Capítulo final.

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Deslizó con soltura y precisión el pincel sobre el lienzo en blanco, dejándose llevar por los colores y la textura de la pintura; siempre viscosa y suave. Sacó la lengua fuera de su boca y se delineó con ella el labio inferior, en un acto de concentración máxima. Las líneas poco a poco tomaban forma y Jaemin trataba de que su composición fuera buena. Lo suficiente como para ser mostrada. 

   Jeno al llegar las vacaciones de verano de la Universidad, lo había motivado a continuar con sus cuadros a manera de pasatiempo. Jaemin no estaba seguro de que tan buena idea era revivir sus dotes "artísticos" que no los consideraba como tal por ser tan básicos, pues nunca había pasado de hacer composiciones amorfas. Sin embargo, tanta fue la insistencia de su novio, que consiguió convencerlo.

   —Está quedando muy bien  —el responsable de todas sus desgracias le dijo al oído, mientras pasaba los brazos por su cintura y apoyaba la barbilla en su hombro—. Te dije que era una buena idea que retomaras la pintura.

   —No estoy tan seguro, llevo dos horas aquí y todavía no dibujo nada decente —Jaemin hizo un puchero, recargándose contra su pecho—. ¿Dónde se supone que vamos a poner esto de todas formas?

   —En mi casa, ¿no es obvio? —Jeno soltó una risita antes de besarle una de sus mejillas, con un sonoro beso que retumbó por todo el apartamento—. En mi habitación ya no caben, pero la sala y el recibidor están vacíos.

   Sorprendido, Jaemin se giró sobre sus talones y lo miró fijamente.

   — ¿Te has vuelto loco? No lo vas a poner en el recibidor, ¡no es algo digno de exhibir!

   Jeno soltó otra carcajada, apresándolo con fuerza entre sus brazos. Jaemin intentó quejarse pero cuando su boca le dio suaves besos por el cuello, decidió desistir. No tenía ningún caso luchar contra él.

   —Deja de decir tonterías. Dibujas muy bien.

   —Pero no como para exhibirlo en tu casa ¿eres consciente de toda la gente que entra?

   Jeno puso los ojos en blanco. Divertido por su actitud insegura e infantil.

   —No seas exagerado. Además, a mi madre le encanta todo lo que me dibujas, en más de una ocasión tuve que pelearme con ella por uno de tus cuadros —Jeno hizo una mueca, como si recordar supusiera algo desagradable—. Te aseguro que eso si no es algo digno de ver.

   Con las mejillas enrojecidas, Jaemin se mordió el labio inferior y desvió la mirada. Jeno nunca le había comentado eso. De haberlo sabido lo hubiera hecho algo decente a la señora Lee para que se lo quedara.

   —No tenía idea.

   —Pues ahora lo sabes —Jeno tenía una sonrisa de suficiencia en el rostro—. Te aseguro que cualquier cosa que yo decida poner, para ella estará bien. Y para el mundo también.

   Todavía sin mirarlo, Jeno tomó una de sus manos y se la llevó hacia sus labios, depositándole un beso sobre los nudillos.

   — ¿Quieres que te deje solo?

   Jaemin suspiró. Acariciando una de sus mejillas con ternura, ¿Cómo podía odiarlo y amarlo tanto de un momento a otro?

   —No, creo que me das más inspiración si estás aquí.

   —Mmm, ¿debería posar para ti?

   Jaemin dejó salir una carcajada sonora y simplemente negó con la cabeza. 

   —No, pero si te vas a quedar entonces tienes que volver a tu posición original.

   — ¿Cómo?

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