.Capítulo 10.

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<<Mierda, mierda, mierda>>. Repetía ella en su mente. Cuando volvió a voltear, ya no estaba. <<¿Pero qué cojones?>>. Lo buscó desesperadamente. Por un momento ella creyó que estaba alucinando o que tenía paranoias. Cuando ya había dado un suspiro de alivio, vio que Jeff estaba más cerca de lo que podría esperarse.

       -¡Sallieri, vamos, no huyas de mí, sólo quiero jugar un juego!

Ella no contestó nada, pues, las palabras de Jeff sólo le causaban nauseas.

       -¡Sallieri, lo estoy haciendo por las buenas! ¿Acaso quieres que empiece a hacerlo por las malas?

       -¡Vete a la mierda!

       -Muy bien Sallieri, tú lo pediste. Vamos por las malas...

La chica intentó correr más rápido, pero como ya estaba muy cansada, no podía más. Jadeando, volteó a ver a Jeff, y por culpa de su cansancio, lo vio a un metro de distancia de ella.

       -¡Sallieri! ¿Pero mira que genial? Ya estoy a medio metro tuyo.

Ella sólo sintió el jalón y el golpe por parte de Jeff.

       -¡Hija de puta! Te me escapaste una vez y no vas a volver a hacerlo.

       -¡Déjame en paz! ¿Acaso no tienes suficiente con las prostitutas con las que engañabas a mi madre? Ella te amaba, ¿y tú? Tú sólo la sabías engañar...

       -¡CALLATE!

Antes de que se dieran cuenta, llegó alguien, un muchacho, uno al que Sallieri jamás había visto.

       -¿Cómo te atreves a tocar a un jovencita en medio de la banqueta? ¡Desgraciado!

El muchacho, alto, de pelo rizado negro, no muy corto, pero no tan largo y de buen cuerpo, tomó a Jeff y comenzó a golpearlo. Ella estaba en shock. No podía ni respirar. Después de haber golpeado lo suficiente a Jeff, lo amenazó:

       -Sí le vuelves a tocar un sólo cabello, te las verás conmigo. Oye, ¿Estás bien?

Le ofreció la mano a Sallieri para que se levantara, Ella la tomó.

       -Sí, creo que sí. Gracias por, ayudarme...

       -No hay de qué. Estos hombres dan asco.

La joven observó al muchacho. Con una mirada profunda y hermosa, que sientes como sí pudiese ver dentro de ti. Como sí supiese todos los secretos que escondes. A Sallieri la recorrió un escalofrío.

       -¡Oh, que tonto soy! Mi nombre es...

Life Always Has Two SidesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora