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Desde aquí podía ver perfectamente la nota que había dejado sobre el escritorio.

Si hace unas horas estaba asustada y nerviosa, ahora estaba peor.

¿Quién mierda había dejado esa nota en mi habitación?

¿Qué iba a comenzar?

Este pueblo estaba de mal en peor.

Me escondía debajo de las sábanas cuando el sol invadió la habitación, decidí levantarme a cerrar las ventanas, ya que el sol pegaba directamente a este lado de la cama. Caminé perezosamente y fijé mi vista en la calle, donde apenas y habían personas paseando por ahí.

Hasta que algo llamó mi atención.

Del otro lado de la calle, sentado en una de las bancas mientras leía un libro, estaba un chico.

Apenas pude apartar la vista de él.

Tenía una belleza cautivadora.

¿Quien era él?

Tenia el cabello de un color blanco, quizá incluso podría verse con rayos plateados, y era desordenado, le caía ferozmente sobre la frente, no era muy largo, pero era lo suficiente para darle ese toque salvaje. Su piel era pálida, resaltando así una cicatriz que tenía en su mejilla derecha, justo debajo del ojo. Estaba vestido de color negro, con una camiseta pegada a su pecho y unos jeans anchos. Su mano paseó una de las páginas del libro que sostenía y cerró el libro en un rápido movimiento.

Levantó la vista y puse sentir su intensa mirada sobre mí.

Tenía unos ojos preciosos, de un color gris azulado brillante.

Mi corazón se aceleró y casi podía sentir los latidos salir de mi pecho, y solté un aire que reprimía desde hace un rato sin darme cuenta.

Me había quedado embobada, hasta que me sonrió.

Una torcida, pero bonita sonrisa.

Y juro que logré identificar cuando en un tono bajo dijo: — Jade.

Me desperté casi cayendo de la cama, abrí mis ojos exaltada, con la respiración entre cortada y el corazón en la garganta. Estaba sudando frío, y podía jurar que tenía la boca seca.

¿Había estado soñando?

Mi vista paseó por la habitación, donde la ventana seguía abierta. Estaba volviéndome loca, ya me lo comenzaba a creer, perdía la cabeza en cada segundo que pasaba en el pueblo. Pero, ¿Cómo? ¿Cómo podía haber imaginado a ese chico en mis sueños?

¿Cómo podía conocer mi nombre?

Con cada segundo que pasaba mi mente seguía formulando preguntas, que para mi desgracia, no tenían respuesta, o por ahora no.

Me levanté de la cama al comenzar a sentir el estómago vacío y bajé al primer piso, encontré a mi tía sentada en el sillón de la sala, junto a una de sus gatas quién le acariciaba los pies mientras maullaba.

— ¿Llegaste muy tarde anoche?

Preguntó cuándo pasé por su lado dedicándole una sonrisa medio cerrada.

— Sí. Estuve con Cady y Dane en la Laguna hasta tarde, tambien con otros chicos. Lamento si te preocupó.

Se escuchó una corta risita, de esas despreocupadas. — Jade, este pueblo es completamente seguro, no ha pasado nada preocupante en los últimos años. Sin embargo, debes tener cuidado con el bosque, es oscuro y tenebroso en las noches.

Me quedo en silencio observándola.

¿Sabía ella lo que pasaba en el bosque?

¿Sabría lo de la cacería?

El Misterio que Nos UnióDonde viven las historias. Descúbrelo ahora