Sentada en su escritorio, con los ojos vidriosos, en shock. Mirando cada gota espesa y oscura saliendo de su muñeca. Una sonrisa cruza por su rostro, como si sintiera paz, satisfacción por la herida ardiente que acababa de hacerse.
Desde la cocina, escucha los gritos de su madre.
-¡Sallieri, A Cenar!
-Ya voy...-Le responde con una voz apenas audible. Suficiente para que su madre la escuche.
Baja de su habitación, pensando en qué habrá preparado su madre para cenar, cuando siente el líquido resbalar hacia su mano. No podía llegar a la mesa así. Va al baño, limpia su sangre con agua dulcemente fría. Sin embargo, sigue saliendo. <<¡Joder! Esta vez la hice demasiado profunda.>> Se enreda mucho papel sanitario mientras se maldice a sí misma. <<¿Qué hago, joder, qué hago?>> Con un chasquido de dedos corre a su habitación, abre su armario y se pone una blusa manga larga color negra, pensando que así la sangre se notará menos.
Ahora sí, baja al comedor.
-Cariño, has tardado mucho, espero que tus hot-cakes no se hayan enfriado mucho-Dijo su madre un tanto angustiada.
-Lo sé, mamá, lo siento, fui al baño.
-Está bien hija, no te preocupes. Pero, ¿Por qué traes una camiseta manga larga en plena primavera?
-Tengo un poco de frío, es todo.
-De acuerdo...
Es una suerte que su madre le haya creído.
-¡Amor!-Grita su madre en dirección a la sala.
-¿Qué quieres ahora mujer?
-Que vengas ya a cenar.
Cada quién toma asiento en la mesa. Absortos en sus pensamientos, quizá era fácil adivinar. Sallieri pensaba que no quería que su tristeza fuera evidente, pues su madre empieza a lanzar preguntas: ¿Qué tienes?, ¿Qué te hicieron? O incluso llegar a gritarle "¡Me tienes harta!". Y su padrastro ni se diga, tiene una forma muy, peculiar, de castigarla.
-¿Y ÉSTA QUÉ?- Exclamó el hombre.
-Tiene frío, es todo.-Le respondió muy dulcemente su madre.
-¡Sí, claro! Frío.-Burlándose de ella, respondió. Se quedó mirándola, de la forma en que lo hacía desde que tenía 12 años. -Acabé.-Dijo él, se levantó de la mesa y fue al baño.
Sallieri sabía que el castigo iba a pasar, sólo había una forma de evitarlo.
-Mamá, ¿Puedo ir con Katherine? Me ha llamado hoy para ir de compras.
-Jmmm, está bien. Puedes ir, pero te quiero aquí a las 8:00 P.M.
-Gracias. Sí, aquí estaré, nos vemos, yo tengo algo de dinero.-Corrió a su habitación, tomó su mochila con algo de dinero y su móvil. Antes de que se diera cuenta, el hombre ya estaba en su cuarto.
-¿CREÍSTE QUE TE ME IBAS A ESCAPAR?-Le gritó.
-No, otra vez no, Por favor...
-¡CÁLLATE, ME DAS LO QUE QUIERO O LE DIGO A TU MAMÁ PARA QUE TE INGRESE A UN MANICOMIO! Ya sabes cómo funciona esto.
-Jeff... Por favor...-Suplicó Sallieri.
-¡QUÍTATE LA ROPA!
-Ya voy...- Respondió mientras se le quebraba la voz.
Antes de que se diera cuenta, ya lo tenía encima de ella. Sallieri no podía hacer nada, ni gritar, pues no quería que su madre se preocupara por ella. 3 años hace ya de que Jeff hace lo mismo, 3 años de silencio, 3 años de violación.
Abrochándose el cinturón, la mira con deseo. Sallieri sólo llora, pero a él le da igual, eso lo provoca más.
-Espero que ahora sí aprendas la lección.
Ella no respondió, sólo lo vio al salir sin decir nada más, qué asco. Las lágrimas se intensificaron, sentía que la cabeza le iba a explotar, quería gritar. Fue al baño y se dio una ducha; restregándose la esponja con fuerza causando que le dejara roja la piel, quería quitarse el olor a Jeff. Pero por más fuerte que lo hacía, ella seguía percibiendo ese asqueroso hedor.
Cuando salió, se envolvió en una toalla y se secó. Se puso una chaqueta encima de una blusa negra, un pantalón oscuro y sus All-Stars rojas. Sólo se desenredó el cabello. Y ahora sí, salió.
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Life Always Has Two Sides
Roman pour Adolescents"Cada Quien Vive A Su Manera, A sí, Que Cada Quien Tiene Su Propia Muerte" Despiertas, nada es igual, tu cuarto se ve asqueroso, tus manos se ven sucias, tocas tu cabello y se siente grasoso. La forma en que ves las cosas cambia. Tu lugar, tu guarid...