Angelic

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Los días habían pasado. La clases habían terminado y con ellas el año escolar. Ahora, sin exámenes ni tareas, no había mucho que hacer más que estar con sus amigos todo el tiempo. Al principio fue un poco raro, pues su costumbre era siempre ir a la biblioteca y como ya no tenía obligaciones, estar ahí se volvió  aburrido y monótono, excepto para Valmar, quien seguía revisando libro tras libro casi de la misma forma.

Angelic se encontraba en su habitación, guardando sus cosas en su valija. Pronto saldría el tren hacia Londres y quería estar segura de no olvidar nada. Guardó sus libros y regalos que recibió. Dobló su ropa y la acomodó perfectamente. Sus compañeras de cuarto realizaban la misma acción, incluida Ginny Weasley. Después del día de su secuestro, Ginny no había hablado con casi nadie y las personas tampoco la presionaban en hacerlo, pero esta vez caminó hacia la cama de Angelic.

— Angelic, hola... Que lindo brazalete— La chica Weasley miraba el regalo que Daenys le había hecho.

—Gracias, Ginny— Angelic se sintió un poco incómoda. Realmente no esperaba que la chica le hablara.

—Bueno... Yo solo quería pedirte una disculpa... Ya sabes... Por lo que pasó con el diario... Yo estaba...— Ginny se encontraba nerviosa y mira el suelo muy apenada.

— Vaya, no tienes que disculparte, yo entiendo que no fue tu culpa— Angelic le sonrió.

— ¿En serio? — La chica por fin la miró.

— Claro, sin rencores.— Angelic le tendió la mano. La joven la apretó y le sonrió. Ambas se sintieron más aliviadas y se podía ver reflejado en sus rostros.

Cuando terminó de arreglar todo, caminó hacia la puerta para bajar a la sala común. Antes de salir volteó la cabeza y miró su cama.Todos los chicos de Gryffindor ya estaba listos, y por ende la sala común estaba abarrotada de gente. A Angelic le costó un poco de trabajo caminar hacia la salida, pues entre tantos jóvenes que se repartieron abrazos y palabras, pasar era todo un reto.

Al salir, notó que el ambiente era diferente, incluso las pinturas lo demostraban. Se respiraba paz y alegría. Bajó las escaleras y camino volteando a todos lados admirando el castillo que le había regalado tantas aventuras y experiencias tan solo en su primer año. Deambuló un poco por el lugar. Cuando pasó por el patio de la torre del reloj, recordó aquel día de Halloween, donde todo comenzó.

La nostalgia la invadió. Recordó cómo Raine la había hecho molestar y que por eso terminaron castigados gracias a su brillante idea de visitar el bosque prohibido, y eso provocó que Valmar llegara a sus vidas. Su amigo que era un excelente mago y lo había demostrado frente a muchos chicos en el gran comedor cuando las clases de duelo se llevaron a cabo. Recordó sus viajes por las afueras del castillo, los regalos que se habían dado en navidad, las demás personas que conoció, y sobre todo su fiesta de cumpleaños. Sus ojos se llenaron de lágrimas ante tanto recuerdo. Con la palma de su mano se los limpió antes de que comenzara a llorar realmente. Decidió que era hora de ir al expresso.

Cuando llegó a las carretas que la dirigirían a la estación, se encontró con sus amigos. Corrió y le dio un abrazo a Daenys, lo cual se convirtió en un abrazo grupal. Juntos subieron al carruaje donde fueron platicando de todo lo que tenían planeado hacer en las vacaciones.

Al llegar al tren, subieron el grupo y apartaron una cabina para ellos solos, donde pasó un rato Alexander a darles su dirección para que le escribieran un par de cartas. Los chicos prometieron que lo harían y él los dejó para regresar con sus amigos. El resto del viaje fue muy divertido y relajante. Angelic no podía esperar el día en que tuvieran que volver para ver qué sorpresas les depararía el siguiente año escolar.

            FIN DEL PRIMER AÑO

Hogwarts es más que el elegidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora