1. A su ex

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Colocándose una compresa de hielo para calmar el dolor de cabeza, Haechan deslizó el dedo índice sobre la pantalla de su celular. Abriendo cada vez más los ojos conforme veía las fotos publicadas en su Instragram de la noche anterior.

   —Tienes un tatuaje de Jeno en las nalgas, ¿es en serio? ¿Cómo te cupo? ¡Ni siquiera tienes culo!

   Los gemidos lastimeros de Jaemin que provenían desde el baño fueron su única respuesta. Sabía que probablemente su mejor amigo estaba dejando el estómago en el retrete, por lo que desistió de molestar. No quería que le vomitara sobre los zapatos. Lo iba a ahorcar si se le ocurría arruinar sus Gucci otra vez.

   — ¿Qué? —Jaemin, incrédulo de que Haechan supiera uno de sus secretos más vergonzosos, pasó el dorso de su mano por la boca, limpiándose el resto de vómito—. ¿Tú cómo sabes eso?

   —Me acabo de dar cuenta que te subiste a la mesa y te bajaste el pantalón a mitad de la fiesta —Haechan se encogió de hombros con normalidad, como si estuvieran hablando trivialidades—. ¿No has visto las fotos? Están en todos lados.

   Y bueno, puede que fuera el impacto, la poca capacidad que tenía su estómago para soportar el propio peso de su saliva o las ganas que tenía de morirse, pero algo, sin saber con certeza qué, se rompió dentro de Jaemin.

   — ¿¡Qué yo hice qué cosa!?

   Caminó con prisa desde el baño y llegó a donde se encontraba su amigo.

   —Mira por ti mismo —Haechan le tendió el celular con una mueca.

   Jaemin no tardó ni dos segundos en tomar el celular y revisar lo que Haechan pretendía mostrarle. Sus ojos se toparon inmediatamente con una foto panorámica de su trasero. Enseñando de manera obscena el tatuaje que se había hecho del nombre de Jeno cuando habían cumplido años de novios.

   —Puta madre, esto no puede ser cierto.

   Haechan le arrebató el celular antes de que decidiera lanzarlo por la ventana y observó atentamente como Jaemin daba vueltas por todo el recibidor, tirando de su cabello con mortificación.

   —En serio, dime, ¿Quién jodidos se tatúa el nombre de su novio en el culo? ¿Acaso no te dolió?

   — ¡Mucho menos que haberme dejado en ridículo frente a todo el Instituto!

   —Esa es una buena comparación.

   — ¿Cómo demonios pudo pasar esto, Haechan? —Jaemin se dirigió hacia su mejor amigo y al ver que éste se encogía nuevamente de hombros, como si nada pasara, no se resistió a tomarlo por la camiseta y agitarlo con frustración—. ¿¡Cómo!?

   —Suéltame, no tengo porqué cuidar de ti como si fueras un niño, ¿de acuerdo? Tomaste de más y perdiste el control, es natural hasta cierto punto. Además, ¿Qué querías que hiciera? Yo también estaba borracho.

   Incrédulo de que estuviera escuchando esas palabras como si su reputación no valiera absolutamente nada, Jaemin miró fijamente a su ahora ex mejor amigo, antes de soltarlo y dar la media vuelta.

   — ¡Hey! ¿A dónde vas?

   — ¡No te importa! Jodido mal amigo.

   Ese era su apartamento y tenía todo el derecho a quedarse, pero prefirió no hacerlo. Tomó las llaves de su auto, las gafas oscuras que estaban sobre la mesa del recibidor y salió al pasillo, esperando que el fresco de la mañana controlara sus deseos de morirse.

   Pero contrario a lo que pensaba, las ganas de vomitar los órganos (pues ya no quedaba más que expulsar), se hicieron presentes. Fue necesario que se apoyara entonces contra las paredes del pasillo exterior para tranquilizarse y respirar.

   ¡Maldita sea!

   Jaemin no era un buen bebedor. Sabía que tenía poca resistencia y que normalmente cuando se emborrachaba hacía cosas muy estúpidas e impulsivas. Pero eso, eso, simplemente había rebasado la línea de todo lo políticamente correcto. Su respeto hacia sí mismo en un abrir y cerrar de ojos se fue a la mierda por su falta de autocontrol.

   Porque no sólo se había exhibido de manera vergonzosa frente a todos sus compañeros de graduación, sino que además, se había desnudado, ¡Frente a todos aquellos que alguna vez sintieron respeto por él.

   Jaemin sabía que en algún momento de su vida la iba a regar. Su madre siempre le decía que era demasiado despistado y sus amigos, que era muy irresponsable. Pero francamente nunca creyó hasta qué punto aquello iba a ser verdad.

   Cuando un poco de estabilidad le regresó al cuerpo y la cabeza dejó de darle vueltas, comenzó a caminar, dispuesto a dar una vuelta por la ciudad para calmar los nervios. Abrió la puerta del recibidor del edificio y se encontró en el proceso, a la que parecía ser la peor prueba que alguna vez la vida le había puesto.

   —Hola, Jaemin.

   Le había regresado, como no, a la razón de sus desgracias.

   A su ex.

   A su ex

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