∥এ Sólo toma mi mano [Emiliaco]

D i c i o t t o; Ottima idea

Los días seguían pasando y las cosas en mi casa estaban tensas, después de que Emilio me llevó a mi casa me la pasé todo el día en mi cuarto.

En estos días Emilio ha estado ayudandome mucho aunque un poco a escondidas, no queremos que nuestros amigos piensen otras cosas. Él ha sido un gran apoyo para mi a pesar de todo y eso lo aprecio.

— Joaco, es hora de levantarse — entró mi madre a la habitación.

— Ya estoy despierto, madre — dije seco, tal y como he estado las últimas dos semanas.

— Joaquín, corazón, ¿hasta cuando estarás así? Debes entender que a veces eso pasa mi niño, no todas las parejas son para siempre — dijo intentando hacerme entender.

— No madre, no estoy así por eso — me paré al lado suyo — sino, por el hecho de que me lo querías ocultar — dije lo más duro que pude, me dolía estar así.

— Joaquín... — dijo mi madre.

— No, Joaquín nada, es difícil saber que me quieres privar de saber cosas así de importantes mamá, no está bien que prácticamente me quieras tener en una burbuja donde nada malo me pase, así que, compermiso, tengo que cambiarme para ir a la escuela — dije y salí de ahí.

Me dolía tener que estar así con mi madre pero era la verdad, no quería ser tratado como un estúpido.

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— ¿Entonces dices que se hablan y todo, pero a escondidas? — dijo Roy con cara de confusión.

— Sí wey, ahora cállate que se supone que nadie más sabe — le di un codazo cuando llegamos con los demás.

— Wow, Renata Guerra está presente por fin, ¿ y esa sorpresa? — dijo Roy con sarcasmo.

– Ja, ja, ja, muy gracioso royete — rodó los ojos.

— Bueno chicos, antes de que peleen déjenme decirles que ya casi es cumpleaños de Pao y haremos una reunión en la casa, pero será algo tranquilo, lo juro — dijo Diego sonriente.

— Luego nos ponemos de acuerdo, ya casi empieza la primera hora, ya vámonos, luego los regañan — dijo Renata, muy apurada.

Vi como todos se iban, menos aquel bajo castaño que se dirigió al baño, desde que entré, mi vista se fijó en él y se miraba triste, me preguntaba el motivo, ¿sería el mismo de las últimas dos semanas?

— Roy, ahora vengo voy al baño — le di una palmada en el hombro.

— No hagan mucho ruido Joaquín y tú o los expulsaran — dijo Roy, en broma, quiero pensar.

— Eres un baboso — me reí y me dirigí al baño.

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Me miraba en el espejo, pensando en lo que sucedió con mi madre antes de venir hacia acá.

Tal vez estaba siendo muy egoísta por sólo preocuparme por mi y no haber estado con ella durante este proceso. Pero tampoco puedo dejar pasar el hecho de que todo lo hizo a mis espaldas y no tenía pensado contarme, siente que soy débil y no puedo enfrentar las cosas.

No me di cuenta cuando empecé a llorar.

— ¿Está todo bien Joaco? — me asusté, por suerte sólo era Emilio.

— Sí, todo está perfecto — dije limpiando rápido mis lágrimas.

— Si todo estuviera perfecto no estarías llorando — se acercó a mí y me tomó de los hombros — Sabes que aquí estoy yo Joaquín, cuéntame tus penas.