. Ver a mi mejor amiga convertida en madre me daba piel de gallina de la emoción. Realmente vivía por y para su hija. Emmita era un pequeño clon de Lali, eran absolutamente idénticas. Pobre Nicolas, lo único que tenía de él eran sus ojos azules.

Tincho llegó con nosotras y propuso amasar pizzar para las tres. Ella tuvo que cancelarle a Celeste y se quedó a cenar con nosotros.

— ¿Le contaste ya? — me preguntó Tincho un poco más bajo—
— No, no pude decirle. Justo cuando iba a hablar la llamó Celeste, no sabes la sonrisa que tenía cuando la escuchó en el teléfono.
— Pero lo mejor es que sepa. ¿Mira si se lo encuentra en la calle?
— Ya lo sé. Pero vos sabes que desde qué pasó lo del casamiento de Candela que no quiere hablar del tema.
— Hay que decirle que Peter llega mañana. — él estaba amasando—
— Después de la cena le voy a decir a Lali.
— ¿Qué me tienen qué decir?

Apareció en la puerta con una cara de no entender nada. Me daba un poco de miedo que se le borre la sonrisa al saber que su amor de toda la vida volvía a Argentina.

¿Que Se Siente?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora